8 de agosto, 2018
El perro
azteca o xoloitzcuintle (término derivado de
‘xólotl’, extraño, deforme, esclavo, bufón, e ‘itzcuintli’, perro) formaba
parte de la vida diaria de las culturas prehispánicas, y también de su
cosmovisión: se creía que este perro acompañaba a su dueño fallecido a
transitar el camino hacia el Mictlán -el inframundo azteca- para protegerlo y guiarlo, por ello también servía como ofrenda
funeraria para sus amos. Ello le daba un carácter sagrado y trascendental en la
sociedad mexica, además de otras importantes características que se mencionan
en las siguientes líneas.
Un perro antiguo
Es
una de las razas más longevas del mundo. Especialistas como Jorge Alvarado
aseguran que "este perro tiene más de 7 mil años de antigüedad sin que el
hombre haya intervenido en su generación".
Causó una rara impresión entre los europeos
Cuando los españoles llegaron a esta parte del mundo y se toparon
ante el xoloitzcuintle, un perro endémico de México y
Centroamérica, creyeron que se trataba de un caballo enano.
Fue mascota del tlatoani Moctezuma
Se
dice que este gobernante azteca llegó a poseer cientos de xoloitzcuintles en
su palacio. Al inicio, esta raza era propiedad de las altas clases mexicas,
pero con el correr de los años se fue haciendo popular entre el mismo pueblo.
A punto de extinguirse
Los
conquistadores lo usaron como alimento durante sus expediciones, un pretexto no
sólo para saciar su hambre sino también para erradicar las costumbres mexicas
que consideraban paganas, lo cual lo llevó al borde de la extinción. Para
suerte suya, este perro mexicano sobrevivió en la sierra de Oaxaca y Guerrero,
valiéndose de sus instintos.
Características del xoloitzcuintle
Su
ausencia de pelo y la pérdida temprana de su dentadura lo hacen una especie
única en el mundo debido a una mutación genética, aunque también hay extraños
ejemplares con pelaje. Los mexicas lo usaban para curar ciertos malestares
reumáticos cuando dejaban que el animal durmiera sobre la zona afectada.
Imagen nacional para los intelectuales
Como
una respuesta nacionalista a la imagen europeizada que México adoptó durante el
porfiriato, artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera o Rufino Tamayo rescataron
la imagen del perro azteca llegando a tenerlo como mascota o representándolo en
sus pinturas.
Una raza sumamente limpia
No
albergan ectoparásitos ni pulgas por la sencilla razón de que no tienen pelo,
lo cual los hace muy higiénicos. Asimismo no provoca alergias en las personas
que no pueden estar cerca de los perros.
Esta
raza se alimenta de lo mismo que cualquier otra: carne, croquetas y verduras.
Debido a que no tienen pelaje, su piel debe ser cuidada de manera constante.
Para ello es recomendable aplicar una crema de origen vegetal sin perfume una
vez por semana. Evitar los productos base de sábila pues incrementan la
absorción de los rayos solares. Después del baño se aconseja ponerle alguna
crema hidratante con vitamina E para la humectación de su piel y mantenerla
suave y tersa.
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