POR: ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO - 10/22/2016
Hoy todos escriben, todos quieren
expresar sus sentimientos y opiniones, pero, ¿quién lee? En cierta forma
la lectura es una actividad superior a la escritura; sólo podemos escribir con
el lenguaje que hemos adquirido leyendo. La lectura es la materia prima de la
escritura y la posibilidad de crear una obra que tenga belleza y
profundidad o simplemente claridad, se basa en las lecturas que hemos
hecho y lo que hemos aprendido de otros autores (sus palabras se vuelven las
nuestras, se mezclan con nuestros pensamientos y experiencias). Así se destila
la escritura, como una refinación del pensamiento no sólo personal, sino del
tiempo mismo.
Para muchas personas es más atractivo
escribir, tiene más glamour –algo que quizás se deba a la
inmadurez y al egoísmo–, pero grandes escritores nos dicen que la
felicidad en realidad está en la lectura. Borges es especialmente fértil en
este sentido: "la felicidad, cuando eres lector, es
frecuente". Y la célebre: "Que otros se jacten de las páginas que han
escrito; a mí me enorgullecen las que he leído".
Hay una frase contundente, que si
no mal recuerdo es de Juan José Arreola, "Si no lees, no sabes
escribir. Si no sabes escribir no sabes pensar". Una sencillez aforística
que debe ser el fruto de la labor intelectual de un buen lector.
Edmund Husserl escribe en su Lógica formal y Lógica trascendental: "El
pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente ligado a la
palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la conciencia, es
siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje". Así que si no tenemos
palabras, si no tenemos lecturas en nuestra memoria que enriquezcan nuestro
lenguaje, nuestro pensamiento será muy pobre. Las personas toleran no ser
buenos lectores, pero si se les dice que no saben pensar, esto lastima su
orgullo y, sin embargo, una condiciona a la otra. Así, la lectura es una
herramienta de desarrollo fundamental. Y donde mejor se desenvuelve esta
herramienta es en los libros, no en los pequeños artículos que dominan la circulación
de la Web; el encuentro con el lenguaje merece un espacio de concentración –el
medio es también el mensaje–, un encuentro a fondo con la mente de un autor que
puede haber muerto hace cientos de años pero que vive, al menos meméticamente,
en el texto que se trasvasa a nuestra mente.
Podemos también preguntarnos si es que existe o no la
conciencia sin el lenguaje. Aunque una primera lectura de las filosofías de la
India parecería indicar que para los pensadores que nos dieron el yoga y la
meditación, la conciencia existe más allá del pensamiento lingüístico (que
es, de hecho, todo lo que existe), como ocurre en los estados de absorción
meditativa (jñanas),
también se debe notar que en el hinduismo el universo es generado a partir de
la letra A del sánscrito, de la cual también se deriva la sílaba creadora OM.
Posteriormente, en el budismo tibetano la letra A del alfabeto tibetano
(parecida a la A del sánscrito) es también considerada una especie de
fuente cósmica creativa, y se representa como emanando los cinco elementos
en un thigle (bindu en sánscrito).
Tenemos por supuesto la cábala, donde el universo entero es lo que se produce
cuando se pronuncian los nombres divinos; la letra Aleph, tiene suprema
importancia (como exploró Borges en su cuento, donde el Aleph es justamente
como una especie de thigle o
punto donde se encuentra la totalidad del universo). Sin embargo, el mundo
es creado con la letra Bet, con la palabra Bereshit, que David Chaim Smith
traduce no como inicio, sino algo así como "inicialidad" (beginingness), para
denotar la constancia de la creación, un acto perenne que no ocurre en el
pasado, sino en el presente. En suma, el mundo se crea con la palabra y esto es
así no sólo en una visión esotérica o religiosa de la realidad, lo es en
nuestra vida cotidiana: sólo alcanzamos a distinguir las formas una vez que
tenemos los nombres.
De cualquier manera queda claro
que la lectura como surtidor de las palabras que animan nuestra conciencia es
un aspecto esencial de lo que es un ser humano que piensa el mundo.
Podemos existir sin pensar, y a veces el pensamiento se convierte en un
ruido que enferma la mente, pero en el pensamiento, con el poder de la
palabra, tenemos una potencia divina. Como escribió Hölderlin:
Sin embargo, nos compete, bajo la tormenta de Dios,
Oh poetas, erguidos y con la cabeza descubierta,
Asir con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre,
Y pasar, envuelto en canción, ese regalo divino a la gente.
Twitter del autor: @alepholo
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