El asesinato de Jesús Javier Valdez
Cárdenas, periodista crítico, comprometido con el oficio, toca el corazón de
nuestra profesión.
La mortal agresión al reportero, editor, coordinador de
contenidos del semanario RÍODOCE,
corresponsal de La Jornada y escritor especializado en temas
de narcotráfico, es, sin duda alguna, un atentado a la libertad de expresión y
el derecho a la información.
Su muerte hiere, indigna, inunda de rabia y
de tristeza a esta casa editorial, que afín al semanario sinaloense en la
práctica de un periodismo crítico y sin concesiones, sólo encuentra una
explicación a esta barbarie: la impunidad como garantía.
Ante el desgobierno y la
palpable falta de autoridad en zonas cada vez más extendidas del territorio
nacional, nosotros los periodistas, como los ciudadanos en general, nos
encontramos en la indefensión.
La práctica del periodismo transparente,
sin componendas ni complicidades con el poder, nos están diciendo desde las
cavernas de la cobardía, tiene un costo: la sangre.
Si el objetivo ante el
asesinato y agresiones a reporteros en diferentes estados de la república –los
casos más recientes en Guerrero, Chihuahua, Jalisco-, es paralizar al
gremio y generar zonas de silencio, les decimos que se equivocan.
Proceso extiende
un dolido y hermanado abrazo a la comunidad de RÍODOCE.
¿Cuántos “¡basta ya!” hacen
falta?
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