24 de junio de 2020

DOLOR E IGNORANCIA

TEXTO IRREVERENTE

23 June, 2020 08:12:00

Por Andrés Timoteo

DOLOR E IGNORANCIA

La peste del Coronavirus ha trastocado vidas y conciencias de las personas. A unas las trunca y a otras las envuelve en el dolor. Tener en situación de gravedad o perder a un familiar por causa de un enemigo invisible que se cuela sin notarlo y que se aprovecha de las debilidades en el organismo por padecimientos secundarios es parte del terrible sablazo del Covid-19 en la sociedad.

Hay, en este momento, 22 mil hogares en México enlutados por la pandemia y muchos más que padecieron o padecen la angustia de la convalecencia propia o de uno de los suyos en nosocomios. En total hay 180 mil historias que contar todas diversas y parecidas a la vez, y la cifra sigue creciendo. Habrá que cronicar las más que se puedan, esa es la tarea y contribución de los periodistas.

Pero hablando del impacto social y sicológico, una de las primeras reacciones de la gente ante la epidemia cuando está compromete la vida del ser querido es la negación individual y colectiva. Luego, ante un desenlace funesto viene el dolor, la ira y la búsqueda de culpables, y los blancos de esa furia son los médicos y enfermeras que atendieron al enfermo. A ellos se les acusa de todo, desde la clásica negligencia en la asistencia terapéutica hasta de la decisión deliberada para matar al paciente aludiendo una supuesta conspiración.

En Veracruz hay varios casos representativos de cuando el dolor y el despropósito se unen para alimentar el caos, y en todos ellos la diana es colocada sobre el personal médico. Uno de ellos no tuvo que ver con un deceso, pero si con el traslado de una mujer embarazada, y joven, de la clínica 32 del IMSS al Módulo de Enfermedades Respiratorias para aislarla del resto de los pacientes.

Sucedió el 15 de mayo en Minatitlán y el video circuló en prensa y redes sociales. En él se ve a los parientes de la mujer forcejear con los camilleros y médicos para intentar bajar de la ambulancia la camilla con la capsula aislante en la que era trasladada. En el jaloneo, las personas contaminan y se contaminan tocando el dispositivo y empujando al personal sanitario que además fue amenazado por hacer su trabajo.

Ahí hubo una dosis importante de imprudencia e ignorancia. Se supo que la paciente ocultó de inicio a los médicos que su esposo estaba en cuarentena por ser portador del Covid-19 y al decirlo momentos antes de ingresar a la sala de partos tuvieron que activar el protocolo para aislarla. Es decir, el personal médico implemente obedeció las normas emitidas para este tipo de situaciones. No obstante, eso no impidió que los familiares la emprendieran contra violentamente contra los sanitarios.

El otro suceso ilustrativo ocurrió la semana pasada en Perote donde un boxeador amateur de 28 años pereció por la gripe pandémica. Durante el sepelio, los dolientes trasladaron el féretro hasta el Hospital General donde fue internado inicialmente y de donde fue trasladado hasta el centro médico Rafel Lucio en Jalapa donde falleció. Furiosos, los familiares llamaron “perros” a los médicos y los acusaron de asesinato.

Por supuesto que en esos momentos habló el dolor y la ira, la segunda etapa del duelo, que también se mezcló con la negación pues en redes sociales los dolientes declararon que el Covid-19 no existe, sino que es un bulo del gobierno “para matar gente” y azuzaron a la turbamulta a “no dejarse”.  A través de ellos también habló la ignorancia y la irresponsabilidad, muy útiles cuando se intenta descargar la pena en terceros.

Y ese coctel es muy peligroso cuando se intenta enfrentar una crisis sanitaria de alcance mundial. La mezcla del dolor, la negación, el enojo y la ignorancia no sirven de consuelo en el duelo ni de advertencia para el resto de las personas. Por el contrario, alientan la confusión y la desobediencia de las recomendaciones médicas. El dolor unido a la ignorancia, paradójicamente, sirve a la propagación del virus. Negar su existencia y considerarlo una mentira es alentar intentonas de suicidio. Así de simple.

Los médicos ni las enfermeras ni los camilleros ni el resto del personal sanitario son responsables de los contagios ni las muertes. La gente ignorante e irresponsable sí lo es al igual que los gobernantes que alientan el desparpajo y la exposición al contagio basándose -ahí sí- en creencias religiosas y sesgos políticos tan letales como los virus pandémicos. Urge detener y aclarar cada expresión ignorante porque eso cuesta vidas.

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