11 de mayo de 2013

MADRES EN HUELGA DE HAMBRE/ PIEDRA EN EL ZAPATO


por Lilia Baizabal
“Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones”: Samuel Fielden 
Aun cuando los principios de las garantías individuales están en la Constitución, hace mucho tiempo más que están plasmados en el derecho internacional; México continúa ofreciendo muestras de corrupción, impunidad y de barbarie como resultado del fracaso en su sistema de procuración e impartición de justicia.
Entristece y preocupa conocer las acciones que madres de desaparecidos  han emprendido para obligar a funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR), investiguen, procesen a  criminales y ofrezcan respuestas sobre los miles de desaparecidos que engrosan las listas en poder de las dependencias de seguridad.
Cansados de tocar puertas, de ir y venir a las dependencias de gobierno, madres desesperadas buscan en la huelga de hambre ejercer presión pública para que les ofrezcan una respuesta.
Hartos de la corrupción, indiferencia y mediocridad con que se conducen la mayoría de los funcionarios de gobierno en sus tres niveles, las madres se dijeron decidas a morir incluso de hambre, que continuar viviendo llenas de dolor, tristeza y preocupación por no saber qué ha sucedido con sus seres queridos que les fueron arrebatados.
Poco más de 35 mil desaparecidos en los últimos 7 años en México. Escasas o nulas respuestas de las autoridades para detener esta grave situación, que no solo ha afectado a los presuntos responsables, sino a miles de ciudadanos inocentes que tuvieron la mala suerte de “estar en el lugar equivocado”.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) dio a conocer este viernes, que en lo que va de la gestión de Enrique Peña Nieto se han registrado 5 mil 296 muertes vinculadas a hechos presuntamente relacionados con bandas de la delincuencia organizada.
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En ninguna línea de las informaciones oficiales se habla de las “víctimas colaterales”. Para las autoridades todos los muertos de estos últimos 6 meses y los pasados 6 años han sido integrantes de la delincuencia organizada.

Así fácil y sencillo,  han criminalizado las autoridades a los muertos y desaparecidos,  sin importar las observaciones de cientos de padres, madres, hermanos, hijos; muchos de los que han protestado y presentado pruebas de las actividades honorables a las que se dedicaban muchos de los victimados.
Pero ni así. Nada parece conmover a las autoridades de los tres niveles de gobierno.  Los hechos evidencian una brutal indiferencia para hacer funcional a la administración pública. Las dependencias de velar por la procuración, administración de justicia y seguridad de los ciudadanos son las peores, aunque ninguna otra dependencia escapa.
La corrupción y la impunidad son un problema cada día más fuerte en México. Las listas de muertos, injusticias, abusos, violación  a los derechos humanos, desapariciones continúan creciendo sin que nada conmueva a las autoridades de todos los niveles de gobierno.
Lo más grave es que la sociedad parece ya estar acostumbrada a situaciones de ésta índole.
La gravedad de la corrupción que permea en todos los niveles de la administración pública, mantiene especialmente paralizado al sistema de procuración, administración e impartición de la justicia. Pero también un enriquecimiento inexplicable de la clase política en general.
La corrupción que galopa en las agencias del ministerio público, juzgados y tribunales superiores de justicia, y en todas las administraciones, desde un ayuntamiento hasta el gabinete presidencial, dificulta el fortalecimiento de las instituciones, afianza la impunidad e  impide la mejora en la gestión pública y en la imagen de México en el extranjero.
De acuerdo con un estudio presentado por el Instituto Tecnológico de Monterrey, la impunidad es un grave problema que afecta al país.
El 98.5 por ciento de los delitos cometidos en México queda impune. El análisis también señala que del total de delitos sólo se denuncia un 22 por ciento y de esa cifra únicamente se investiga el 15 por ciento, pero para desgracia de los mexicanos, nada más el cuatro por ciento de dichas investigaciones concluye. Y por si esto no fuera alarmante, se testifica que sólo se sujeta a proceso penal a un 1.75 por ciento de los delincuentes.
Existen soluciones, por supuesto. Pero en definitiva, no están en las cámaras de diputados o senadores donde los señores ocupan su tiempo en la presentación de iniciativas y aprobación de leyes que solo benefician a unos cuantos. Y eso, los pocos que trabajan pues la mayoría como ha sido público solo se presenta a cobrar.
Hoy más que nunca, el país enfrenta una crisis política de dimensiones descomunales producto de la indiferencia con que la ciudadanía, acepta los magros resultados y la corrupción con que se conducen la mayoría de los funcionarios públicos.
Gran parte de los problemas del país, continuarán hasta en tanto la sociedad no abandone el letargo y la comodidad en la que se encuentra pensando que la violencia, la inseguridad, la extorsión, por parte de los delincuentes o la corrupción e impunidad que avalan las autoridades de todos los niveles, jamás llegará a su puerta.
Es  digno de aplaudir, de ser solidarios, de apoyar la lucha y denuncia de los miles de padres y madres afectados por la ausencia de sus seres amados. No solo de los que se atreven a iniciar una huelga de hambre para presionar a los funcionarios públicos que cumplan con su trabajo, sino también de los que organizan caravanas, realizan grandes caminatas o se atreven a salir a las calles a protestar.
Lento pero cada día son más las voces que se suman a la exigencia de justicia y a la denuncia, presión y protesta contra las corruptas autoridades, gracias a las cuales, México vive una horrible pesadilla de muerte y violencia.
El avance en la organización de la ciudadanía es irreversible. Es prioritario el avance de la sociedad, con los ojos abiertos, y bien dispuestos a colaborar con el supremo interés de luchar contra la corrupción e impunidad y pugnar por la reconstrucción de un nuevo México. Esta es una tarea de todos.

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