El expresidente Felipe Calderon y su esposa Margarita Zavala en una fotografía tomada en noviembre de 2012.
Foto: Octavio Gómez
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MÉXICO, DF (apro).- Las
imágenes son elocuentes: Felipe Calderón levanta el brazo desde lo alto del
presídium de la Asamblea Nacional Extraordinaria, escenario de su reaparición
en el Partido Acción Nacional (PAN). Y detrás de él, Margarita Zavala.
Rodeado
de 20 elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) que lo custodian y le abren
paso –con espanto hasta de los panistas–, Calderón Hinojosa ingresa al Centro
Banamex el sábado 21 a las 10:20 horas. Media hora después arriba Margarita
Zavala, su esposa.
A
Calderón, el PAN de Ricardo Anaya le habilita dentro del mismo recinto un
espacio, con vallas y una mampara, para posar con los militantes que hacen una
larga fila para tomarse fotografías con él. Y Margarita Zavala llega
directamente al presídium.
Calderón
se retira del estrado apenas termina el lisonjero discurso de Anaya y, envuelto
por los militares que lo llevan hasta el sanitario, emite declaraciones ante
periodistas para luego continuar posando para las fotos. Margarita Zavala da
conferencia de prensa hasta una hora después.
Calderón
ordena que su mujer sea la candidata presidencial del PAN en 2018 –“es una
candidatura muy fresca”– y Margarita Zavala no tiene dudas de que lo será: “Yo
me veo como candidata”.
Pero la candidata parece no ser Margarita Zavala, sino su marido
que ya lo fue en 2006 y que parece quererlo ser otra vez. Y aunque no lo será,
el protagonista principal del proyecto presidencial de la pareja –una nueva
pareja presidencial– es él.
Calderón
ha decidido regresar al PAN, al que ha amenazado con renunciar si no se cumplen
sus caprichos –como cuando estuvo en Los Pinos–, y de facto es el coordinador
de campaña de su mujer, quien al avalar todas las decisiones de su marido,
absolutamente todas, implica que ofrece exactamente lo mismo.
Cualquiera
que revise los posicionamientos de cada uno se percata fácilmente que la agenda
la lleva él, los temas los define él, las decisiones las toma él.
Y a falta de ideas que plantearle a los ciudadanos, el objetivo
de Margarita es muy claro: Buscar una segunda pensión vitalicia para ella, como
la que disfruta Calderón desde 2012 y que asciende a unos 250 mil pesos cada
mes, sin incluir los 19 funcionarios a su servicio y decenas de militares del
EMP.
En
efecto, a Calderón los mexicanos le pagamos por hacer política para su mujer.
Muchos no lo saben, pero nos sale muy caro: Además de los 250 mil pesos
mensuales que él recibe cada mes, los otros 19 empleados a su servicio cobran
en conjunto 816 mil 758 pesos.
Tan
deshonesto es Calderón que en la nómina a su servicio metió hasta a su prima
María Antonieta Hinojosa Robles, con un salario de 95 mil pesos, quien durante
su gobierno cobró en Pemex.
Muchos
no saben que Calderón cuesta a los mexicanos más de un millón de pesos
mensuales, pero tampoco saben que dispone de vehículos blindados y de custodia
permanente del EMP, como ocurrió el sábado cuando, ¡en una reunión de
panistas!, era resguardado por 20 militares.
–¿Qué
se siente andar toda la vida con guaruras, 20 ahorita? –le pregunté a Calderón.
–Me
siento –cortó la respuesta con rostro de furia–… otra pregunta que quieran…
De
escoltas y vehículos, que los tienen también a su disposición, Luis Echeverría,
Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas, así como las viudas de José
López Portillo y Miguel de la Madrid –a quien se deben las fabulosas
prestaciones–, goza también Margarita Zavala.
Es
decir, los mexicanos subsidian a la candidata presidencial Margarita Zavala y a
su marido y coordinador de campaña, Felipe Calderón, ahora duro crítico de la
degradación del PAN que llegó a extremos insólitos cuando él estaba en Los
Pinos y clave para entregarle el poder al PRI y a Enrique Peña Nieto.
–¿Qué
responsabilidad tiene usted en esto?
–Preguntas
tuyas no contestaré –respondió Calderón a este reportero.
Ese
es Calderón, que anda –otra vez– en campaña…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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