2 de diciembre de 2011

El Baldón: Otra vez la misma historia

Por José Miguel Cobián
Convencido estoy de que mientras más elevado es el puesto del funcionario, más alejado de la realidad se encuentra. Primero fue Paco Gil Díaz quien en sus tiempos de secretario de hacienda propuso dar a los más pobres un cheque para compensar la desigualdad. El problema era que un cheque de $130.00 en una zona serrana y sin bancos, nadie lo cobraría, pues ir a la ¨ciudad¨ a cobrarlo implicaría más gastos.

El miércoles pasado, el presidente Calderón estuvo en Batópilas, municipio de 1,100 habitantes de Chihuahua, el segundo en recibir energía eléctrica de ese estado, y que hoy recibe entre 1800 y 2400 watts para toda la población, y sigue a la espera del cumplimento de la promesa de un nuevo generado, hecha hace ya muchos, pero muchos años. Batópilas es considerado el segundo municipio más pobre del país, y hasta allá llegó nuestro presidente para ofrecer cuatrocientos mil pesos en jornales para la población a razón de dos mil pesos por persona, lo cual alcanzaría para dos meses de trabajo de doscientos adultos. Llevó también algunos aperos de labranza, en números de ciento cincuenta por tipo, y lo más importante de su visita, fue que ofreció a los más pobres del país la posibilidad de usar la banca nacional.

Orgulloso dijo en ese municipio en el cual no hay bancos, que ahora los apoyos de Sedesol se entregarían vía una tarjeta de débito, lo cual llevará la modernidad a los más pobres entre los pobres de México, con la ventaja de que ya podrán actuar como los ricos que usan servicios bancarios.

No vale la pena analizar la ironía de las palabras del presidente, en un municipio en el que no hay bancos, y que está enclavado en medio de la nada, en la sierra de Chihuahua. Ridículo si no fuera porque somos mal pensados. Absurdo si no fuera porque es un plan real del gobierno federal, anunciado con bombo y platillo, y quien se entera se avergüenza del presidente y siente pena ajena por él. Eso de anunciar como un triunfo el hecho de que ahora no les van a dar dinero en efectivo, sino mediante una tarjeta de débito en un municipio en que no hay bancos, suena como noticia de república bananera para ser reproducida como nota curiosa en los periódicos del primer mundo.

Si a ello le añadimos que personas ignorantes serán víctimas de las comisiones bancarias, de la posibilidad de que se les ofrezca un crédito amparado con sus ingresos provenientes de sedesol, y luego cargar además de con su pobreza extrema, todavía con los intereses leoninos que cobran los bancos en México a ciencia y paciencia de nuestras autoridades. Con estos ingredientes, el anuncio del presidente pasa de ser algo pírrico a convertirse en una tragedia para los mexicanos más necesitados.

No hay que olvidar que quien reciba el dinero, no lo va a gastar de inmediato y eso va a permitir a los bancos emisores de las tarjetas de débito, manejar caudales inmensos de dinero por el cual no tienen que pagar ni un peso de intereses. Negocio redondo para los bancos y banqueros, buena mochada para quien autorizó la idea, ridículo internacional para México demostrando nuestro nivel cultural y de gobierno, cuando se hace el anuncio en un municipio que no tiene bancos en 100 kilómetros a la redonda, y tragedia para aquéllos que reciban sus apoyos de esa manera y tengan que gastar dinero para poder recuperar su dinero en efectivo, o lo peor, para quienes pierdan sus tarjetas de débito y no puedan cancelarlas y reponerlas por ignorancia.

Hoy al leer la noticia (esto se escribe en jueves) sentí pena por México, por los mexicanos y por sus líderes políticos. Tanta estulticia en u sólo acto público.

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