El gobernador de Puebla,
si es creyente como indican sus palabras, debe saber que Dios no asesina. Salvo
que hablemos de dioses con minúsculas, que sí matan por venganza o por
traición.
Lo que
dijo Miguel Barbosa el miércoles en Huejotzingo no lo habíamos visto en ningún
político mexicano y de otras latitudes: celebrar la muerte de sus contendientes
electorales.
Y
confirma lo que no pocos piensan: Morena no es el partido del amor al prójimo
como se quiere presentar, sino el partido del odio y del resentimiento.
Bienvenida
la discrepancia, la lucha electoral, la confrontación de ideas. Pero a muerte,
no. Estamos entre mexicanos. ¿Qué le pasa a ese señor?
Barbosa
hizo una apología de la muerte de dos paisanos suyos.
Hay dos
posibilidades: Miguel Barbosa perdió la razón y no puede seguir gobernando
Puebla, o sus odios y rencores son insuperables. No sirve para unir, sino para
dividir… a muerte.
Una
persona con esas fobias no puede ser gobernador de un estado. Morena debe
pedirle que se vaya… si es que no piensa lo mismo que él.
En
Huejotzingo dijo que “el primero de julio de 2018 yo gané, me la robaron y los
castigó Dios”.
Lo que
dice es que la muerte de Moreno Valle y su esposa, más los pilotos Roberto
Coppe y Marco Antonio Tavera, fue un castigo divino.
¿Qué Dios
los mató, gobernador Barbosa?
Como
muchos colegas, conozco a Barbosa desde hace años y me niego a pensar que sea
un asesino o cómplice de un crimen.
De seguro
perdió el juicio. Es una persona que no está en sus cabales para pensar y decir
eso en un evento político.
Agravia a
la mitad de sus gobernados, y a buena parte del país.
Reactiva
la hipótesis de que Moreno Valle y Martha Erika Alonso pudieron ser asesinados.
Moreno
Valle, senador, era el principal líder opositor al gobierno federal.
Murió al
caer su helicóptero y la oposición al gobierno de Morena en el país quedó
acéfala. Hasta ahora sigue así, para comodidad de los gobernantes.
En esa
tragedia aérea murió Martha Erika Alonso, quien había derrotado a Barbosa en
las urnas por la fuerza que le daba el morenovallismo unido en Puebla.
Luego de
la muerte de RMV, ese morenovallismo se rompió en pedazos y Barbosa ganó las
elecciones extraordinarias. Sin embargo, el PAN obtuvo más votos que Morena y
el candidato morenista triunfó gracias a los votos de sus partidos aliados.
¿Fue un
accidente la caída del helicóptero el 24 de diciembre del año pasado?
¿O hubo
dioses que le quisieron hacer un favor al gobierno federal?
A dos
meses de que se cumpla un año de esa tragedia, el secretario de Comunicaciones
y Transportes, Javier Jiménez Espriú, sólo ha dicho que “no sabemos qué pasó”.
El
presidente del Colegio de Pilotos Aviadores, capitán Heriberto Salazar, dio a
conocer que en el desplome no hubo error humano.
Informó
que el piloto y el copiloto cumplían con sus certificados médicos y de
adiestramiento.
Cerró la
pinza: el mantenimiento del helicóptero estaba en orden.
Entonces,
¿qué pasó?
Lo
concreto es que en esa tragedia, apenas al arrancar el actual sexenio, murió el
principal opositor del gobierno.
Y ahí se
mató también la gobernadora satanizada por el gobierno y por el jefe de las
instituciones.
“Los
castigó Dios”, dijo Barbosa, actual gobernador de Puebla y beneficiario directo
de la muerte de Martha Erika Alonso.
Cuando
los festejos por las muertes vienen desde el poder, como es el caso del
gobernador Barbosa, la duda crece.
Desde el
gobierno federal se lanzó una campaña de desprestigio de Martha Erika Alonso,
la gobernadora electa.
Y a unas
semanas de haber tomado posesión se le cae el helicóptero.
Nueve
meses después de esas muertes, el beneficiario del helicopterazo festeja la
tragedia. Y la justifica: justicia divina.
Luego de
lo expresado por el gobernador, se reabren las sospechas sobre posibles
“dioses” homicidas.
O Barbosa enloqueció y debe dejar el cargo por no estar en
plenitud de sus facultades mentales.
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