° Los muertos Inocentes que no reconoce el Gobierno de Veracruz.
° Y muchos mas que estan pendientes.
Dom. 2/10/11.
Gabriela Benitez Ibarra.
Oculta bajo la hojarasca está Gabriela, la hija de Bárbara, cubierta su piel con la tierra del Santuario de las Garzas, en Xalapa. Aquí aguarda para ser hallada, desde hace más de tres meses.
Gabriela no se fugó de casa, como afirmó el procurador de Veracruz, Reynaldo Escobar Pérez, “harta de los regaños de su madre”. Gabriela no huyó de la “violencia intrafamiliar”, tal como argumentó la autoridad al negarse a iniciar una averiguación previa por su desaparición.
Ella tiene planes que no abandonaría. Quiere ingresar a la Universidad Veracruzana, a punto como está de concluir la preparatoria, y estudiar arquitectura.
Quiere nadar el domingo con sus amigas y leer a Nieztche, y a Poe, y a García Márquez. Y ver Amélie y El Increíble Castillo Vagabundo. Y quiere hacerlo todo muchas veces, porque, como escribió en una noche de febrero, “lo que sólo ocurre una vez, es como si nunca hubiera ocurrido”.
Ella es la niña de sonrisa amplia cuyo retrato pegan de día sus amigos y familiares en los muros de Xalapa, con la leyenda “Se busca”, y que por la noche la autoridad retira, como parte de las labores de limpia urbana.
Es la niña que se toma fotos con sus amigas de la prepa, para subirlas a Facebook, y que se declara abierta seguidora de Werevertumorro.
Gabriela no se fue por voluntad propia, por más que lo repita el procurador Escobar.
Ella esta aquí. Este viernes, tres jardineros han encontrado su cuerpo, al surcar el paraje eufemísticamente llamado Santuario de las Garzas, donde ya antes otras como ella han sido encontradas, sepultadas apresuradamente y cubiertas con arbustos.
Gabriela descansa ahora, entre la hierba, luego de que, el mismo 13 de julio en que desapareció, sucumbiera ante la pesadilla a la que fue sometida por desconocidos.
“No soy la única en Veracruz con hijos desaparecidos –dijo Bárbara, la mamá de Gabriela, hace dos semanas, al paso de Javier Sicilia por la entidad–, y no se nos toma en cuenta, por lo que solicito que se abran espacios dónde poner fotos de nuestros niños extraviados… no es posible que sí haya espacios para poner imágenes de políticos cuando vienen las campañas, mientras que difundir los rostros de los hijos de nuestra sangre, que son lo más sagrado, no le interesa a las autoridades. Veracruz –remató– es un estado con muchas deudas, sí, ya lo dejaron sin dinero… y ahora lo están dejando sin hijos”.
Alan Michel Jimenez velazquez.
El pasado 15 de septiembre, policías estatales a bordo de las patrullas 717, 436 y 431 se llevaron Alan Michelle y a su amigo Alejandro, cuando caminaban por la calle Playa de los Cocos. “Mi hijo iba por alimento para sus pollos –narra su madre, Rocío, a la prensa local– .Yo abordé a las patrullas y los patrulleros de la 717 me apuntaron para que no me acercara, que si yo me acercaba me disparaban… uno de ellos me dijo que lo buscara en la Inspección, pero mi hijo nunca llegó ahí”.
La señora Rocío narra esto a un costado del Servicio Médico Forense de Veracruz, donde fueron acumulados los 50 cadáveres que durante la semana pasada abandonó el grupo denominado Caza Zetas en calles de Boca del Río.
Fue aquí donde la madre de Alan pudo al fin hallar a su hijo, una semana después de que fuera secuestrado por policías estatales, entre los primeros 35 cadáveres arrojados el 20 de septiembre a un costado de la Plaza Américas.
Cabe destacar que, sobre la presunta implicación de agentes de policía en los recientes asesinatos, el gobernador Javier Duarte aclaró que “no existe denuncia ciudadana que nos permita verificar”.
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