TEXTO IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
Hace veinticinco años era una bocanada de aire fresco en el corrompido sistema de partidos políticos en México: el dinosaurico Revolucionario Institucional que llevaba más de seis décadas en el poder y el conservador Acción Nacional, siempre complaciente con el régimen gobernante. Entonces surgió de la alianza de movimientos sociales y de partidos marginales que llevaban la carga ideológica del comunismo y del socialismo y por supuesto, la combinación de éstas en las luchas laboral y campesina.
Así nació el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que por vez primera logró unificar a casi toda la izquierda mexicana y se erigió como la opción político-electoral. El camino para levantarse como una fuerza política de alcance nacional no fue fácil, le costó persecución y vidas –más de 400 durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari- pero devino en la esperanza de un cambio democrático en el país. Lo malo fue que bastaron solo dos décadas para que el Sol Azteca se pervirtiera y terminara siendo igual que el PRI y el PAN.
Primero se pintó de azul cuando la corriente de “Los Chuchos” –encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano-, traicionó a Andrés Manuel López Obrador tras las elecciones del 2006, toleró el fraude y a un presidente ilegítima al pactar con el panista fraudulento Felipe Calderón y comenzó a vivir la etapa dorada de los privilegios del poder –que conlleva al enriquecimiento masivo de los líderes-. Seis años después, en el 2012 lo repitieron con la aceptación sin chistar del priísta Enrique Peña Nieto en la silla presidencial pese a los comicios fraudulentos.
El PRD de Los Chuchos se tendió en los brazos del priísmo que retornaba a Los Pinos y meses después se sumo al entuerto paralegislativo llamado Pacto por México en el que acordaron, junto con panistas y priístas, las llamadas reformas estructurales que pusieron en venta al país y condenaron a la mayoría de los mexicanos a retornar a un sistema de explotación porfiriana. Pero la inercia no puede ser contenida por mucho tiempo y ahora el Sol Azteca vive su crisis más aguda.
La punta de la madeja es el caso de Guerrero, donde postuló, arropó y sostuvo a personajes cuestionados como el exgobernador Ángel Aguirre Rivero y el exalcalde de Igual, José Luis Abarca, ligados al crimen organizado y los cuales cometieron crímenes de Estado al perseguir y asesinar a opositores políticos. La mafia política los protegía: el PRD de Los Chuchos y el gobierno federal a través de la PGR que supo de sus nexos con organizaciones criminales como “Guerrero Unidos” pero no hizo nada para investigarlos, y la mafia criminal los sostenía a nivel local pues actuaba como guardia pretoriana para eliminar enemigos.
Con tales padrinazgos llegaron a excesos tremendos como la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” el pasado 26 de septiembre. Hoy el PRD no solo es igual al PRI y al PAN sino terminó siendo una organización donde se refugian criminales. ¿Debe desaparecer?. Por supuesto, ya no representa a la izquierda ni a los movimientos populares ni a los partidos de ideología socialista y comunista, mucho menos a los campesinos y obreros.
Son un partido-pandilla, vividores del sistema, corruptos, vende-patrias y lo peor, nido de narcopolíticos. Su crisis llega a tal grado que su fundador en 1989, Cuauhtémoc Cárdenas, pidió la disolución completa del Comité Ejecutivo Nacional del partido y la formación de una comisión refundadora para rescatarlo. Cárdenas se quedó corto y por supuesto que esa medida no alcanza. El PRD no requiere una barrida sino una fumigación completa para exterminar las alimañas aunque como las mismas están tan incrustadas, muchos no ven otra solución que su extinción.
El partido se volvió una plaga para la vida política nacional. Y si nivel nacional está desacreditado, en Veracruz lo está aún más. En la aldea también lo infiltraron los carteles de la política: la fidelidad y el duartismo. Eso permitió que el fidelista Sergio Rodríguez lo dirigiera en el último par de años, tras arrebatar por las malas la estructura estatal y puso al PRD al servicio del tricolor, del gobierno estatal y por supuesto, del innombrable. El exalcalde de Ciudad Mendoza inauguró la etapa del “PRD rojo”. Ahora la dirigencia estatal la heredó ahora al exdiputado Rogelio Franco Castán, otro personaje financiado por la fidelidad y el duartismo. Ellos en la primera línea del perredismo local son la prueba irrefutable de que ese partido ya se pudrió.
DISCURSO PREPARATORIO
El copetón Enrique Peña Nieto alega que hay un complot en contra de México – entiéndase contra su gobierno- no solo por la ola de protestas en todo el país por los 43 normalistas desaparecidos en Guerrero sino porque la prensa sacó a relucir la posesión de una lujosa residencia en Lomas de Chapultepec, la cual ya el dominio popular bautizó como “La Casa Blanca” y “El hogar que yo robé”, producto de un acto de corrupción y prueba del maridaje con el emporio Televisa y otros grupos empresariales beneficiados con negocios al amparo del poder presidencial.
Ayer aseveró que “parece que hay voces unidas a la violencia y a la protesta que quisieran que el país no creciera, que frenara su desarrollo, y que al amparo de quienes sufren dolor y de quienes tienen pena, enarbolan banderas de violencia y de protesta”. Es el discurso para ligar la protesta popular con la violencia y un supuesto interés de atentar contra el Estado mexicano, es el discurso que prepara la represión, el coletazo del aparato estatal que pudiera ser sangriento, ya se ha advertido. En lugar aplicar la ley, castigar a los corruptos y meter a la cárcel a los delincuentes, el copetón Peña Nieto tiene los pelos de punta –no por el gel sino por el miedo- y anticipa una andanada policiaco-militar contra el pueblo, coinciden varios analistas.
En su diatriba, Peña trata de justificar su inacción en el caso de Iguala, Guerrero alegando que su gobierno ha sido solidario con el dolor las familias de los estudiantes desaparecidos pero no es solidaridad lo que se necesita sino la ley y la gobernabilidad. No tiene como justificarse, no se necesita un gobierno que dé el pésame sino que evite la necesidad de transmitir condolencias. Es decir, evitar asesinatos y otras barbaridades de los narco-políticos.
FUENTE: NOTIVER ENLACE: http://www.notiver.com.mx/?q=articles/2014/11/19/texto-irreverente
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