CON TODO RESPETO, señor presidente, existen argumentos para dudar de que sólo con “muchas ganas y más fuerza”, como usted promete, podamos salir del bache.
Lic. Enrique Peña Nieto
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
Presente:
Por: Hannia Novell 06 Sep 2015
Este fue el año en el que “el momento mexicano” se desvaneció.
Doce meses en los que las expectativas generadas por las trece reformas estructurales promovidas por su gobierno y aprobadas gracias al consenso alcanzado dentro del Pacto por México se transformaron en un crecimiento económico francamente mediocre, acentuado por la caída en los precios internacionales del petróleo y la depreciación del peso frente al dólar.
Trescientos sesenta y cinco días en los que la comprobación de la complicidad del poder político (en los tres niveles de gobierno) con el crimen organizado permitieron lo mismo la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa que la “imperdonable” fuga de Joaquín Guzmán, El "Chapo”, según el propio término que usted utilizó. Sí, imperdonable.
Ocho mil setecientas sesenta y seis horas en las que las sospechas de corrupción por conflictos de interés “que incluso involucraron al titular del Ejecutivo”, es decir, a usted, así como a su esposa y a su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, colocaron a toda su administración bajo la sombra de la sospecha. Al grado, incluso, de tener que cancelar la licitación del tren México-Querétaro. La exoneración de Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública, un funcionario al que usted designó, basta.
En todos y cada uno de estos casos su gobierno se caracterizó por la falta de una respuesta oportuna, decidida y contundente. El 27 de noviembre de 2014, cuando todos creímos que la reacción estaría a la altura de la urgencia, lo que recibimos de su parte fue un decálogo de medidas más bien burocráticas para “fortalecer el Estado de Derecho”. Iniciativas que duermen “el sueño de los justos” en el Poder Legislativo.
En efecto, ha sido un año difícil. Hay razones más que suficientes para que haya molestia e indignación en la sociedad para que persista la desconfianza. Y con todo respeto, señor presidente, existen argumentos para dudar de que sólo con “muchas ganas y más fuerza”, como usted promete, podamos salir del bache.
LA REALIDAD ES MÁS NECIA
El primer paso para solucionar los problemas es admitir que existen. Negarlos no sirve de nada. Mucho menos, mentir.
Para 2016 prometió que no habrá nuevos impuestos, ni aumentos a los ya existentes. Lo mismo dijo para el actual ejercicio fiscal. Sin embargo, en su mensaje del pasado miércoles 2, omitió decir que desde el 1 de julio la comida rápida fue grabada con 16 por ciento de IVA.
No habló en su mensaje de la cancelación definitiva del Tren Transpeninsular Quintana Roo-Yucatán. Tampoco de que la economía va mal. Hacienda estimaba un PIB de 3.7 por ciento; los analistas del sector privado consultados por el Banco de México, en su más reciente reporte, lo ubicaron en un raquítico 2.34.
En junio, la Secretaría del Trabajo reconoció una caída en la generación de empleos: de 700,000 estimados sólo se crearán 600,000 al final del año, si bien nos va.
Nada habló de la violencia reciente. Por ejemplo, del enfrentamiento del 6 de enero en Apatzingán, Michoacán, donde policías federales presuntamente habrían atacado y ejecutado extrajudicialmente a ciudadanos; o de la muerte de un menor de edad el 19 de julio, cuando elementos del Ejército dispersaron a balazos una manifestación ciudadana en la comunidad de Ostula, en el municipio de Aquila, en ese mismo estado.
Ninguna mención de Tlatlaya donde veintidós civiles fueron víctimas de una presunta ejecución extrajudicial en la que habrían participado elementos del Batallón 102 del Ejército. Nada dijo del operativo de la Policía Federal en el Rancho El Sol, en los límites de Ecuandureo y Tanhuato, Michoacán, que dejó un saldo de 42 civiles muertos, el 22 de mayo.
Y para resolver los pendientes que sí reconoció, nos recicló la misma receta de hace diez meses. Sí, esa que fue guardada en el escritorio de senadores y diputados. Fortalecer el Estado de Derecho nos propuso aquel 27 de noviembre de 2014, al igual que el pasado 2 de septiembre. En ambos eventos ofreció impulsar “una amplia agenda de reformas para mejorar la Justicia Cotidiana”.
Quien le elabora los discursos no tuvo empacho en copiar lo que dijo a finales del año pasado respecto al desarrollo de las regiones del país con mayor rezago a través de zonas económicas especiales. Citas textuales en ambos textos. Simple "copy paste".
Nos presumió lo que debiera ser obligación primaria de todo gobierno: presentar un paquete económico “responsable y realista”, con el compromiso de “apretarse el cinturón” para “gastar menos y gastar mejor”. ¿Pues qué no lo han hecho así en este trienio? ¿Implícitamente está admitiendo despilfarros?
Sí es nuevo su anuncio de la emisión de Bonos de Infraestructura Educativa en la Bolsa Mexicana de Valores, con los que se pretende apuntalar la reforma educativa, al recaudar unos 50,000 millones de pesos.
“Se trata —nos dijo— de un innovador instrumento de ingeniería financiera que permitirá multiplicar, en los próximos tres años, los recursos del Fondo de Aportaciones Múltiples, de las entidades federativas que se sumen a este programa”. Habrá que ver cómo funciona.
Al igual que la noticia de crear una Secretaría de Cultura (¿otro elefante blanco?) y la implementación del Programa Nacional de Inglés en educación básica (primero garanticemos que las escuelas tengan servicios como luz, sanitarios, material y equipos mínimos).
EL MEA CULPA QUE NO LOS JUSTIFICA
“Nos faltó una agenda más contundente en materia de seguridad y de Estado de Derecho. Nos quedamos cortos. No vimos la dimensión del problema y la prioridad que debería haber tenido”.
Así se expresó uno de sus más cercanos colaboradores, su confidente y amigo, Aurelio Nuño, hasta hace unos días su jefe de la Oficina de la Presidencia y hoy secretario de Educación, para hablar de los hechos trágicos de Iguala.
Habló de una herencia maldita del calderonismo. “La responsabilidad de la herencia recibida es enorme, pero es una herencia de muchas décadas. Pensar que es problema de un gobierno es no entender nada. Iguala es un problema estructural.”
E igualito que usted lo hizo hace unos días (¿también se copian los discursos?), Nuño manifestó: “No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas (...) No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo (...) Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.
Que quede claro: de pan y circo estamos hartos. Sólo le exigimos que cumpla su deber, que actúe. Que su gobierno sea capaz de retomar el rumbo y de calmar la molestia, la indignación y la desconfianza. Sinceramente deseo equivocarme: que 2015 no sea el año que precipitó el fin anticipado de su mandato. Y sobre todo: que el país no se caiga, como se le cayó la banda presidencial.
Hannia Novell / @HanniaNovell
Periodista y conductora del noticiario de la televisión mexicana Proyecto 40.
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