12 de noviembre de 2015

EL CUENTO PROSPERO DE JAVIER DUARTE DE OCHOA




A propósito del quinto informe de gobierno, que dará el próximo domingo el Mandatario Estatal, cabe mencionar que será justamente en medio del llamado “puente” de la Revolución -pues el próximo lunes no habrá clases ni labores para los burócratas-, y acaso con ello se busca evitar cuestionamientos a la administración duartista que continúa navegando sin rumbo fijo. Y es que basta preguntar ¿qué logros va a resaltar en el mensaje que va a dar en el Velódromo de Xalapa, Javier Duarte de Ochoa? ¿Que se le debe una millonada a constructores, proveedores y prestadores de servicios? ¿Que no hay obra pública de trascendencia social, ni apoyos reales al campo, y encima de todo, la violencia sigue allí, enquistada en muchas partes del estado? Nada de ello, al contrario, el jefe de las instituciones estatales, según se sabe, hablará del Teleférico de Orizaba -que se construyó con recursos del ayuntamiento de Orizaba durante el trienio de Hugo Chahín Maluly y se inauguró el 22 de diciembre de 2013-, de la construcción de 61 nuevos hoteles en los cuales su gobierno no invirtió ni un peso, y de “la mejor infraestructura deportiva de la historia” que ni siquiera disfrutan los veracruzanos, como el propio velódromo de Xalapa, y que aún se debe en gran parte, o de los “pueblos mágicos” -Coatepec, Papantla, Xico, y los tres nuevos agregados: Orizaba, Zozocolco y Coscomatepec- que en realidad son logros de los alcaldes y agrupaciones locales que se han movido para promover e impulsar a sus tierras natales, pero en los cuales tampoco se nota su mano, simplemente porque no la puso. 

Porque nadie sabe dónde están los 14 mil 500 millones de pesos que presume se han invertido en “modernizar y ampliar la red carretera estatal”, ya que viajar hacia el norte, por ejemplo, sigue siendo una odisea librando tremendos hoyancos, o encontrarse de repente con terracerías donde supuestamente hay rutas de Primer Mundo, y la promesa de que “muy pronto” quedará listo el Túnel Sumergido entre Coatzacoalcos y Villa Allende, es otra fantasía. 

Pero Duarte de Ochoa, desafortunadamente siempre de espaldas a la realidad, dice en promocionales que “Veracruz ya cambió”, y los veracruzanos se preguntan ¿en qué? Porque ahora hay más pobreza que hace cinco años, se está más endeudado, hay más secuestros, asesinato, asaltos, y sin olvidar que 15 periodistas han sido victimados, en tanto que muchos más han optado por el exilio. 

Sin embargo, las invitaciones para algunos grupos muy selectos se reparten como volantes de promoción para que asistan el próximo domingo, a las 12:00 horas al velódromo ubicado en Xalapa, para que escuchen el “cuento próspero” de un cambio que más que un sueño hecho realidad parece una pesadilla interminable, donde el principal protagonista es quien ya es considerado, por méritos propios, no sólo como “el peor gobernador de Veracruz” en los últimos 50 años -aunque muchos coinciden en que del último siglo-, sino también “el peor gobernador del país”, y vaya que a lo largo y ancho de México ha habido en los últimos años virreyes que son considerados entre lo peor de la clase política nacional, pero como expresa una apreciable persona que ahora vive en el extranjero: “se te encoge el corazón cuando sabes que no puedes andar por las calles del puerto de Veracruz, o de Orizaba, Córdoba, Los Tuxtlas, Minatitlán o Coatzacoalcos con tranquilidad, con tu familia, paseando, porque en cualquier momento surge la violencia”. 

En fin, este es el principal “logro” de Javier Duarte de Ochoa y su “mentor”, Fidel Herrera Beltrán: haber convertido a este paraíso en lo que, años atrás, el periodista Luis Velázquez Rivera ya describía en un libro de su autoría, “un infierno llamado Veracruz”.

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