PRIMERA PARTE DE II
“Soy alcohólico.
Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”, dice Martín Cabrera Zavaleta que
con cinismo sonríe junto a enfermos libelos que aplauden como focas las
estupideces del contagiado de VIH positivo.
Su nombre verdadero es Gaudencio, pero adoptó el
apellido de su padrastro del municipio de Zongolica. Su madre lo abandonó
porque le gustaba la fiesta y parranda en las cantinas del pueblito.
En una casa hogar logró salir adelante. A los 20
años la suerte lo favoreció y se convirtió en empleado de confianza del
ayuntamiento de Ixtaczoquitlán. El indio ladino conseguía sexo fácil al alcalde
en turno Máximo Luna.
Adoptó el nombre de su madre “Martina” como
compromiso hacia lo femenino. Creció en medio de la miseria, tugurios, y
piqueras famosas.
Sus escándalos son incontables, el más reciente
detenido por golpear a su amante que le pagó la cirugía plástica de bubis,
rostro, y nalgas.
Vive abiertamente y sin angustias sus preferencias
sexuales, sus excesos. No oculta nada y goza de los placeres de la vida porque
practica la extorsión y chantaje de cada fantasía que elucubra su cerebro
dañado por tanta cocaína.
Siempre esconde su turbulenta personalidad gay de
closet que lo lleva a traspasar los excesos del alcoholismo y la
drogadicción.
Es una persona celosa: “toda mi vida ha estado
dominada por los celos. Es lo único que no soy capaz de controlar. Es la clave
de mi carácter. Siento celos de todo sea hombre o mujer”, relata Martina
Cabrera.
Ebrio se acepta y vive sin prejuicios o angustias:
“siempre tuve una marcada preferencia homosexual, y nunca sentí culpabilidad
alguna. En el Palacio Municipal de Orizaba tuve varios novios”. (CONTINUARÁ)
No hay comentarios:
Publicar un comentario