14 de abril de 2013

EL DESPERTAR

Parece intentar una restauración del viejo sistema....
La nostalgia por el tlatoani
José Agustín Ortiz Pinchetti

Un amigo me comentó que el proyecto de Peña producía entusiasmos en el llamadocírculo rojo (expertos, poli­tó­logos, líderes de opinión, grandes empresarios enterados). Esto ha si­do ratificado por los sondeos: 78 por ciento de los líderes de opinión aprobó la labor de Peña. Sin embargo, los ciudadanos comunes y corrientes ( círculo verde) apenas lo aprueban en 50 por ciento y le dan un mediocre 6.3 de calificación (Reforma, 1º y 7 de abril). Abajo del inepto Calderón y muy abajo del frívolo, tramposo e inepto Fox en momentos equivalentes. ¡Una contradicción interesante!

Peña no tiene proyecto explícito. Parece intentar una restauración del viejo sistema. No de la última época andrajosa, los últimos 30 años, en que participaron PRI y PAN, sino la épocagloriosa de la Presidencia im­perial. Es muy probable que en el círculo rojoexista la fantasía de que volveremos a tener un presidente fuerte con un partido hegemónico y con instituciones disciplinadas a la línea general. En ese círculo predomina una cultura cortesana. No sienten mucho apego por la democracia donde la competencia sería efectiva y donde los dones y beneficios que llegan desde el poder tendrían que transparentarse y ser mucho menores. En cambio en la población abierta hay la fuerte intuición de que las cosas no están funcionando y que no funcionarán con Peña. Junto con la pobre calificación a éste aparece una insatisfacción intensa con las instituciones y con la democracia mexicana. Lógico: las elecciones de 2012 resul­taron inauténticas o abiertamente fraudulentas para más de 60 por ciento de los ciudadanos verdes.
Como pronto se verá, la restauración (aún acotada) estará difícil. No hay elementos para asegurar que la política económica desastrosa en términos de distribución del ingreso y fortalecimiento del mercado abierto pueda modificarse. Y si no es así el crecimiento seguirá siendo insignificante. Es muy difícil que Peña desactive la inconformidad social. La cruzada contra el hambre es a la vez reconocimiento del desastre social, forma de control populista de los electores más pobres y oportunidad para inmensos negocios. Lo de Elba Esther fue prueba de cómo se administra la impunidad. Veremos cuántos otros peces gordos caen.
Si Peña no logra garantizar la seguridad pública y estimular la economía, de poco le servirá el control que tiene sobre los medios de masas. Una población cada vez más alerta lo observa. La mayoría de los ilustres miembros del círculo rojo mantendrán por un rato la ilusión del regreso del tlatoani que conllevaría, mágicamente, estabilidad y fluidez (sobre todo para ellos). Pero México es otro país. No porque los políticos o los líderes de opinión sean mejores, sino porque una enorme masa de la población ha cobrado conciencia de sus males y del poder que tendría para corregirlos si se organiza.

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