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¡Por nuestros
camaradas proletarios! ¡Resueltos a vencer! ¡Con la guerra popular! ¡El EPR
triunfará!
El insurgente
Año 22 Nº 186 Junio de
2018 Pág. 18, 19, 20 Y 21.
¿LAS VÍAS DE LA
REGENERACIÓN?
¿Cuál sería la
novedad o lo revolucionario de la “transformación del país” con el proyecto
político de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en la carrera
presidencial? Ninguna, tomando como referente que reiteradamente a hecho
mención de Benito Juárez como su máximo exponente político y de rectitud
institucional, podemos llegar al fondo de su propuesta política. Recurrir a
Juárez, al gran cimentador de las bases del desarrollo capitalista liberal en
México, ¿qué significa? La figura de Benito Juárez representa el triunfo de los
liberales sobre los conservadores, por un lado, pero estructuralmente y de
fondo significó el triunfo de las bases capitalistas bajo estos esquemas de
desarrollo, así quedaron consagrados los intereses de la burguesía liberal en
la constitución de 1857.
Una vez puestas las
bases constitucionales vino una estabilidad institucional, fortalecimiento del
Estado capitalista; por eso no es casual que en esta época se encuentre el
origen de la clase obrera como tal en nuestro país. Algo tan natural como el
propio desarrollo histórico: la explotación económica capitalista engendra al
obrero como clase social; y, las bases políticas jurídicas de esta explotación
fueron puestas por el Benemérito de las Américas.
El desarrollo del
régimen capitalista corrió a cargo del porfiriato con el incipiente desarrollo
industrial que introdujo al país, y que tuvo su fiel expresión en la
construcción ferroviaria. Tampoco es casual que hoy en plena crisis política
del régimen, cuando el sistema político mexicano está en franco descredito y en
conjunto la democracia burguesa se encuentra sumida en la ilegitimidad y
podredumbre, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) evoque a Juárez al tiempo que
promete la regeneración nacional. Pero ¿De qué regeneración habla? Si para él,
Juárez es un referente político moral, igualmente sus acciones como jefe de
Estado deben ser una guía, sobre todo en materia económica dado que es el punto
nodal de la cuestión tanto en tiempos de Juárez como en la actualidad. Y,
¿cuáles eran las condiciones laborales y de vida de la clase obrera emergente
en esa época “dorada” del triunfante Estado liberal mexicano?
La realidad era
cruda, “En un principio, "el Estado liberal se apegó estrictamente —en lo
concerniente a la cuestión social— a la máxima del laissezfaire, esto es, la total abstención de intervenir en las
relaciones obrero patronales; aunque sí cumplió, y a la perfección, su papel de
gendarme del capital". Estaban prohibidas las huelgas. Las jornadas de
trabajo llegaban a durar 16 horas; los horarios se imponían al arbitrio de los
patrones; los trabajadores no tenían viviendas propias: habitaban en sitios que
les alquilaban los propios dueños de las fábricas donde laboraban; comían lo
que compraban en tiendas de raya, y estaban sujetos a malos tratos.” (RAÚL
TREJO DELARBRE). Tomamos específicamente las condiciones de la clase obrera por
ser la época juarista la que brindó las bases de su nacimiento como clase y
porque hoy, a más de 150 años, sumido en una crisis estructural, el desarrollo
capitalista en nuestro país demanda un nuevo impulso en relación con el papel
que ocupa en la división internacional del trabajo, vinculado directamente a la
crisis mundial que vive el capitalismo y las profundas contradicciones que se
expresan de forma aguda en cada país capitalista con sus particularidades. Y
porque en los datos económicos reales hoy la clase obrera es cuantitativamente
superior; y potencialmente más peligrosa para la burguesía que hace siglo y
medio.
Actualmente el
proletariado en nuestro país tiene una tendencia de crecimiento, máxime con el
impulso capitalista que se le está dando, las reformas neoliberales, Zonas Económicas
Especiales y toda la aplicación de los postulados económicos del
neoliberalismo. He ahí la encrucijada electoral de la oligarquía en nuestro
país, la contradicción que pretenden resolver en esta coyuntura, pero que como
toda contradicción genera roces, desacuerdos y rupturas interburguesas no
antagónicas.
El sistema político
en el que Juárez se apoyó para ejecutar el programa económico de la burguesía
liberal, es el que hoy padecemos de forma renovada con la revolución mexicana
de 1910, se selló con la constitución de 1917 que dio nuevos bríos al
desarrollo capitalista, de la que se apropiaron como beneficiarios los que
hasta ahora detentan el poder.
En ningún momento
desde que fueron puestos sus cimientos el capitalismo ha cesado en México, sólo
se ha ido ajustando de acuerdo a la política económica imperialista, a lo que
las juntas administrativas, sobre todo la actual, técnicamente llaman “la
dinámica del desarrollo económico mundial”. ¿Alguien lo duda? Tomemos un
ejemplo: “El código penal prohibía las huelgas y castigaba, en la ciudad de
México, con arresto de 8 días a tres meses y multas de 25 a 800 pesos a quienes
intentaran un alza o baja de los sueldos o impidieran el libre ejercicio de la
industria o el trabajo por medio de la violencia física o moral.” (ESTHER
SHABOT). En esa época claro está, ¿Y qué diferencia existe con la legislación
laboral actual? En esencia ninguna. A esa figura política y ese modelo
políticoeconómico es al que se refiere el proyecto de MORENA a través de su
abanderado que hace apología en sus discursos pro juaristas, ¿dónde está el
cambio profundo de sus planteamientos, o lo revolucionario? es el desarrollo
capitalista liberal que institucionalizó Juárez lo que está de esencia en dicho
programa.
Su llegada a los
Pinos, más allá de los oligarcas que se oponen por contradicciones en cuanto al
modelo de desarrollo capitalista, no estaría fuera de lo que demanda el
régimen, mucho menos marcaría una ruptura con el imperialismo y los causes del
desarrollo capitalista mundial en los que México se encuentra. Al contrario,
una administración federal morenista como panorama garantiza algo estratégico:
Los capitales están a salvo, no hay riesgo de muerte que se corra en manos del
“regenerador de la patria”, al contrario, la continuidad capitalista con nuevos
bríos está garantizada. Representa la salida “dolorosa” para la oligarquía en
nuestro país a la crisis política que enfrenta el régimen, y es para el pueblo
el paliativo político que sella aún más el dominio de clase bajo el velo del
cambio y la regeneración.
Y en dejar claro esto
se ha esforzado en esta última candidatura el político de Tabasco, para atajar
toda duda denodadamente se ha dedicado a enviar mensajes y declarar
abiertamente el respeto al capital y a los oligarcas, apela sólo a reglas
mínimas de explotación y opresión capitalista que hagan más justo y llevadero
el capitalismo; por ello habla de su constitución moral.
Su “gran”
planteamiento regenerador, en lenguaje y teoría liberal burgués significa una
especie de renovación del “contrato social” y apelar a un “nuevo pacto social”
donde se pondere la propiedad privada de los medios de producción. O lo que es
lo mismo, se llama a reconsiderar las “normas” o “códigos de ética y/o
comportamiento” burgués en cuanto a la forma de explotar y oprimir al pueblo,
de manera tal que puedan llegar a un “nuevo” pacto interoligarca, donde se
abran las puertas y la oportunidad a otros burgueses en la participación de los
grandes negocios, que el capital centralizado en pocas manos se comparta a más
burgueses.
En eso radica el
“gran conflicto de intereses” entre los que se agrupan en MORENA y los
oligarcas, un conflicto que se resuelve siempre por encima de los interese del
pueblo, a costa de éste, pero abalado por él mismo; a menos eso es lo que se
pretende desde el régimen y sus mecanismos. Así, la “regeneración nacional” de
consumarse, nacerá traicionada, a pesar del aludido principio de “no traicionar
al pueblo” del que hace gala política su representante. ¿Por qué? Porque se
presenta como defensor del pueblo y representante de sus intereses, pero en los
hechos reales y de clase jamás se cuestionará o trastocará el régimen de
explotación y opresión capitalista, verdadera causa de la miseria y pobreza,
del terrorismo de Estado y de todas las calamidades que enfrenta el pueblo
mexicano, eso que el practicante de gandismo llama “el mal”.
Con dicha
administración se engrasaría a punto la maquinaria capitalista en nuestro país
en este siglo, se le estaría dotando de oxígeno al no encontrar solución las
contradicciones estructurales del capitalismo a nivel mundial. De hecho,
formaría parte de esa solución, una distensión de esas contradicciones; o
¿Acaso no hubo ya un Lázaro Cárdenas del Río en México precisamente en medio de
una crisis capitalista internacional y con una fuerte presión popular por ver
materializadas las demandas de la revolución mexicana? Lo que el “regenerador”
plantea y oferta, o lo que pide se sume el pueblo extendiendo su mano amorosa y
de perdón, es a un programa burgués, a la regeneración del capitalismo en
nuestro país puesto que en las actuales condiciones en que se encuentra se está
descomponiendo más aceleradamente con riesgo de muerte; su disolución como
régimen es lo que se trata de evitar si lo analizamos con ojo histórico a
futuro. Por eso llama a regenerar la patria de lo que él llama “el mal”,
haciendo “el bien”. Pero en lenguaje claro y llano, para el pueblo que enfrenta
las consecuencias del trabajo asalariado, el “mal” tiene identidad: explotación
económica y opresión política, y sus propaladores y ejecutores se llaman
oligarcas.
En ese sentido el
infierno se vive a diario, es el infierno capitalista. O ¿Acaso los cientos de
miles de detenidos desaparecidos, de ejecutados extrajudicialmente y
desplazados forzados no significan eso? y de ese infierno son administradores
los distintos gobiernos tanto federal como estatal y municipal, cuerpos
represivos, así como los defensores y personeros del régimen; sobre su conciencia
llevan esa responsabilidad y en la memoria del pueblo está también grabada la
tarea de hacer justicia; esto pesará sobre la consciencia también de todo aquel
que aspira a administrar este infierno.
No negamos que en las
aspiraciones de gran parte del pueblo se encuentre como referente a AMLO, que
en varios sectores sociales haya hecho eco el discurso de la esperanza y en
muchos despierte un sentimiento de optimismo la promesa de regeneración.
Incluso no negamos la legitimidad de estas aspiraciones y la confianza de una
parte del pueblo puesta en el representante de esta propuesta política; pero de
lo que si hay constancia probada para dudar es de los intereses que se protegen
con esta “alternativa” electoral.
O ¿Alguien ya olvidó
el 88 y lo que devino, el 2006 y su desenlace? O es qué se pretende omitir que
lo que devino hasta la actualidad es responsabilidad también y consecuencia de
no defender la voluntad popular por quienes se dijeron representar al pueblo,
defender sus intereses y no traicionarlo; la renuncia a defender hasta las
últimas consecuencias la voluntad del pueblo, cuando éste deposita su
confianza, siempre traerá un baño de sangre y el terror de Estado sobre él, ese
es el resultado de traicionar al pueblo.
Finalmente se es
pueblo al defender sus intereses por los métodos que sean necesarios o se es
“domador de tigres”; tal es la premisa política que plantea el momento y la
enseñanza que nos da la historia reciente de nuestro país. De parte de los
otros candidatos presidenciales es expreso y evidente su fidelidad al régimen y
a los intereses oligárquicos, en eso no le queda la menor duda al pueblo.
Representan oficialmente y de manera pública la continuidad de la política
económica neoliberal y el terrorismo de Estado, no se esfuerzan en ocultarlo en
sus propuestas y así lo reafirman cada que tienen oportunidad.
Lo que también es
evidente, es la necesidad de la vía revolucionaria para la consecución de los
intereses del pueblo, en ello ya no existe hilo negro que descubrir por más que
se esfuercen los defensores e ideólogos del régimen capitalista en lapidar como
inviable en el siglo XXI la alternativa revolucionaria, que lleva implícita una
verdadera transformación. Los causes del cambio radical para el pueblo en este
siglo vienen de la mano con la revolución socialista, lo acompaña la violencia
revolucionaria como antítesis a la violencia oligarca expresada en terrorismo
de Estado; ese es el horizonte que debe prevalecer en la consciencia de los
explotados y oprimidos en momentos de contradicciones del régimen.
FUENTE : CEDEMA
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