Perfilando.
Por Iván Calderón
No
hay nada más imperativo que acabar de tajo con el cáncer social mexicano
llamado “corrupción”.
El
combate frontal a esta problemática en todo el territorio veracruzano es
urgente y necesario.
Lamentablemente esta práctica en Veracruz, es cosa de todos los días.
En
sí, forma parte de la memoria colectiva jarocha y tristemente ya no espantan las noticias en relación a esta
materia.
Y es
que resulta verdaderamente penoso que quienes abracen las causas contra las
corruptelas veracruzanas estén inmiscuidas en ellas.
Les
cuento.
El
pasado 11 de noviembre la legisladora perredista Ana María Condado Escamilla
ofreció un posicionamiento ante la máxima tribuna veracruzana.
Allí,
la diputada convidó hacerle frente a la corrupción, afrontar sus consecuencias
con responsabilidad y a dar seguimiento a los casos que involucren a los servidores
públicos.
Sin
reservas, Condado Escamilla se vistió en piel de oveja ante los parlamentarios.
La
congresista se hizo pasar como una blanca palomita.
Duramente, fue todo lo contrario.
Condado Escamilla en poco tiempo se tuvo que tragar cada una de sus
palabras.
Bastaron sólo 47 días para que se le destapara su cloaca particular.
Con
pruebas fehacientes y de primera mano a través del Notiver se denunció que la
diputada era una aviadora.
Así
tal cual, la legisladora pertenece también a la real fuerza aérea veracruzana.
En
otras palabras, cobra en otro lado y sin trabajar.
En
sí, la diputada local percibe más de 22 mil pesos al mes, anexos a su salario y
canonjías en el congreso.
Ella
cuenta con una plaza federal docente de primaria adscrita al municipio de
Acayucan, con clave presupuestal 073012E028100700251.
Además de una plaza estatal de Telebachillerato, como profesora asociada
C, adscrita a un plantel de Soconusco, con clave presupuestal
2312-340-3661-01592.
Vaya
que desnudaron a la guapa legisladora, quién en vez de solicitar la indulgencia
social ahora acusa que estas filtraciones son a causa de un revanchismo
político.
No
cabe duda que la corrupción no respeta ni colores, ni ideologías partidistas, y
mientras en un lado se descubren casitas, por otro se revelan placitas.
En
fin, los hilos se revientan por lo más delgado, y a Ana María esta vez le tocó
ser exhibida como un ejemplo más que el añejo mal de la corrupción se encuentra
por todos lados.
En
honor a la verdad, lo de la diputada y sus plazas es una burla más a los
veracruzanos.
Esta
vez ni su retórica acusatoria o sus baños de pureza la salvarán.
“A
palo dado ni dios lo quita”.
A sus órdenes.
@IvanKalderon
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