Por Navin González | 15/03/2021 | Mentiras y medios, Noam Chomsky
Fuentes: Las 2 orillas
El intelectual ubica al
poder mediático en el plano de la normalización de conductas al incidir
mediante distintas formas en las conductas, ideas o formas sociales. Una
mirada.
Hace un tiempo escribí
en el periódico El Colombiano un texto de opinión que hace apología a las obras
distópicas de George Orwell llamadas 1984 y a Un mundo feliz de Aldous Huxley,
pretendiendo hacer notar la ceguera que puede causar el statu quo y su garantía
en el tiempo por medio de la represión brutal o el placer; aunque el francés
Michel Foucault va más allá, ya que interpreta a los dispositivos de poder
desde la normalización o naturalización y no ejercidos verticalmente.
Pareciera que toda
conducta categorizada como anómala con el pasar de los días o años llegará a la
normalidad, aún no siendo vista como normal. Ese hecho también logra que el
poder soberano, el encargado de señalar que es legal o ilegal, ajuste su
estructura a las conductas consideradas anómalas e incorporar su legalidad. Por
ejemplo, la homosexualidad hace años atrás era vista como un trastorno mental,
en casos hasta sinónimo de muerte, sin embargo, hoy ciertas conductas han sido
normalizadas y con protección jurídica.
Para mí y muchos
académicos, un nuevo poder logra expandirse y marcar el inicio de una revolución
con la caída del muro de Berlín, también sin dudas, con el establecimiento del
neoliberalismo. La revolución comunicativa logró que grandes cadenas de
televisión privadas tomaran con más rigor el monopolio del mercado mundial, que
es todo lo contrario al mercado democrático, y encontraron a su mejor aliado en
los gobiernos que defienden a capa y espada el sistema.
En América Latina, los
monopolios u oligopolios que dirigen el mercado mediático no son la excepción a
la lógica de un poder con alcance universal porque cada vez son más las
familias en el mundo que tienen un televisor con acceso a toda la información
transmitida; para la humanidad actual la globalización y el rol de las nuevas
tecnologías como medio instantáneo, es una realidad. La masificación de los
medios comunicativos como las redes sociales, televisión y otras plataformas
digitales o convencionales censuran al pensar opuesto, porque no son
democráticas en decisiones trascendentales, dado que un pequeño grupo económico
con intereses propios es quien elige que hacer y siempre diciendo que hablan en
nombre de la verdad, compleja situación en tiempos de las fake news o noticias
falsas, a lo mejor, no hay hechos sino interpretaciones.
El lingüista y filósofo
estadounidense Noam Chomsky es conocido por el importante aporte que hizo a la
gramática transformacional-generativa con su obra Estructuras sintácticas y,
desde luego, por haber dedicado parte de sus estudios e investigaciones al
campo de los medios de comunicación, donde fue contundente a la hora de hablar
del papel y métodos utilizados por estos medios para la manipulación de la
conciencia social e individual, que a la final es aniquilar al pensamiento
crítico.
Para comprender las
dimensiones alcanzadas por el poder instituido desde los medios de comunicación
Chomsky expresa diez estrategias de manipulación, que son:
1. La estrategia de
distracción: desviar la atención al público de los problemas importantes y de
los cambios decididos por las élites económicas y políticas: mediante la
técnica del diluvio o inundaciones de continuas distracciones y de
informaciones insignificantes.
2. Crear problemas y
después ofrecer soluciones: lo primero es crear el problema, luego viene un
momento exacto, una «situación perfecta», el objetivo es que la población
sienta cierta reacción, después se propone una solución prevista. Por ejemplo,
cuando se crea violencia e inseguridad para cohesionar proponiendo una norma
que subsane la falta aplicando restricciones a la libertad. Aún así es apoyada
porque las personas están en incertidumbre por la violencia e inseguridad.
3. La estrategia de la
gradualidad: toda medida tiene que ser gradual, es decir, periódica y
sistemáticamente, para ir agregando sin inconvenientes las medidas impopulares.
4. La estrategia de
diferir: cuando no agrada al público una medida económica o política es
expresar como «dolorosa y necesaria» la decisión. La tendencia es que se
comprenda el episodio en el sentido que «mañana mejorará».
5. Dirigirse al público
como criatura de poca edad: la publicidad debe ser lo más superflua para la
conciencia, entre más tranquila, desprovista, delicada y pausada es la
comunicación con el público, la reacción va a ser recíproca.
6. Utilizar el aspecto
emocional mucho más que la reflexión: no se puede negar que cuando existe un
choque emocional automáticamente la razón queda a un lado. Los sentimientos
pueden generar miedos, fobias, comportamientos.
7. Mantener al público
en la ignorancia y la mediocridad: mantener lejos de la reflexión a la población
para que no vea como es sometido a un control. El ejemplo más utilizado es la
educación precaria para las clases menos favorecidas por el capital y
mantenerlos en el sometimiento del sistema, no hay más que hacer.
8. Estimular al público
a ser complaciente con la mediocridad: promover e incentivar al público a la
moda de lo mediocre, estúpido. Frivolidades y shows.
9. Reforzar la
autoculpabilidad: la culpa es solo del individuo por su incompetencia y falta
de inteligencia. Así no hay reclamos al sistema cuando la culpa es propia.
10. Conocer a los
individuos más de lo que ellos mismos se conocen: la ciencia y las nuevas
tecnologías permiten más acceso a la información, incluyendo al campo de las
ciencias de la salud quienes conocen a profundidad el cuerpo humano, por lo
tanto se ejerce un dominio de la ciencia a cargo del sistema sobre las personas
comunes, quienes no se conocen tanto.
Chomsky ubica al poder
mediático en el plano de la normalización de conductas al incidir mediante
distintas formas en las conductas, ideas o formas sociales, e invita a romper
el paradigma trazado por el sistema económico-político en alianza con los
medios de comunicación, así, entrar a pensar críticamente la realidad.
Especialmente se debe
pensar la América Latina de hoy, que vive una ola de protestas a raíz de
decisiones tomadas por gobiernos históricamente proteccionistas del mercado
privado, quienes descuidaron la mayoría social para salvar al mercado.
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2Orillas.
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