La plaza principal de Tixtla se llenó de niños y
niñas, sus padres rodearon los costados y las sillas que se colocaron para
asistir al acto permanecieron vacías salvo algunas excepciones. La risotada
daba vida a esta plaza, 40 payasos hacían correr y girar a pequeños seres humanos,
sus rostros pintados con muchas combinaciones hacían reír a los pequeños.
Volaban globos, corría un payaso por allá y otro por acá, los enormes pares de
zapatos contrastaban con los pies pequeños de los festejados.
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