Por Sanjuana Martínez
Esta época es ideal para la reflexión, una época cuyo
significado se centra en el nacimiento, el renacer, la entrega, la culpa o el
sufrimiento. Desde el catolicismo la fecha y la tradición indica el nacimiento
de Jesucristo, aunque las fiestas, los regalos y la cena, han trascendido a la
religión.
La Navidad, es una fecha ideal para revisar la actuación de la Santa
Sede en este último año, particularmente las decisiones del Papa Francisco en
torno a los crímenes sexuales del clero. En el discurso, el Papa argentino ha
intentado tomar distancia de sus antecesores en este asunto y ha buscado dar un
vuelco a la etapa oscura de protección y silencio sobre los depredadores
sexuales con sotana.
Fueron muchos quienes creímos por un momento en la palabra
de este Papa. Pensamos que su discurso iba acompañado de acciones contundentes
contra los curas pederastas. Lamentablemente no ha sido así. Hay que reconocer
un avance en la política vaticana sobre estos delitos de lesa humanidad, pero
la luz de la justicia esperada, añorada por las víctimas, aún no llega.
Y es
que el Papa dice una cosa, pero hace otra. Según las cifras de las víctimas,
alrededor de 100 mil niños habrían sido abusados por sacerdotes católicos y
podríamos decir que solo un mínimo porcentaje de esos sacerdotes pederastas han
sido enjuiciados y sentenciados por sus crímenes. Para demostrar lo anterior,
basta un botón, un ejemplo de impunidad judicial. Abordemos el escandaloso caso
del destituido nuncio apostólico en República Dominicana, Jósef Wesolowski,
quien fue sacado de aquel país con documentación ilegal por las mismas
autoridades vaticanas a fin de protegerlo de las decenas de denuncias de abusos
sexuales contra niños.
Después de meses de protección por parte del Vaticano,
el Papa anuncio con bombo y platillo la destitución del primer obispo acusado
de abusos sexuales contra niños y lanzó como una gran noticia el “arresto” del
ex nuncio. Pero al leer la letra pequeña, nos dimos cuenta que se trataba de un
“arresto domiciliario”, no de un verdadero proceso judicial. El obispo
pederasta simplemente fue encerrado en su vivienda del Vaticano, condenado a
colgar los hábitos y dejar el sacerdocio: “Ha sido arrestado por voluntad del
Papa”, dijo Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede. Pero resulta, que en
el fondo, el Papa sigue protegiendo al ex nuncio para evadir la acción de la
justicia.
El procurador General de la República Dominicana, Francisco Domínguez
Brito, ha solicitado a la Santa Sede que el obispo pederasta para afronte el
proceso judicial que se le sigue en ese país. El Vaticano ha aprovechado el
hecho de que no existe acuerdo de extradición entre República Dominicana y
Polonia. Hace unos días, la Santa Sede envió a la República Dominicana al
promotor e Justicia, Jean Pierre Milano y a monseñor Angelo Beccius, del
secretariado para hablar con el procurador, quien insistió en la búsqueda de la
verdad y la justicia.
El funcionario les explicó que la Convención de Viena
establece que todo personal diplomático como Wesolowski quien fuera embajador
del Vaticano en aquel país, debe enfrentar proceso judicial en el país que
representó o bien en su hábitat natural.
Si el obispo pederasta no puede ser
enjuiciado en la República Dominicana, es necesario que el Papa cumpla con la
ley de los hombres y lo ponga a disposición de la justicia penal para que
afronte los graves cargos que se le imputan. El Papa debería reconocer que los
delitos de Wesolowski no son solo faltas a la fe o a la doctrina y la moral de
la Iglesia. El obispo abusó de menores de edad, lo cual representa delitos
penales que deben ser enjuiciados y condenados.
Si el Papa Francisco no
extradita al obispo al país donde cometió los crímenes sexuales, las
autoridades polacas o italianas podrían desarrollar el juicio en base a toda la
documentación proporcionada a la Santa Sede por las autoridades dominicanas. La
justicia según el Papa Francisco me recuerda a la justicia militar en México,
un método que proporciona impunidad a los militares que cometen cualquier tipo
de crimen. El Papa ha declarado que no habrá “privilegios para los sacerdotes u
obispos que abusen sexualmente de menores”.
Es hora de demostrarlo. El Papa no
debe ser juez y parte. Con este tipo de arrestos domiciliarios, nos envía un
mensaje terrible: los sacerdotes están por encima de la ley. Que la Navidad sea
efectivamente época de reflexión y nacimiento, nacimiento de un estado Vaticano
justo, que predique con el ejemplo, que haga justicia y otorgue reparación a
las miles de víctimas de abusos sexuales de sacerdotes que aún esperan una luz
de esperanza.
Y que la Navidad en México no sea solo celebración vacía. De
hecho hay muy poco que celebrar en la situación actual o tal vez, casi nada.
Habrá mexicanos sumidos en la desolación, la incertidumbre y el sufrimiento, en
especial aquellos que tienen desaparecidos. Que la Navidad, sea la oportunidad
para no olvidar a nuestros desaparecidos, en especial, a esos 43 normalistas de
Ayotzinapa. Recuerden, el 26 de diciembre la manifestación para exigir
respuestas al estado mexicano. Finalmente, que la Navidad ilumine al Papa para
que su discurso coincida con sus actos, haga a un lado la simulación y deje de
proteger a los sacerdotes pederastas.
Twitter: @SanjuanaMtz Facebook: Sanjuana Martinez
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