Cámara húngaraHugo García Michel
Conocí al ingeniero Heberto Castillo en 1976. En febrero de ese año, mi entonces esposa y yo nos afiliamos al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) en una asamblea popular en el centro de Tlalpan. Recuerdo que esa tarde conocimos también a Eduardo Valle, El Búho, y a otros futuros compañeros. Una semana después, mi mujer fue nombrada secretaria de Relaciones Femeniles y yo secretario de Relaciones Culturales del Comité Delegacional Tlalpan. Como tales, acudimos a nuestra primera asamblea nacional ordinaria en la sede del PMT, un viejo y destartalado edificio en la calle de Bucareli. Ahí vimos por primera vez a Heberto Castillo.
Desde aquel día mi admiración por el ingeniero fue creciente. Ya sabía de él desde años atrás, pues fue uno de los académicos dirigentes en el movimiento estudiantil de 1968 y preso político en Lecumberri por esa causa. Había leído muchos de sus textos y sabía de sus esfuerzos, al lado de personajes como Demetrio Vallejo y Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, por construir una nueva opción política de izquierda. Se trataba de conformar una alternativa progresista, nacionalista, democrática y antipriista.
Vi muchas veces a Heberto a lo largo de los tres o cuatro años que milité en el PMT. Asistí a varias de sus pláticas y conferencias que además de instructivas eran amenas y muy divertidas, debido al irónico sentido del humor de que hacía gala. Leí varios de sus libros y hasta tuve el honor de que escuchara algunas de mis canciones. Cuando el PMT se fundió con el PSUM y otros partidos, para constituir el PMS y más tarde el PRD, mi militancia fue disminuyendo. Sin embargo, mi admiración por Heberto continuó incólume, incluso cuando en 1988 declinó su candidatura a la Presidencia de la República para dejarla en manos de otro ingeniero, Cuauhtémoc Cárdenas.
El viernes antepasado se cumplieron 16 años del fallecimiento de Heberto Castillo. Lo recuerdo con gran afecto como un esplendido ser humano, como una mente brillantísima, como un verdadero hombre de izquierda y como el político mexicano más honesto y congruente que he conocido.
Un héroe, en el mejor sentido de la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario