Por Iván Calderón
Perfilando.
Aún falta mucho trecho para la elección a candidato a gobernador en Veracruz y los motores de la polarización ya están encendidos.
Hay que decirlo, como en todo proceso político, se sueltan mitos y realidades.
En tierras jarochas, los diferentes sectores de la sociedad empiezan a dar por ciertos algunos argumentos que quedarán en su momento en el limbo legal, ó de llegar a darse, será catastrófico para el desarrollo del estado.
Uno de ellos, los dos años de mandato constitucional.
Es una realidad, si la legislatura llegara a aprobar un bienio electoral será un suceso desafortunado para los veracruzanos.
Sin pensarse en los daños colaterales, el partido en el poder estará apostando hasta su permanencia en el Palacio de Gobierno.
Bajo el contexto de dos años, seguramente el Revolucionario Institucional no logrará acordar con todas las corrientes del partido.
Sumándole al costo de las reformas y la situación social que vive el país, el tricolor será una institución sin potencia y sin rumbo.
Es más, todos estos argumentos aprovechados por la oposición, con un buen candidato emanado hasta del mismo PRI que recoja a los heridos del Duartismo, pondrán en jaque al sistema.
Este escenario no lo quieren en el altiplano, ni mucho menos los priistas de Veracruz, quienes encabezados por el gobernador Javier Duarte siguen estudiando si aprobarán esta propuesta, o quedará detenida.
Incluso su mayor cabildero y expositor mediático, Alberto Silva Ramos ya se midió y se pesó.
El actual Coordinador de Comunicación Social y presumiblemente próximo diputado federal sabe perfectamente que no le darán los números.
Beto Silva no podrá ser un gobernador chiquito.
El oriundo de Tuxpan conoce perfectamente sus alcances, y se encuentra en el entendido que esta responsabilidad de llegar a darse, seguramente caerá en un político perspicaz, que acuerde con todos, que gane amigos, de piel morena y sangre sureña.
Pero esta es otra historia.
Lo que sí es cierto, es que el tema de los dos años de gobierno sería una complicada apuesta de un PRI Veracruzano que con un liderazgo de plástico, vive los peores momentos de su historia.
Es un contexto efectivo, la Presidencia no querrá perder a Veracruz.
E indudablemente en el 2016 se elegirá a un candidato que sea cercano a las políticas públicas del Gobierno de la República.
Seguramente esta figura caerá en José Yunes Zorrilla un senador afín a la estrategia económica de la federación.
Además de esto, Pepe Yunes cuenta con el respaldo irrestricto de líderes, sectores, organizaciones, iniciativa privada y sociedad civil.
Esto ya lo demostró.
Desafortunadamente algunos jóvenes prósperos y hasta el mismo Héctor Yunes adelantaron los tiempos.
Ellos mismos forzaron a la gente, al gobernador y al presidente.
Faltando menos de dos años para la elección el panorama se está aclarando y existe un senador que recorre mesuradamente todos los rincones del estado preparando así su plataforma electoral.
Sólo falta una lucha épica.
Todo será a favor o en contra de un bienio administrativo.
Será nuevamente el tema de moda, pero después de los centroamericanos.
A sus órdenes
@IvanKalderon
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