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por Enrique Muñoz Gamarra
Las
armas han tenido una influencia muy grande en la vida de los hombres. En un
primer momento muy necesarias contra las adversidades de la naturaleza. Y,
luego, aún más necesarias, tras la aparición del excedente de producción, sobre
todo, para las clases dominantes que urgían en esos momentos de estos
instrumentos para doblegar a sus adversarios de clase. Por lo tanto, la
historia del hombre estuvo asociada, de una u otra forma, al uso de armas,
primero, defensivas y, luego, ofensivas. Por eso, hasta cierto punto debemos
decir, que la historia del hombre es también la historia de las armas.
n
efecto, el hombre de la comunidad primitiva construyó armas simples de
protección a base de palos y piedras. Luego vino el uso del metal (sables,
dagas, etc.) que revolucionó enormemente el arte militar. La pólvora y las
diversas armas de fuego que posteriormente aparecieron en la palestra de la
historia dieron el cariz completo de lo que en verdad eran los pertrechos de
guerra en manos de los hombres. Los armamentos nucleares y las sofisticadas
armas de combate de hoy son también muestras de esa direccionalidad que han
venido asumiendo las sociedades clasistas a lo largo de estos últimos tiempos.
En la sociedad capitalista, sus clases
dominantes, en este caso, las burguesías financieras, han desarrollado,
indudablemente, con persistencia sus armas y sus aparatos represivos. De eso no
hay ninguna duda. Se han valido de las diversas ciencias para lograr sus
objetivos. No les importó en lo absoluto los derechos humanos, ni el respeto a
la soberanía de los países, menos los tratados internacionales firmados a este
respecto. Por eso han desarrollado sus armas, sobre todo, los de contenido químico y biológico (armas
bacteriológicas), explosivos balísticos (bombas atómicas), misiles
antibalísticos (Escudo Antimisiles), todo esto incurso en la carrera
armamentista en que estaban enfrascadas por el control del mundo.
Sus fuerzas aéreas están dotadas de las más
modernas unidades de combate, como son, por ejemplo, las llamadas “nodrizas
aéreas del tipo KC-135”, los bombarderos estratégicos de larga distancia B-2,
sus cazas del modelo F-16, los aviones de asalto A-10 y unidades U-2 y RC-12,
de igual modo, sus fuerzas navales, sobre todo, submarinos autosuficientes de
por vida. Además, una serie de explosivos, como los de fósforo blanco que
atacan los órganos vitales del hombre y que algunos chistosos los denominan
“bombas inteligentes”, también las llamadas “bombas ecológicas” construidas a
base de tecnología “tecnobárica” que utiliza calor y presión para matar, los de
fragmentación que resquebrajan el subsuelo, los de racimo que dejan pequeñas
bombas sin estallar y que posteriormente causan grandes estragos en
la población civil, las balas con uranio empobrecido
impregnadas de material radiactivo que causan inenarrables penurias en los
seres humanos, también las llamadas mini bombas MINI NUKES con una capacidad
destructiva, más o menos, del tercio de la bomba atómica lanzada en Hiroshima y
listos para ser utilizados en cualquier operación militar como si fueran armas
convencionales.
Sus ofensivas en el aspecto psicológico,
sobre todo, dirigidas a quebrantar la resistencia psíquica y mental de los
seres humanos, han sido también muy profusas, que les han permitido, entre
otras cosas, perfeccionar sus cursos de torturas e interrogatorios haciéndolas
cada vez más insoportables e inhumanas. Sus estrategias de infiltración tanto
en las organizaciones revolucionarias como en las llamadas “sociedades civiles”
a través de una densa red de provocadores y delatores se han tornado en
prioritarias y de primer orden. A ello debe agregarse las “listas negras” de
personas opositoras a su cruel sistema a los que deben liquidarse sin
contemplaciones de ninguna clase.
Sus instrumentos de escucha en los
teléfonos móviles y fijos han desarrollado enormemente el espionaje, atizadas,
aún más, por las bondades que les procuran los satélites, la Internet, tarjetas
de crédito, tecnología biométrica (identificadores portátiles de individuos aún
en medio de muchedumbres de acuerdo a sus rasgos previamente almacenados en una
base de datos, su uso en los pasaportes ya se estaría dando en algunos países
desde fines del 2006 a partir de un Chip que se les agregaría en dichos documentos
con los detalles de la identificación del portador, que no serían otra cosa,
sino, sólo fichajes al estilo nazi) y el control absoluto del espacio como
consecuencia de los nuevos hitos tecnológicos ocurridos en estas últimas tres
décadas en el mundo que los habría llevado a poseer grandes conocimientos en
esta materia.
De ahí parte la importancia que conceden a
las inversiones en estudios del espacio (alta atmósfera) que tienen objetivos
cien por ciento militares. Sus fuerzas represivas están equipadas ahora con
modernos instrumentos de combate, entre los cuales figuran, visores nocturnos,
designadores lazéricos, sistema de comunicación individual y equipos de
comunicación GPS. Y, en lo que refiere a sus formas de organización, sobre
todo, de sus aparatos clandestinos y paramilitares su evolución ha sido
bastante fuerte. Es decir, una gama de armas destructivas y nuevas formas de
organización militar, cuyo logro ha tenido que pasar por una cuantiosa
acumulación de conocimientos en materia de destrucción y matanza de seres
humanos y a las que se prestaron seudo-científicos utilitarios.
Como vemos, en esto, si, los ejércitos de
ocupación están sumamente adelantados, son muy expertos en matanza de seres
humanos y en general están muy bien equipados para ejecutar atroces genocidios.
El asunto es muy serio y lo dicho aquí es demasiado corto como para mencionar
la totalidad de sus atrocidades y ello es doblemente preocupante en este
momento en que el sistema imperialista ha ingresado a un periodo muy grave de crisis
que obliga a las burguesías financieras ha actuar con premura y desesperación,
desconociendo, incluso, las nociones de la propia lógica y, convirtiéndose,
además, en una clase abiertamente reaccionaria que no escatima esfuerzos en
aplicar las más siniestras políticas de exterminio contra la humanidad.
Ejemplos de ello son los que hoy se aplican
en el Medio Oriente (uso de misiles manipulados desde helicópteros para
asesinar a un solo individuo) y en Colombia (arrasamiento de pueblos enteros
como lo hicieron en Vietnam). Al respecto sólo debemos escuchar a las
organizaciones humanitarias y de derechos humanos, en cuyas manos se encuentran
las más increíbles denuncias de atentados contra la vida de los seres humanos.
De ello, resulta, que todos los Estados
capitalistas se sostienen en la fuerza de sus ejércitos. En otras palabras se
sostienen en el poder de sus armas. Sin las armas no son nada. Esto es muy
evidente en la actualidad: la única industria próspera de los EEUU es la
industria militar, el resto es deficitaria. Sus principales estrategas conocen
esta situación y por eso sus directivas avanzan, invariablemente, con dirección
a la carrera armamentista (escudo antimisiles, fabricación de armas nucleares
en miniatura, etc.) y al fortalecimiento de sus organizaciones clandestinas que
hoy avanza a la sombra de sus servicios de inteligencia o “comunidades de la
inteligencia” (el Estado capitalista hoy ha ven ido a ser, en lo fundamental,
el servicio de inteligencia).
Y, en este ordenamiento de cosas, el Estado
viene a ser, un instrumento muy importante para los fines y objetivos que
persiguen las burguesías financieras por el control del mundo. Estos quieren
que los Estados sean instrumentos eficaces, militarizados, aplastantes y
rápidos, principalmente, contra las organizaciones revolucionarias. Los
aparatos estatales deben estar plenamente identificados con sus intereses,
todos sus engranajes, tanto legales como clandestinos, deben servir a sus fines
y objetivos.
Existe un proceso de afianzamiento de sus
aparatos clandestinos. Los Estados empiezan a consolidarse como verdaderas
maquinarias militares de coerción de clase al servicio de la burguesía. Estos
son aparatos marciales de coerción extremadamente vivos, muy activos y en gran
movimiento. No son aparatos pasivos como pretenden hacernos creer las
burguesías financieras. La lucha de clases ha empujado de manera muy fuerte a
esta situación. Por lo tanto, la tendencia es a la primacía de sus engranajes
clandestinos. Hoy ese proceso es puntual en todos los Estados capitalistas.
En efecto, antes del siglo XX, los
ejércitos vestían vistosos uniformes para diferenciarse de sus enemigos en el
campo de batalla, hoy esos uniformes y esas formas de batalla no sólo son
obsoletas y recuerdos del pasado, sino, inclusos, contraproducentes al quehacer
militar. Los ejércitos regulares y uniformados también están pasándola museo de
los recuerdos de la historia y eso lo saben muy bien los estrategas de los
ejércitos de ocupación imperialista. Hoy es la época de los ejércitos
irregulares y clandestinos, que para las burguesías financieras, no son otra
cosa, sino, escuadrones clandestinos, paramilitares, mercenarios, confidentes e
incondicionales.
Un ejemplo de esto lo tenemos en el caso de
la ocupación iraquí en el que estarían involucrados unos 160,000 soldados
norteamericanos y 180,000 mercenarios reclutados por empresas de seguridad
privados y al mando del ejército de ocupación ( los datos son de octubre del
1007). Los principales estrategas del Pentágono y la CIA de los Estados Unidos
de Norteamérica saben perfectamente que en Corea (1950-53), Vietnam (1975),
Líbano (agosto del 2006), y, en este mismo momento, en Irak, fueron y están
siendo derrotados por un ejército de nuevo tipo, muy diferente y superior a la
suya, pues, de nada sirvieron los miles y miles de bombas arrojados sobres
estos pueblos con el fin de doblegarlos.
Y, en esas condiciones, es bien claro que
sus estructuras clandestinas han devenido en muy importantes para su existencia.
Los efectos d este proceso se ven con mayor claridad, sobre todo, en los países
en conflictos, como en el caso colombiano, en el que se mostrarían como “paras”
de paramilitarismo y, en Irak, como bandas asesinas encubiertas tras las
“agencias privadas de seguridad” como la blackwater en una cantidad realmente
impresionante (hay por lo menos un cuarto de millar de estas empresas actuando
en esa zona).
Pero el accionar de esos aparatos
clandestinos, ya sea como grupos paramilitares o escuadrones de la muerte, no
sólo se circunscriben a estos países, sino, también, a los países confortantes
del bloque ex soviético, donde se han constituido en verdaderas “puntas de
lanza” en la concreción de las execrables contrarrevoluciones fascistas
llevadas adelante en estas regiones y llamadas cínicamente como “revoluciones
naranjas”, ahí tenemos por ejemplo, en Georgia el grupo paramilitar [qde
tendencia neonazi o facista] KMARA, en Ucrania otro grupo paramilitar [neonazi]
PORA, en Serbia el grupo OTPOR, etc., que realizaron escandalosas “protestas
callejeras” para traerse abajo a sus gobiernos y ponerlos luego en la orbita de
la OTAN, todas orientadas desde ONGs al servicio de los aparatos de espionaje
de los EEUU.
Y, finalmente, en los países donde se libran guerras de baja intensidad, han emergido como escuadrones de la muerte (escuadrones juveniles, escuadrones de pandilleros, escuadrones de barras bravas y escuadrones vinculados a las sectas religiosas), su base es el lumpen-proletariado que no vacila, ni un instante, en venderse por un “plato de lentejas”. Visto así el asunto, entonces, es plenamente justificable hablar de un proceso de militarización muy fuerte en los Estados capitalistas.
Y, finalmente, en los países donde se libran guerras de baja intensidad, han emergido como escuadrones de la muerte (escuadrones juveniles, escuadrones de pandilleros, escuadrones de barras bravas y escuadrones vinculados a las sectas religiosas), su base es el lumpen-proletariado que no vacila, ni un instante, en venderse por un “plato de lentejas”. Visto así el asunto, entonces, es plenamente justificable hablar de un proceso de militarización muy fuerte en los Estados capitalistas.
Las duras fricciones de clases y los nuevos
acontecimientos mundiales obligan a profundizar este proceso. Las burguesías
financieras necesitan de sus aparatos clandestinos con planes de mayor
envergadura que superen la capacidad operativa de sus fuerzas armadas
uniformadas. Este proceso se hizo aún más claro en estas últimas tres décadas
(1980-2007) en que la lucha de clases, sencillamente, se ha vuelto muy aguda,
sobre todo, tras los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Hoy la situación internacional es realmente
explosiva que muestra a un ejército norteamericano muy poderoso distribuido a
lo largo y ancho del planeta y equipado con las más mortíferas armas de
exterminio que agudiza extremadamente la lucha de clases en el mundo entero.
Ello es innegable, no es hablar por hablar, se da en los hechos. Si no, veamos:
¿A qué se debe el estacionamiento de poderosas flotas navales de ataque
(portaviones cargados con mísiles antibalísticos) en el océano pacífico,
atlántico e índico, asimismo, en los mares mediterráneo, arábigo, etc.? ¿A qué
se debe la existencia de modernas flotas de aviones y helicópteros a lo largo y
ancho de los cinco continentes? ¿Por qué los Estados Unidos de Norteamérica
tiene 1000 bases militares distribuidas en todas las regiones del mundo
equipadas con las más modernas armas de combate, incluidas las armas nucleares?
¿Por qué los Estados Unidos de Norteamérica
tiene centenares de ojivas nucleares en Corea del Sur y otras tantas en Israel?
¿Por qué desarrolla constantes movimientos de tropa, sobre todo, prácticas
navales, aéreas y terrestres en detrimento de la soberanía del resto de los
países? ¿Por qué los Estados Unidos de Norteamérica se orienta en forma
desesperada y a gran escala a la fabricación de armas nucleares en miniatura
para ser utilizadas como armas convencionales, sobre todo, tras sus desastres
en Irak, Afganistán y Líbano? ¿Por qué los Estados unidos de Norteamérica
pretende establecer mortíferos cohetes nucleares antibalísticos llamados como
Escudo Antimisiles en regiones como Europa del Este? Y, finalmente:
¿Por qué los Estados Unidos de Norteamérica no respeta el Estado de Derecho Internacional? Esto agudiza en extremo la lucha de clases, torna insoportable las contradicciones interburguesas y pone en grave peligro la estabilidad internacional.
¿Por qué los Estados Unidos de Norteamérica no respeta el Estado de Derecho Internacional? Esto agudiza en extremo la lucha de clases, torna insoportable las contradicciones interburguesas y pone en grave peligro la estabilidad internacional.
Y, así, finalmente, en este mismo contexto
fluye su última ofensiva militar denominada como “guerras preventivas”. Es una
ofensiva de grandes dimensiones que persigue: primero, preservar y ampliar a
cualquier precio sus áreas de influencia. Segundo, aplastar a los países
denominados como “ejes del mal”, “Estados canallas” o “Estados fallidos” (Irán,
Corea del Norte, Cuba, Siria, Líbano, Bielorrusia y Zimbabwe).
Tercero, apropiarse de las cuantiosas
reservas financieras internacionales de China como lo hicieron en los años 90
del siglo pasado con los bienes de varias generaciones soviéticas. Cuarto,
desmembrar Rusia y China que es el más caro anhelo norteamericano. Y, quinto,
como consecuencia de lo anterior, desarrollar toda una política de
hostigamiento en esta región, como lo demuestran, entre otras, su intromisión
en Pakistán, Myanmar-Birmania y, mucho más aún, en Oriente Próximo, Afganistán,
Irak, Irán, además de su publicitadísimo proyecto antimisiles en Polonia y
República Checa e incluso la ampliación del teatro de sus operaciones al
“Cuerno del África” (Somalia, Sudan, etc.).
Esta es una ofensiva, cien por ciento
militarista. No tiene otra alternativa para salvaguardar sus zonas de
influencia. Sólo la guerra garantiza su existencia. Los preparativos de una
próxima conflagración mundial están a la orden del día. A esa dirección avanzan
inexorablemente los principales acontecimientos del mundo actual. Aparentemente
se estarían forjando dos frentes, el frente norteamericano, con Inglaterra,
Japón y otros países imperialistas apoyados por la OTAN y, el frente encabezado
por China y Rusia con su bloque denominado como “Organización de Cooperación de
Shangai” conformada, demás, por Kazajstán, Kirguizistán, Uzbekistán, Tayikistán
y sus cuatro países observadores (India, Irán, Pakistán y Mongolia).
Visualizar estos hechos, particularmente,
la profundización de la grave crisis económica del sistema imperialista
(cuantiosa deuda norteamericana, abultado déficit comercial y fiscal,
devaluación del dólar y prácticamente el inicio de la recesión mundial aún más
profunda que la de 1929) es de gran valor para entender la situación actual del
mundo.
Enrique Muñoz Gamarra, La
Convención, Cusco, Perú, 1954. Sociólogo, investigador y escritor. Egresado de
la Universidad San Martín de Porres de Lima. Especialista en asuntos
internacionales. Hoy es un investigador independiente.
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