Pedro Echeverría V.
1. Con excepción de AMLO,
que en un tiempo batalló –sin intereses partidarios- junto a los trabajadores
petroleros por sus derechos, ningún expresidente de México fue antes un
luchador social; todos ellos surgieron de la burocracia gubernamental
defendiendo a su partido. La militancia en algún partido (fundamentalmente
electoral) ha hecho crecer los intereses personales o individuales de los
políticos; si a algún político le han crecido las garras de batallador ha sido
por tratar de llevar “agua a su molino”, a su partido. Los luchadores sociales
son otra cosa: son anarquistas, apoyan las batallas antipoder de los oprimidos
de cualquier sector, población o país, donde estas surjan. Basta con leer a Bakunin,
Kropotkin, Malatesta, que siempre fueron antipoder.
2. Los campesinos luchan
con los campesinos por sus intereses, los obreros batallan con los obreros, los
profesores luchan con los profesores; el luchador social lucha o apoya todas
las batallas contra el poder, incluso apoya los enfrentamientos de las mujeres,
los homosexuales y los locos. Jamás lucha o defiende sus intereses personales o
familiares porque considera que éstos siempre son sociales. Obviamente no es un
santo al servicio de los demás; el luchador social –al contrario- es un radical
que siente cualquier injusticia en carne propia, la hace social y radical
buscando que los demás la comprendan y las llevan a la calle, a las plazas, a
las escuelas, al campo. La categoría de luchador social no se obtiene en los
partidos, en el gobierno, en escuelas o universidades.
3. Lo que sucede es que
el trabajo de educación política, de desarrollo de la conciencia social, de
lucha de clases, de solidaridad con cualquier batalla de los oprimidos –dado que
son batallas sociales- no rinde frutos individuales. Si los campesinos,
obreros, maestros obtienen algo en sus lucha, sólo está bien si eso les da
continuidad a sus batalles, pero si los paraliza entonces es una derrota por
equivocación de la estrategia. Las batallas por la transformación y la igualdad
no se acaban nunca. Los campesinos tienen que conquistar la tierra y muchas
cosas más; a los obreros no le bastan limosnas salariales y los profesores
además de salarios deben transformar la educación. El luchador social siempre
debe estar muy atento a todos los problemas para explicar y agitar en torno a
ellos.
4. Un luchador social
sabe que mientras exista el capitalismo sus batallas tienen que ser
anticapitalistas y su objetivo es luchar por una transformación profunda que
llegue a la igualdad social. Sabe que los políticos sólo se acomodan a las
circunstancias que los ayuden a escalar cargos. ¿Al socialismo? Sí, pero
igualitario que jamás ha existido. En Rusia, China, Cuba, Nicaragua o
Venezuela, sólo existieron como ensayos fracasados porque el imperio yanqui y
el capitalismo mundial –junto a errores burocráticos de sus dirigencias- los
destrozaron con violencia de todo tipo. Pero el luchador social sabe también
que la clase dominante defiende su poder y sus propiedades con toda la fuerza y
violencia de que es capaz; el luchador social sabe que el pueblo, frente a esa
violencia, debe defenderse equiparablemente, como pueda. (26/III/21)
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