Los sacerdotes Horacio Corbacho y Nicola Corradi han sido declarados
culpables de uno de los casos más dramáticos de pedofilia de la historia del
país sudamericano.
Buenos Aires 26 NOV 2019
El sacerdote italiano Nicola Corradi, de 84 años, vivió para escuchar la condena que había
esquivado durante toda su vida. Un tribunal argentino lo ha condenado este
lunes a 42 años de cárcel por abusar sexualmente de alumnos sordos del
Instituto Próvolo de Mendoza, al oeste de Argentina, entre 2005 y 2016. Corradi ya había sido acusado de
pedofilia en la sede del Próvolo en Verona, su ciudad natal, pero ante las
primeras denuncias, en vez de llevarlo ante la Justicia, la institución
religiosa puso un océano de por medio. El tribunal penal 2 de Mendoza condenó
también a 45 años de cárcel al cura Horacio Corbacho y a 18 años al jardinero
Armando Gómez.
Los imputados fueron declarados culpables de los delitos de
"abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y la convivencia
preexistente con menores, en concurso real con corrupción de menores".
Corbacho fue condenado por 16 abusos; Corradi y Gómez por seis cada uno en una
causa impulsada por la denuncia de 11 exalumnos sordos.
"¡Es
un día de justicia!", señalaron desde la Red de Sobrevivientes de Abuso
Sexual Eclesiástico al difundirse el fallo. Víctimas, familiares y allegados se
congregaron a las puertas del tribunal para esperar una sentencia que fue
recibida con aplausos.
En el momento en que fueron
abusadas, las víctimas tenían entre 5 y 17 años. Pasó mucho tiempo hasta que se
atrevieron a romper el silencio y relatar el infierno que vivieron en un
altillo del edificio, al que los abusadores llamaban La
casa de Dios. Entre las aberraciones, escuchadas durante los casi
cuatro meses de juicio, está el caso de un niño que fue violado por Corbacho a
los cinco años, una niña que usaba un pañal para que dejara de sangrar tras ser
vejada y varios adolescentes que fueron abusados y obligados a
mantener relaciones sexuales entre ellos enfrente de los sacerdotes.
Corradi y Corbacho seleccionaban
a sus víctimas entre los alumnos más vulnerables y sumisos, quienes además no
podían hablar y denunciar los abusos. "Los amenazaban con echarlos si
hablaban. Hay que tener en cuenta que muchos de estos niños venían de villas de
miseria, el centro era como un hotel de lujo para ellos. Les decían que sus familias
tendrían muchos problemas si decían algo. Cuando salieron, convivieron con
miedo y vergüenza", contó el fiscal, Gustavo Stroppiana.
"Mi hijo vio como abusaban
del que después le violó. Era una cadena. Todavía hoy le tiene terror a
Corradi. Su relato siempre se detiene en él. Dice que le tiene mucho
miedo", relató meses atrás Cintia Martínez, madre de uno de los
denunciantes.
El caso del Provolo es uno de los
escándalos de pederastia eclesiástica más grandes del país sudamericano, donde
se han condenado 12 sacerdotes por abuso sexual. Este juicio fue el primero de
la megacausa del Próvolo. El siguiente año está previsto que comience otro
proceso contra los demás acusados, entre ellos religiosas y personal directivo
del colegio.
El escándalo estalló en noviembre de 2016, cuando la policía
allanó el Instituto y detuvo a media docena de sacerdotes y empleados. Poco
después, el caso se amplió a la sede del Provolo en La Plata, 60 kilómetros al
sur de Buenos Aires, el primer lugar donde Corradi trabajó al ser trasladado
desde Italia.
El Instituto Próvolo de Luján de
Cuyo, en Mendoza, era parte de la Compañía de María para la educación de los
sordos, fundada en Verona y con sede en Argentina desde 1914. El relato de otro
sacerdote del Próvolo de Verona dio a conocer el sistema utilizado por ese
instituto religioso para silenciar abusos: cuando había denuncias, el cura
tenía que elegir: "A casa o a América". Muchos, como Corradi, optaban
por lo segundo.
La institución tiene entre sus
facultades la de pedir antecedentes a la Santa Sede, si es que la autoridad de
la congregación no las ofrece en forma espontánea. El arzobispado de La Plata y
el de Mendoza siempre aseguraron que desconocían los antecedentes de Corradi.
Sentado en silla de ruedas desde el banquillo de los acusados, el sacerdote ha
escuchado este lunes la condena que sus víctimas aguardaron durante tanto
tiempo.
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