El mapa de las agresiones con la prensa en México, como el de la violencia contra la población en general, ha sufrido una modificación territorial notoria en los últimos cinco años, y especialmente en los últimos tres años de la administración del priista Enrique Peña Nieto.
Especialistas consultados por SinEmbargo, cifras de ONGs nacionales y extranjeras, y estudios relacionados con el tema de la libertad de expresión coinciden en la falta de investigaciones oportunas, imparciales y rigurosas protege a los responsables de violaciones de derechos humanos –la mayoría de ellos autoridades y funcionarios públicos de todos niveles.
Además, esa ausencia de investigaciones rigurosas fortalece el sistema de impunidad en México y la adversidad en el libre ejercicio periodístico, que no sólo vulnera a la prensa, también a la sociedad mexicana y su derecho a la información.
En este escenario, México es hoy uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, con decenas de comunicadores muertos, desaparecidos y exiliados, además de medios acosados y bajo amenaza, sin que hasta ahora el Gobierno federal haya tomado con seriedad esta situación que abona a la mayor crisis de derechos humanos que haya visto este país en su historia moderna.
Ciudad de México, 8 de septiembre (SinEmbargo).– El trabajo
periodístico que pone de relieve las fallas o los abusos del poder siempre ha
resultado incómodo para el Gobierno en México. De acuerdo con la historiadora
Celia del Palacio Montiel, una de las principales investigadoras sobre la
evolución de la prensa en el país, desde la década de 1870, por ejemplo,
existen registros de periodistas agredidos por hacer publicaciones satíricas en
contra de Benito Juárez, cuando éste intentaba reelegirse. “No se diga durante
el Porfiriato: es bien sabido que muchos periodistas críticos eran asiduos
visitantes de la cárcel de Belén. Muchos Gobernadores de la época también
agredieron, mandaron golpear, apresaron a periodistas por el hecho de haberlos
criticado”, explica.
El uso de la
fuerza disminuyó con el priismo del Siglo XX, agrega, cuando los gobernantes
aprendieron en 70 años a controlar los medios de comunicación a través del
suministro de papel y los sobornos como “el chayo, los viajes, los regalos”.
Pero la violencia volvió,
y de manera “virulenta”, con la alternancia, ese periodo en el que el PRI
perdió, primero, el Congreso y, en 2000, la Presidencia de la República.
Fue entonces que, de
acuerdo con todos los diagnósticos, México se convirtió en uno de los países
más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Al menos 36 periodistas
han sido en los últimos nueve años, según el Comité para la Protección de Periodistas
(CPJ, sus siglas en inglés).
Siete, según la
organización Artículo 19, tan sólo entre enero y julio pasados, o un reportero
asesinado por mes este 2015: Moisés Sánchez, Armando Saldaña y Juan Mendoza, en
Veracruz; Abel Bautista y Filadelfo Sánchez, en Oaxaca; Gerardo Nieto, en
Guanajuato, y Rubén Espinosa Becerril, en la Ciudad de México.
Los datos de Artículo 19
muestran cómo, pese a que el peligro en el que se ejerce el periodismo en
México ha sido motivo de alerta incluso internacional desde el sexenio pasado,
la situación sólo ha ido en aumento: el promedio de 182 agresiones que se
registraron cada año en la administración anterior se rompió en la primera
mitad de este 2015, cuando la organización contó 227 casos. de derechos
“La falta de investigaciones oportunas, imparciales y eficaces
protege a los responsables de violaciones de derechos humanos y fortalece el
sistema de impunidad en México (…) la adversidad en el libre ejercicio
periodístico, que no sólo vulnera a la prensa, también a la sociedad”, agrega
el documento.
Esta “virulencia”, dice Del Palacio, la frecuencia y la cantidad
de los ataques contra los periodistas, es lo que no tiene precedentes en la
historia nacional.
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