Ayer sábado 14 de
enero de este año que comienza, el diputado local independiente Pedro Kumamoto
Aguilar convocó a la ciudadanía a dialogar sobre el aumento en el precio de los
combustibles. El evento, llamado “¿Qué hacer ante esta crisis?”, se realizó a
partir de las 11:00 a. m. en el Parque Revolución o “Parque Rojo” de la ciudad
de Guadalajara.
En un pequeño y
sencillo quiosco que para muchos es emblemático, pues ahí se realizaban las
asambleas del movimiento #Yosoy132, se instaló una lona con la leyenda “Sin
voto no hay dinero”. Abajo se dispusieron sillas en media luna. Había también
una mesa con alteros de volantes. El diputado, que habló al nivel de los
asistentes, fue muy puntual y, para comenzar, cedió el uso del micrófono a los
que quisieran participar y expresar su descontento ante el “gasolinazo”.
Quizá unas veinte
personas tomaron la palabra. La constante fue señalar a la “clase política”, a
los políticos corruptos, a los gobernantes, a los partidos. Se hablaron de las
causas del “gasolinazo”. Alguien señaló que la misma corrupción estaba detrás
de todo. Muchos se dijeron hartos, manifestaron su descontento porque los de
“arriba” (que serían los políticos) estaban alejados de la realidad de los de
“abajo” (que seríamos todos los demás).
Las participaciones
dejaron ver una interpretación dualista de la situación. Por encima estaría la
“clase política”, de todos los partidos, enriquecida con recursos públicos,
ladrona, insensible, sin escrúpulos, ejerciendo una especie de opresión sobre
la ciudadanía, siendo discrecional y opaca en el uso de los recursos de todos y
tomando medidas que empobrecen y reducen la calidad de vida de la población,
sin ella misma “apretarse el cinturón” y predicar con el ejemplo la austeridad
que impone.
Hay, pues, un discurso
que ha delineado a un adversario común. Es algo típico de la política. Se ha
teorizado sobre ello. La identificación “amigo – enemigo” logra cohesionar
individuos y grupos frente a los otros, considerados el problema, la fuente de
los agravios, la amenaza. Aquí, por un lado, estaríamos “nosotros”, el
“pueblo”. Por el otro, estarían “ellos”, los “políticos”. Kumamoto sería aquí
parte de “nosotros”, en su calidad de “independiente”. Y estaría en el ruedo de
los otros, de “ellos”, pugnando por ser la voz y el representante del “pueblo”.
La ciudadanía, dijo
algún participante, debe tomar acciones por sí misma. El poder en una
democracia pertenece al pueblo, pero éste se lo ha dejado a la “clase
política”. Es momento de retomar ese poder y de pensar a los políticos
realmente como “servidores públicos”, no como jefes o gente a la que estaríamos
subordinados. Kumamoto encarnaría la esencia de un servidor público, distinto
de los políticos abusivos de los partidos.
La estructura de los
partidos, sus códigos, sus jerarquías internas, su palabrería, sus ritos, su
parafernalia, todo eso genera desconfianza. No le dice nada ya a esta gente.
Los partidos serían escuelas de la corrupción donde se forma el grupo opresor.
Kumamoto, al retomar
la palabra, habló de la falta de representatividad.. Citó algún sondeo que
indicaba que sólo el 10% de la ciudadanía se sentía identificado con un
partido. La gente vota, pero sin sentirse identificada con la opción partidista
que elige. Y los que votan son pocos, además, menos de la mitad en algunos
procesos electorales.
Esto, la falta de
representatividad de la “clase política” en relación al “pueblo”, le sirvió a
Kumamoto para ir pasando del tema del “gasolinazo” (provocado por los
políticos) hacia el de la iniciativa de reforma constitucional que ha logrado
aprobar en el Congreso de Jalisco para que sea enviada a la Cámara de
Diputados.
Antes de explicar los
términos de esa iniciativa, el diputado local independiente enumeró cinco
puntos a manera de propuesta sobre el tema de los aumentos. Son los siguientes:
1.
Llevar ante la
justicia a los que “desmantelaron” PEMEX, a los que operan su sindicato y
llevaron a esa empresa, de ser una de más rentables del mundo, a una que hoy
enfrenta su peor crisis financiera y de activos. Se señaló con nombre y
apellido a Carlos Romero Deschamps, el eterno dirigente del sindicato
petrolero, que pasa de curul en curul siempre por la vía plurinominal a través
del PRI, su partido, y así goza de inmunidad e impunidad.
2.
Lograr la autonomía
energética. Aquí Kumamoto dio señales de su postura personal al mostrarse de
acuerdo con la construcción de refinerías, pero pasando muy rápido a proponer
la búsqueda de energías alternativas, como la solar o la eólica.
3.
No depender de la
gasolina, pero tampoco del modelo de ciudad fincado alrededor del consumo de
combustibles fósiles. Kumamoto, que en esto siguió, en mi opinión, mostrando lo
que sería su propia postura, propuso que lo recaudado a través del Impuesto
Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) se canalizara hacia mejoras en el
transporte público y hacia la aplicación de políticas públicas que nos permitan
construir ciudades que no dependan del uso del automóvil.
4.
Austeridad en la
“clase política”. No se trata, se expuso, de hacer recortes en salud, en
educación o en programas sociales, sino en las prebendas y privilegios de los
políticos.
5.
Hacer un llamado a la
“esperanza”. Kumamoto resaltó la importancia de ser constantes en la acción
colectiva. Sí las protestas, sí las manifestaciones, pero con continuidad. El
“gasolinazo” debe ser, para él, un detonador de participación ciudadana.
Este último punto fue
el que tiñó el resto del mensaje del diputado. Recalcó varias veces que el
“gasolinazo” debía ser la ocasión para que la indignación se organizara y se
fijara objetivos. Entonces fue cuando pasó a presentar la iniciativa “Sin voto
no hay dinero”.
Siendo los partidos
poco representativos, lo que tenemos es que eso parece tenerlos sin cuidado.
Esto tendría que ver con la forma en la que son financiados. Por ley, se toma
como base el 65% del salario mínimo vigente y se lo multiplica por el número
total de empadronados a nivel nacional, que son más de 87 millones de personas.
Esto les dio a los partidos una bolsa el año pasado de más de 4 mil millones de
pesos. De eso, se reparten 30% a partes iguales y el 70% restante lo reparten
de acuerdo con los votos que recibe cada uno.
A Kumamoto le parece
un abuso. Con el lema “Si quieren nuestro dinero, que se ganen nuestro voto”,
propone que no se tome como referencia el total de empadronados sino el total
de votos válidos en una elección. Como se ha dado el caso de que menos de la
mitad de la gente registrada en el padrón acude a las urnas, esto se traduciría
en un ahorro de más de la mitad del dinero destinado a los partidos. Sería una
manera de castigar su falta de representatividad.
El diputado local
anunció que el jueves 12 de este mes, hace unos días, el Congreso de Jalisco
había aprobado que su iniciativa fuera presentada en el Congreso de la Unión.
Recordó a los asistentes que los congresos locales pueden presentar iniciativas
en la cámara baja como si fueran un legislador más.
Kumamoto no convocó a
marchas, mítines, bloqueos, no propuso ampararse ni se sumó tampoco a la
exigencia de reducir el IEPS (algo que propone Movimiento Ciudadano). Lo que
hizo fue tomar como pretexto el “gasolinazo” para canalizar el descontento
contra la “clase política” en favor de “Sin voto no hay dinero”. La conexión
sería que los políticos, como en el caso de los aumentos, son capaces de tomar
decisiones muy impopulares, sin preocuparse de lo que opine la mayoría de la
población.
La iniciativa de Kumamoto
es una forma de debilitar la estructura de los partidos o de hacerles un
llamado de atención a que se preocupen por tener representatividad o por que
los ciudadanos se identifiquen con ellos. Pegándoles en los recursos que
reciben, de lo que se trata es de que aterricen, tomen piso.
Parece justo reducir
el presupuesto de los partidos al número de personas que votan. Si millones de
personas no lo hacen, es decir, no toman parte en la política electoral, ¿por
qué ellas tendrían que ser tomadas en cuenta para financiar a los políticos?
Por supuesto, no es seguro que, reduciendo de esa manera el dinero de los
partidos, éstos se esforzarán por realmente representar a las personas o por
lograr que se identifiquen con ellos. Pero por lo menos las bajas participaciones
en las elecciones será algo que tendrá que preocuparles.
Según interpreto, el “gasolinazo” en particular no es una
prioridad para Kumamoto. Puede ser que él mismo tenga una agenda “verde” y
entonces abaratar la gasolina no sería una de sus banderas. Eso no tiene por
qué decirlo. Ha preferido aprovechar la oportunidad para, por varias
mediaciones, intentar llevar agua a su molino e impulsar su iniciativa. Es una
jugada que parece bien encaminada. La “clase política” está ahora presionada
para que muestre señas de “sensibilidad” y austeridad. Lo de Kumamoto podría
ser aprobado para de alguna forma desahogar un poco la presión (puede darse
seguimiento a todo esto en la plataforma www.htpp:sinvotonohaydinero.mx
, donde habrá material para informarse y para hacer difusión).
Como otros políticos,
Kumamoto está siendo “oportunista”. Pero al menos su oportunismo tiene un
contenido que, además de alcanzable, no es de groseras intenciones electorales.
El precio a pagar, quizá, es que se aleja de la exigencia inmediata sobre echar
para atrás, todo o en parte, el “gasolinazo”, algo que, repito, no creo que sea
un objetivo que el joven diputado podría compartir.
Ya tendremos tiempo de
analizar y criticar el esquema ideológico que determina el discurso, las
propuestas y la ruta general de Kumamoto. Es la división entre “ciudadanía /
pueblo / sociedad civil” por un lado y “clase política” por el otro. Nosotros,
en el marxismo, pensamos que la misma “sociedad civil” está dividida, negamos
que exista algo como la “clase política” y, antes bien, consideramos la lucha
de partidos como un escenario más en que se da la lucha de clases, que tiene su
origen en el seno de la “sociedad civil”. Esto será tema de otro texto.