Los de abajo
Gloria Muñoz Ramírez
En qué momento una comunidad indígena lanza el siguiente
mensaje: nuestra paciencia se agotó. Después de años de denuncias públicas
y luego de toparse con todos los caminos cerrados. Nuestra paciencia se
agotó es alerta, llamado, anuncio, límite que llega cuando la vida está de
por medio.
Y es justo lo que se juega la
comunidad mixe de San Pedro y San Pablo Ayutla, en Oaxaca, la cual no sólo no
tiene agua desde hace más de dos años, sino que también es amenazada con
incursiones armadas en su territorio y temen ser nuevamente atacados.
El gobierno de Oaxaca, denuncian,
ha evadido tocar el tema del grupo que cuenta con armas exclusivas del ejército
mexicano, y que está operando y encabezando las agresiones contra nuestra
comunidad, a pesar de todas las evidencias audiovisuales presentadas.
Las autoridades municipales de
Ayutla, representantes agrarios y responsables de agencias firman un documento
en el que exigen frenar al grupo armado de Tamazulápam y justicia por el
asesinato de Juan Guadalupe, ocurrido el 5 de junio de 2017, coincidente a la
fecha cuando resurgió la disputa por un manantial que dota de agua a ambos
pueblos.
A dos años de esta ofensiva,
organizaciones de derechos humanos acudieron a la comunidad y constataron que
no cuenta con conexión a su manantial debido a que fue destruido el
sistema de aguas y tuberías, lo que está provocando múltiples enfermedades a la
población. A esta violencia se suma que 27 familias han sido despojadas de
sus casas y terrenos por una invasión agraria de más de 200 hectáreas que busca
recorrer los límites reconocidos por ambas comunidades.
Hoy la situación es alarmante.
Las mujeres de Ayutla defienden su territorio y esto les puede costar la
vida. Nuestra paciencia se agotó, no toleraremos acuerdos encubiertos
entre la Secretaría General de Gobierno y autoridades de Tamazulápam, en
perjuicio de nuestro territorio. En caso de recurrir a incursiones arbitrarias,
nuestra comunidad ha comenzado a organizarse para la defensa de nuestras
tierras, advierte la comunidad. Y bien se haría en escucharla.