Papa Francisco, dijiste en tu carta que tú y tus soldados —curas, obispos,
arzobispos y cardenales— “hemos descuidado y abandonado a los pequeños”; y que
“nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el
daño causado”. Estás en lo cierto. Para las miles de víctimas de la Iglesia
católica, no hay manera de encontrar consuelo a menos que se tomen medidas sin
precedentes y exhaustivas.
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