18 de enero de 1994
Señores:
Debo empezar por
unas disculpas ("mal comienzo", decía mi abuela). Por un error en
muestro Departamento de Prensa y Propaganda, la carta anterior (de fecha 13 de
enero de 1994) omitió al semanario nacional Proceso. Entre los destinatarios.
Espero que este error sea comprendido por los de Proceso. Y reciban esta misiva
sin rencor, resquemor y re-etcétera.
Bien, me dirijo a
ustedes para solicitarles atentamente la difusión de los comunicados adjuntos
del CCRI-CG del EZLN. En ellos se refieren a reiteradas violaciones al cese al
fuego por parte de las tropas federales, a la iniciativa de ley de amnistía del
ejecutivo federal y al desempeño del señor Camacho Solís como Comisionado para
la paz y la reconciliación en Chiapas.
Creo que ya deben
haber llegado a sus manos los documentos que enviamos el 13 de enero de los
corrientes. Ignoro qué reacciones suscitarán estos documentos ni cuál será la
respuesta del gobierno federal a nuestros planteamientos, así que no me
referiré a ellos. Hasta el día de hoy, 18 de enero de 1994, sólo hemos tenido
conocimiento de la formalización del "perdón" que ofrece el gobierno
federal a nuestras fuerzas. ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a
perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De
no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y
abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros
caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más
absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del
país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes
más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar?
¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber
aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser
mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de
todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad,
democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores?
¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos? ¿Quién tiene que
pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se
sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la
muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar detenerle miedo? ¿Los
que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los
muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte
"natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera,
tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas
gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente
muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque
todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara
la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que
devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de
siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para
vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y
gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color,
a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra
y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos?
¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave
"delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un
pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el
estómago?
¿Quién tiene que
pedir perdón y quién puede otorgarlo?
¿El presidente de la
república? ¿Los secretarios de estado?¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los
gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército
federal?¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la
tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los
medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros?
¿Los campesinos?¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
¿Quién tiene que
pedir perdón y quién puede otorgarlo?
Bueno, es todo por
ahora.
Salud y un abrazo, y
con este frío ambas cosas se agradecen (creo), aunque vengan de un
"profesional de la violencia".
Subcomandante Insurgente Marcos
No hay comentarios:
Publicar un comentario