Orizaba, Veracruz.
El
asesinato de conocido abogado cometido la tarde de este viernes, a tan solo una
cuadra del palacio municipal de Orizaba, desnuda la realidad que en materia de
seguridad agobia a este Pueblo Mágico, dándole una bofetada al presidente
municipal Igor Rojí López, quien minimiza las estadísticas nacionales que
ubican a esta ciudad, en el top 5 en violencia y crimen en el estado.
De la otrora eficaz y
ejemplar policía municipal que figuró a nivel nacional como una de las mejores,
se cae como “castillo de naipes” y en los últimos dos años, la violencia se ha
acrecentado no sólo en materia de robos del fuero común sino en aquellos
delitos de alto impacto como las ejecuciones, los levantones y secuestros.
Orizaba permanece hasta
este año dentro de las ciudades con mayores problemas de inseguridad, por lo
que la Federación le entrega recursos año con año a través del programa de
Fortalecimiento a la Seguridad (FORTASEG), el cual no se le otorga por ser un
reconocimiento a la eficacia de la corporación municipal sino por los problemas
que la ciudad tienen para garantizar la paz y tranquilidad de la población.
La ciudadanía se ha
quejado de manera constante de los abusos de la policía municipal orizabeña,
quien en un acto de total discriminación, detiene, revisa y cuestiona a
cualquier ciudadano sólo por su aspecto, por andar en la calle con mochilas o
por caminar a ciertas horas por ciertos rumbos. Las revisiones no son gentiles,
a la gente se le trata como a peligroso criminal mientras con los grupos
delictivos que cruzan la ciudad, ni los ven ni los molestan, tal parece que
ante ellos se cuadran.
La Confederación
Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) ubicó a Orizaba dentro del top 5
de ciudades más inseguras en el estado de Veracruz, pasando por los delitos del
fuero común hasta el secuestro y asesinatos sin que la policía municipal cuente
con estrategia para hacer frente a estos hechos.
Sin duda y aún cuando
lo niegue Rojí López, la policía municipal ha entrado en un proceso de
descomposición preocupante, muestra de ello, fue el artero asesinato de los
hermanos Román y Ernesto Pérez González, donde no sólo hubo exceso de la fuerza
letal en contra de dos ciudadanos desarmados, sino además, se alteró la escena
del crimen para justificar que eran una amenaza, colocándoles armas a los
cuerpos.
Cabe recordar que la
Comisión Estatal de Derechos Humanos ya resolvió la flagrante violación a los
derechos humanos de los dos hermanos, en tanto que la Fiscalía General del
Estado procedió contra ocho policías responsable del crimen, pero se omitió
actuar contra quienes alteraron la escena, y la autoridad local sólo destituyó
al eterno jefe de la policía, puesto y dejado por Juan Manuel Diez.
El sistema de hacer
frente con la fuerza a la violencia, ya no le está dando resultados al
presidente Igor Rojí, quien prefiere invertir en equipamiento policiaco que
atender las causas por las cuales la gente se ve en la necesidad de delinquir.
Atender al pueblo no es su fuerte, prefiere hacer obras de relumbrón como ha
sido el sello impuesto por Diez Francos, para embellecer la ciudad y ocultar
los problemas sociales que se acumulan como “caldo de cultivo”.
Ni el planetario, ni el
tobogán en el cerro o el avión, serán suficientes argumentos para evitar que
Orizaba siga figurando en las estadísticas estatales de inseguridad y
violencia.
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