Pedro Echeverría V.
1. Raúl Cervantes, el titular de la
PGR, llamó a combatir la corrupción desde su origen “porque es el principal
reclamo de la sociedad mexicana y hay que atacarlo en sus causas, no sólo por
sus consecuencias”. Señaló que la corrupción es un fenómeno de redes; ésta se
genera en la iniciativa privada, el servicio público, y a través del sistema
financiero. Vemos figuras que van desde la defraudación fiscal y pasan por el
lavado de dinero, así como otro actos de simulación; se practica en el
extranjero y hacen paraísos fiscales; compran activos, usan prestanombres o
empresas fantasma”.
2. Los tontitos creen ilusamente que
el gobierno no sabe, que ignora dónde se registra la corrupción y por ello no
la castiga; sin embargo –como se puede ver- conoce qué personas de la
iniciativa privada, del gobierno y del sistema financiero la encabezan, en
dónde están sus negocios y cómo se reparten las ganancias de la corrupción. Por
ello en México los amigos del gobierno dicen: “No me des dinero, sólo ponme
donde hay”. ¿Cómo hablar cínicamente de “perseguir la corrupción” cuando
perseguidores y perseguidos forman el mismo equipo? Por ello el presidente Peña
y su equipo, así como sus antecesores son lo mismo.
3. Corrupción no es solo robar o
desfalcar dinero sino todo lo que está ligado al fraude, a la mentira, al
soborno, a la compra de votos, a las trampas, a las falsificaciones, a las
amenazas, a las represiones y asesinatos. El asunto viene de arriba hacia abajo
y no podrá acabarse si como ejemplo no llevamos a la cárcel a los 500 más altos
funcionarios y empresarios, así como acabamos con el desempleo y los salarios
de hambre del 80 por ciento de la población. Así que de esos discursos contra
la corrupción de Peña, Osorio, Videgaray y el procurador Cervantes, ya estoy
hasta la madre de escucharlos; es cinismo puro. (1/VII/17)
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