(17 de octubre, 2014).- Desde que tomó el poder, Enrique Peña Nieto junto a sus principales colaboradores formaron un frente común para evadir el tema de la seguridad, con el propósito de hacer creer a los habitantes que México era un lugar seguro, y ante el extranjero quedar como el “reformista”. No obstante, para la periodista Adela Navarro, la evasión finalmente le “ha cobrado la factura”, y con la violencia desbordada miles de manifestantes exigen una salida.
Dichas protestas ya no sólo se dan en territorio mexicano, pues son internacionales y también pasaron de lo pacífico a la “rebelión social”, como quedó demostrado el lunes pasado en Chilpancingo, refiere Navarro en su columna del Semanario Zeta, en lo que se puede considerar “ la respuesta más cruda” ante la incompetencia gubernamental en el caso de normalistas de Ayotzinapa.
De esta forma, poco importa ya la imagen “reformador”, y el México seguro para la inversión que Peña quiso proyectar en sus múltiples giras internacionales, pues como asegura la también directora del semanario con sede en Tijuana, ésta “se ha ido desmoronando en las últimas semanas, ante la aparición del México real, el de la violencia y la inseguridad, el del narcotráfico y el gobierno entrelazados”.
Desde su perspectiva, Peña Nieto está actualmente incapacitado para refutar lo que se aprecia en imágenes, videos, protestas que medios de todo el mundo al difundido, respecto a la matanza y desaparición de los estudiantes normalistas en Iguala, así como las fosas clandestinas que han ido apareciendo, cuyos cadáveres tampoco se sabe a quién pertenecen o cuando fueron asesinados, y quieres son los responsables.
Y es que tales “imágenes de brutalidad” se han replicado por la prensa en prácticamente todas las regiones del orbe, sólo para evidenciar lo que Peña quiso ocultar ante sus pares internacionales: “el crimen organizado, el narcotráfico y la narcopolítica desbordados”, aspectos que, afirma Navarro, muestran un país que no sólo es inseguro para la inversión, sino también para los intercambios académicos y especialmente para el turismo.
Uno de los aspectos más criticables de su administración, es que al igual que con Calderón carece de una estrategia integral de combate al tráfico de drogas y la delincuencia organizada, la cual no solo se encamine a reducir los índices de inseguridad, sino también a bajar los niveles de impunidad que ostentan los cárteles con la anuencia de las dependencias de seguridad.
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