La Iglesia de El Salvador tiene que ponerse las pilas, tiene que dolerle su gente. Tienen que visitar las casas de los albergues (en territorio mexicano) y ninguno de ellos lo ha hecho.” “Si México reconoce que todo ser humano que esté aquí independientemente de su verificación migratoria es un ser humano, es sujeto de garantías individuales.”
Asumió su tarea de defensa de los migrantes centroamericanos hace más de tres décadas. Alejandro Solalinde es la voz más conocida en el sur de México, en momentos en que la situación de los que buscan llegar a EUA es más frágil ante el crimen organizado.
La cara más visible en la defensa de los derechos de los migrantes centroamericanos que transitan por México es un sacerdote que tiene un albergue llamado Hermanos en el Camino, ubicado en Ciudad Ixtepec, en el estado de Oaxaca.
Su lucha no es fácil, pero asegura que la encara cada día con más determinación.
Estuvo recientemente en el país, invitado por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, donde dictó varias conferencias.
En agosto pasado se cumplió un año de la masacre de San Fernando, Tamaulipas. ¿Qué ha cambiado en este año? ¿ha empeorado la situación de los migrantes o ha habido una mejoría?
Los secuestros y toda la actitud delictiva contra los migrantes aumentó; lejos de menguar y aminorarse, aumentó. Pero, por otro lado, también despertó más la conciencia de mucha gente, reaccionaron los gobiernos de origen, de Centroamérica, dieron señales de vida, fueron capaces de unirse y exigir al gobierno de México respeto a los derechos de sus connacionales. También el gobierno (mexicano) se vio más presionado porque a partir de entonces la dimensión pastoral de la movilidad humana del episcopado mexicano y 40 organizaciones más nos unimos para pedir esclarecimiento de los hechos, pero también para buscar medidas preventivas.
Este evento nos dolió, obligó a varios cambios de personas, pero también ha estado obligando al INM a que esté cambiando personas, porque los que decían que habían pasado ya pruebas de confianza y verificación, resulta de que han cometido delitos y hay ahorita personas señaladas con procesos penales del Instituto de Migración.
También una cosa que me gustó fue que el presidente Mauricio Funes le recordó al gobierno de México que existe un acuerdo bilateral de no visas, y el gobierno de México tiene que hacerlo efectivo, no solo formalmente, sino también indirectamente a través de otros recursos que no sustituyan las visas o que den candados a este acuerdo mutuo.
¿La nueva ley quitó la penalidad de internarse en el estado mexicano como lo hacía la Ley General de Población?
Esa discriminación ya se habían modificado esos artículos. El problema ahora era cómo hacerlo operativo. Si México reconoce que todo ser humano que esté aquí independientemente de su verificación migratoria es un ser humano, es sujeto de garantías individuales.
El tránsito del migrante por México nunca fue fácil, pero ¿cuándo se produce el quiebre de que el crimen organizado, específicamente el narcotráfico, se mete?
De la experiencia que yo tengo, puedo decir que 2005 fue todavía un año digamos tranquilo, cuando todavía no se había disparado la voracidad de la delincuencia organizada, incluidos algunos políticos de alto nivel. Pero en 2006 ahí quedó claro que el negocio se iba a hacer a como diera lugar.
Recuerdo que en ciudad Ixtepec un edil, un presidente municipal elegido democráticamente, que fue el primero que dijo que iba a dar atención al migrante, que iba a poner una casa del migrante y que iba a cuidarlos. Fue la primera vez que yo escuché eso. Pero sucedió que lo mataron, y lo asesinaron exactamente en Veracruz.
Al año siguiente, después viene un presidente interino, Felipe Girón Villalba, este presidente impuesto por Ulises Ruiz Ortiz (exgobernador de Oaxaca) viene a ser como el caballo de Troya para lo que ellos habían soñado de hacer el gran negocio de la industria del “cachuco”, como le llaman despectivamente a los hermanos centroamericanos (que significa, “ca”: centroamericano; y “chuco”: cochino, en la jerga corrupta de los funcionarios bajos). Cuando empieza a transcurrir 2006 se dan las extorsiones, los asaltos pero no se habían dado los secuestros masivos. Se empiezan a dar los secuestros masivos en el istmo (de Tehuantepec) justo el día de la virgen, el 12 de diciembre de 2006. A partir de los últimos días de ese año se hacen cuatro secuestros más, a principios de 2007 se hacen dos secuestros más, siendo el más significativo el del 10 de enero de 2007.
Pero ¿qué sucedió? Se dio una lucha todo ese 2008, contra el gobierno, contra el narcotráfico, contra la delincuencia común, contra periodistas corruptos, vendidos, pagados por ellos mismos y no pudieron lograr nada. No me daban incluso el permiso para construir, pero gracias a Dios analicé bien las cosas y el régimen de tenencia de la tierra es comunal, entonces le pedí autorización a las autoridades agrarias y me lo dieron, el municipio no.
Mientras tanto, en 2009 comienza el “boom” de los secuestros. Lo que no dejamos hacer en 2007 y 2008 en 2009 fue inevitable, pero no en el istmo. Yo no lo permití, la Iglesia católica se mantuvo firme en la defensa de las personas migrantes y no es sino hasta 2009 cuando se da ya el disparo de los secuestros a nivel masivo en la zona de Veracruz y Tabasco, obviamente, Tamaulipas y esa parte de la frontera (norte). Aquí se llega a una cantidad registrada uno a uno de los casos de 9,758 migrantes en seis meses, dejando una ganancia de $25 millones.
El año 2010 aumentó la cantidad de secuestros y llegaron a 11,333, comprobando uno a uno con un acta circunstanciada, porque, primero, el gobierno federal no reaccionó al primer informe de los secuestros; segundo, no nos reconoció el número, regateó y cuestionó la metodología de los registros de los secuestros.
¿Cómo evalúa la respuesta del gobierno de El Salvador en la protección de los migrantes en México?
Es buena, pero es incipiente. Tengo que decirlo, la excónsul (en Arriaga, Chiapas) Vilma Mendoza es una mujer pionera que hizo de la protección consular un camino diferente, atrevido, porque dentro de lo que se le permite a un diplomático en un país extranjero, ella supo buscar espacios permitidos dentro de lo no autorizado. Tuvo pronunciamientos muy valientes, muy claros, que no estaban en consonancia con cierta timidez que ha tenido el gobierno de El Salvador y los de Centroamérica frente al gobierno de México, todavía le tienen demasiado “respetillo”, demasiado miedo. Yo digo que tratándose de sus ciudadanos eso debe perderse.
¿Cuál es la situación ideal para compaginar el trabajo de defensa consular con el trabajo que hacen ustedes?
A mí me ha llamado mucho la atención cuando el Gobierno de El Salvador, en concreto la Cancillería, nos invita y nos pone a trabajar por la protección consular, y la gran ausente es la iglesia local. Nosotros somos iglesia, de acuerdo, ¿pero la iglesia local dónde está? ¿está enterada? ¿les interesa? ¿les duelen sus connacionales? ¿qué pasa? Ella no ha estado. La Iglesia de El Salvador tiene que ponerse las pilas, tiene que dolerle su gente; ellos no van a cambiar solamente porque Solalinde lo diga. Tienen que visitar las casas de los albergues y ninguno de ellos lo ha hecho. No han sabido cómo es ese México que secuestra, que mata miles de sus connacionales. Ellos nunca van a sentir si no ven, tienen que moverse, dejar su oficinita.
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