Peña durante su visita a Acapulco, Guerrero. Foto: Presidencia
MÉXICO, D.F. (apro).- Las lluvias históricas que se han registrado en el país desde el domingo 15 han puesto a flote la desatención, el olvido, la miseria, las ineficiencias y la negligencia de años de los tres niveles de gobierno en miles de comunidades y colonias de los estados más afectados.
Cientos de miles de personas han sido perjudicadas por este fenómeno natural y su pronto auxilio se ha convertido desde ahora en un reto para el gobierno de Enrique Peña Nieto, pues si no reacciona a tiempo para atender esta emergencia nacional, pronto verá que de las aguas anegadas emergerá la inconformidad y la protesta social que se pueden unir a las que ya existen y formar un nuevo río de movilizaciones difíciles de contener.
En su primer año de gobierno, a Peña Nieto le está lloviendo sobre mojado. Su primer día como presidente fue de manifestaciones y enfrentamientos de quienes no lo quieren; luego el surgimiento de grupos de autodefensa ciudadana que no ven señales del Estado para garantizar su seguridad frente al crimen organizado; además, la violencia no ceja, e incluso hay un grave repunte de los secuestros a escala nacional.
Grupos empresariales y de la clase media ya manifestaron estar en contra de la reforma hacendaria y aún falta la energética, que suma un fuerte rechazo de amplios sectores sociales y políticos. Además, a esa animadversión se han ido sumando otros grupos sociales como los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes han rechazado las reformas estructurales que se han lanzado como panacea de la crisis que enfrenta el país.
Ahora, de manera circunstancial, se le ha sumado la inconformidad social que ha comenzado a manifestarse en distintos lugares que han sido afectados por las torrenciales lluvias en una buena parte del país.
En sus visitas a Guerrero, la gente ha exigido a Peña Nieto que atienda el llamado desesperado de muchas comunidades que están aisladas y no tienen comida, agua, medicinas. Otras más en Acapulco demandaron al presidente que actúe de manera pronta para restablecer las carreteras y le reprocharon que sólo se esté ayudando a grupos privilegiados que, sin hacer fila, abordan los aviones de la Marina y el Ejército, mientras que a los turistas varados los tienen formados desde hace 17 horas sin subirlos a las aeronaves.
Las protestas y demandas también se empezaron a escuchar igualmente en Michoacán, Oaxaca, Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí, entre otros diez estados afectados por los meteoros que han provocado inundaciones, caída de casas, interrupción de carreteras y deslaves en comunidades. Hasta la tarde de este miércoles 17, el saldo era de 80 muertos y 218 mil afectados, sin tomar en cuenta comunidades indígenas perdidas en las sierras y montañas.
El torrente de inconformidades seguramente afectará los niveles de popularidad de Peña Nieto, que por cierto están muy por debajo de los últimos presidentes en su primer año de gobierno.
Esta baja en los índices de popularidad o de aceptación social del presidente Peña fue lo que se constató en la pasada ceremonia del Grito de Independencia. Ese día el acarreo, que tiene marca de sello en la piel priista, se hizo presente con varios miles de personas de los municipios del Estado de México, quienes fueron llevadas al Zócalo capitalino para llenar la plancha y opacar los abucheos en contra del Ejecutivo federal.
¿A quién se le habrá ocurrido traer a miles de personas desde distintos municipios del Estado de México para rellenar el Zócalo el domingo 15 de septiembre? ¿Acaso pensaron que pasaría desapercibido el descarado acarreo para hacer fuerte a Peña ante los seguros abucheos que recibió al salir al balcón presidencial la noche de la celebración de la Independencia? ¿O es que el gobernador mexiquense Eruviel Ávila vio tan frágil y débil al presidente de la República como para mandar a sus huestes a protegerlo? ¿Necesita un jefe de Estado este tipo de acciones que denotan corrupción, cinismo y menosprecio por la gente?
Pero ahora la efectividad del acarreo no fue suficiente. La televisión oficial se descuidó y puso en una de sus trasmisiones a los acarreados identificados con un papel de colores pegado en el pecho. Los abucheos se escucharon a pesar de la gritería de los mexiquenses llevados para hacer más ruido. El Zócalo no se llenó y en unas partes lució vacío en comparación con los festejos de los últimos años. Peña Nieto leyó el nombre de los padres de la Independencia y se retiró tras unos minutos de estancia en el balcón junto con su familia. Justificó su pronta retirada aduciendo que las inundaciones en varios estados le exigían atender la emergencia nacional.
Sin embargo, hasta ahora Peña Nieto y su gobierno han sido rebasados por esta emergencia nacional, las demandas y exigencias de miles de familias afectadas no han sido atendidas con prontitud y el Ejecutivo corre el riesgo de que con el paso de los días esta expresión de inconformidad crezca peligrosamente y se convierta en un nuevo foco de tensión social.
Twitter: @GilOlmos
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