Guerracruz
01/09/2019
José C.
Serrano.
Guerracruz.
Rinconcito donde hacen su nido las hordas del mal, libro escrito por Violeta
Santiago, periodista egresada de la Universidad Veracruzana (UV), quien
forma parte del colectivo Reporteras en Guardia, dedicado a la realización de
un memorial digital con perfiles de los periodistas asesinados en México.
El texto
está dividido en tres partes esenciales y un piloncito: 1. UNA GUERRA AJENA; 2.
VERACRUZ, EL CEMENTERIO CLANDESTINO MÁS GRANDE; 3. EN VERACRUZ NO PASA NADA
y,4. Después del huracán. El prólogo corre por cuenta de la
periodista Carmen Aristegui: «Guerracruz surgió como un grito de
auxilio en las redes sociales para que los ciudadanos, a través de una etiqueta
en Twitter, pudieran informarse libremente de los hechos violentos que
comenzaron a empañar la vida del estado, que penetraron por el norte,
se enraizaron en las Altas Montañas y llegaron hasta la última playa del sur».
UNA GUERRA
AJENA. El lugar más peligroso para el periodismo. Fidel
Herrera Beltrán, «finísima persona», le entregó el estado de Veracruz a Javier
Duarte de Ochoa (un ejemplar destacado del entonces nuevo PRI), electo
en los comicios del 4 de julio de 2010. Con el arribo del doctor Duarte
de Ochoa a la gubernatura la violencia contra la sociedad civil y los
crímenes de alto impacto alcanzaron niveles nunca antes vistos, además se
desataron los asesinatos contra periodistas. Bastaron dos años con Duarte para
que se sumaran más muertes que las de la década anterior. A partir de
2011, la cifra de comunicadores asesinados se disparó hasta alcanzar la
histórica cantidad de 22 casos (2018) «que posicionó a la entidad como
la más peligrosa para ejercer la Libertad de Expresión en México y América
Latina».
En 2016,
con la llegada al poder de Miguel Ángel Yunes Linares, y el cambio
de colores en el gobierno del estado ni de lejos mejoró el clima para ejercer
la Libertad de Expresión. Yunes Linares, en tiempos ya idos presumía ser uno de
los niños consentidos de Elba Esther Gordillo Morales, como Duarte,
criminalizó a los periodistas abatidos durante su minimandato, filtró datos de
investigaciones para viciar los procesos, y afirmaba, contundentemente, que los
muertos no eran periodistas. Y es que Yunes, como su antecesor, estuvo más
ocupado en la imagen de «a-quí-no-pa-sa-na-da» porque su hijo, Miguel
Ángel Yunes Márquez, se postuló como candidato a gobernador en 2018.
Dice
Violeta Santiago: «Cada vez que asesinan a un periodista matan un
poco de nosotros. Matan las ganas de salir a reportear, matan la esperanza de
que nuestro trabajo contribuya a formar una mejor sociedad, matan los
planes del futuro, porque no sabemos si vamos a llegar. En el nuevo Veracruz,
aprender seguridad es fundamental. Saber qué hacer en caso de una balacera
debería considerarse obligatorio dentro del nuevo plan de estudios de
periodismo en las escuelas del estado».
La autora
del libro describe, con minuciosidad, al detalle, cómo ocurrieron los
asesinatos de los 27 periodistas ultimados en Veracruz entre 2000 y 2018, de
los cuales 22 murieron entre 2011 y 2018: 17 con Javier Duarte de Ochoa y 5
con Miguel Ángel Yunes LInares.
VERACRUZ,
EL CEMENTERIO CLANDESTINO MÁS GRANDE. La muerte bajo tierra. Los
asesinatos y ejecuciones extrajudiciales preceden a una práctica ignominiosa:
la desaparición de personas. Considerada como un delito pluriofensivo, que
agravia a la sociedad y además afecta y atenta no sólo contra la persona
desaparecida, también a sus seres queridos, a sus allegados, quienes al dolor
de la ausencia tienen que sumar el vivir con la incertidumbre, la angustia y la
desesperación sobre el destino de quien desapareció.
De la mano
de las desapariciones surgieron las fosas clandestinas, sitios donde entierran
los cuerpos para ocultar el crimen o para que no se revele la ubicación de la
persona. De hecho, lo peor de la desaparición es no saber si el ausente está vivo
o muerto, el no saber dónde está su cuerpo.
«Las fosas son consecuencia de la
desaparición. En la noche más oscura de Veracruz, ya ni hablamos de entierros
clandestinos, sino de hogueras o molinos para reducir los huesos a cenizas o
triturarlos hasta hacerlos polvo».
El
gobierno de Javier Duarte de Ochoa ocultó el número exacto de fosas y
desaparecidos. Miguel Ángel Yunes Linares repitió su ejemplo. Peor aun, el
«patiño» que ocupa la Fiscalía azul, Jorge Winckler Ortiz, llegó al
grado de apuntarse como un logro el descubrimiento masivo de fosas como en
Alvarado, en septiembre de 2018. «Todavía más cínico, no pasó la oportunidad de
tomarse una foto con el ‘Equipo de la FGE’, todos sonrientes, en el terreno
lacustre que resultó ser un megacementerio clandestino donde se encontraron
decenas de credenciales, identificaciones, ropa de niños y mamelucos de bebés».
EN
VERACRUZ NO PASA NADA. La plenitud del pinche poder. Cuenta la
gente del bello Veracruz que la mayor aspiración del hombre de tez morena era,
como la de cualquier otro político instalarse en el poder. El maximato de
Fidel, el «fidelato». Por eso escogió a Javier Duarte como sucesor,
porque le resultó tan servil y complaciente a él y su familia que
cuando hubo que elegir, el factor de la familia de Fidel (que deseaba
perpetuarse otro sexenio de privilegios) pesó tanto que benefició a Duarte
sobre viejos amigos que ya se veían como los próximos en el pinche poder.
A Javier
Duarte le adjudicaron una serie de frases a lo largo de su mandato, casi
siempre relacionadas con la negación de la inseguridad, que por obvias razones
provocaron indignación y hartazgo. La primera que llegó para quedarse: «En
Veracruz no pasa nada».
El
piloncito: Después del huracán. Con más de un millón y medio de votos
(1,665,855), Cuitláhuac García Jiménez se convirtió en el gobernador
más votado de la historia de Veracruz. Después de la verbena que se vivió
en la entidad por el triunfo de García Jiménez, el panismo se preparó para
abandonar el Palacio de Gobierno y las dependencias estatales que había ocupado
por dos años con la ilusión de prolongarse otros seis.
Tras la
instalación del nuevo gabinete llovieron las denuncias penales contra Miguel
Ángel Yunes Linares y Jorge Winckler Ortiz, el cual fue investido por nueve
años como titular de la Fiscalía General del Estado (FGE). Este abogado sin
lustre declaró antes y después de la toma de protesta de García Jiménez, «que
no renunciaría al cargo».
El lamentable multihomicidio
ocurrido en fechas recientes en el bar «El Caballo Blanco» de Coatzacoalcos,
Veracruz mantiene enfrascados a ambos personajes en una lucha política,
totalmente ajena a la procuración e impartición de justicia, tan necesarias en
los días aciagos que sacuden a esa entidad en particular y al país en general.
En la cotraportada
del libro Violeta Santiago sentencia, «Veracruz: tierra de fosas
clandestinas y corrupción política, de homicidios a periodistas y lucha
sangrienta de cárteles. Lo que fue un estado de esplendor cultural hoy es
espejo de México donde se refleja el infierno de la impunidad y el delito».
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