Por José Miguel Cobián
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@jmcmex
Todo mundo afirma que en política no hay lealtades sino intereses. Y en general tiene razón la conseja popular. El candidato ganador se olvida de aquéllos que lo apoyaron para llegar a su puesto, y busca acomodar a los más cercanos, porque sabe que ellos al protegerse a sí mismos, le protegerán las espaldas. Algunos políticos consolidan un equipo fuerte, con el que caminan por mucho tiempo. En Córdoba el equipo del presidente municipal es prácticamente el mismo de hace tres años. En los equipos de los grandes políticos, siempre hay gente de trayectoria de muchos años trabajando juntos. Peña Nieto es parte de un equipo, del cual hoy él se convierte en uno de los líderes, al ser candidato a la presidencia. Josefina tiene un equipo de menos años, porque ella nada más lleva doce en el presupuesto. Creel ha cambiado de equipo y gusta de trabajar solitario. Andrés Manuel tiene un equipo de muy leales y cercano y otro equipo que está unido a él por conveniencias de coyunturales, como es el caso de los líderes de los partidos que lo apoyan, allí todos tienen algo que ganar y por ello unen fuerzas. Terminada la elección sabe que las lealtades desaparecen si llegan otros intereses.
Pero al pueblo lo que le interesa es la lealtad del gobernante hacia quienes lo eligieron. Y allí es dónde comienza el problema. Si la sociedad no está organizada no hay interlocutores válidos entre el poder y los ciudadanos. Si las organizaciones sociales son débiles, normalmente sirven de comparsa y acompañamiento en ciertos actos, pero no representan un equilibrio de poder, y mucho menos un contrapeso para malas decisiones. Se acostumbra pensar que ¨los empresarios´ son tomados en cuenta para decisiones de su gremio, pero las reuniones al respecto siempre son del tipo ¨habla el funcionario¨ y los empresarios aplauden. Si acaso se les brinda el uso de la palabra un ratito, para que en la prensa se publique como ¨diálogo¨ lo que en realidad fue un monólogo y un acto simulado de discusión de temas afines.
Lo mismo sucede con los otros sectores de la población. Los trabajadores y los campesinos tienen como representantes a líderes que buscan congraciarse con el poder para acceder a él, y no representan los legítimos intereses de sus agremiados. El mejor ejemplo es el poder adquisitivo del salario mínimo, que cada día se minimiza más a ciencia y paciencia de líderes de trabajadores, que con una decisión fuerte y enérgica de defensa de sus bases, podrían paralizar buena parte de la economía del país.
En el caso de organizaciones políticas, las lealtades se miden en función de la propia fuerza política y cohesión de los integrantes de dichas organizaciones. Una organización que tiene presencia en muchos municipios del país (dónde se le ha dado entrada en algún momento) es la de Antorcha Campesina. Movimiento creado en 1974, con la finalidad de agrupar a los campesinos para organizar y educar al pueblo de México, y combatir la pobreza. Hoy están formados por campesinos, colonos, trabajadores, ambulantes, etc. Tienen más de un millón de afiliados a lo largo del territorio nacional. En sus colonias han logrado enormes avances, porque debido a su fuerza política y su facilidad para manifestarse, los presidentes municipales les atienden para evitar problemas mayores.
El crecimiento de Antorcha Campesina se genera a su férreo control de sus militantes, y a que se atreven a protestar enérgicamente y a exigir. Un movimiento natural generado por la apatía de los gobernantes para atender las necesidades de la población.
Hace años me preguntaba un amigo cómo hacer para que el gobernante nos preste atención, y mi respuesta fue, brincando en su escritorio. Si no insistes por todos los medios, no te van a hacer caso. Eso lo entendieron muy bien los líderes de Antorcha Campesina y por ello, son la organización independiente, más fuerte políticamente hablando en el país. Se les atribuyen abusos, despojos, secuestros y asesinatos, lo cual no sería difícil, pues los mexicanos con poder generalmente abusamos de él. Sin embargo, este grupo demuestra que si la población se organiza siempre será atendida y escuchada.
En nuestro país el ciudadano independiente no tiene valor ante la autoridad, sin embargo organizado en grupo, dependiendo de la fuerza y movilización del grupo, si lo tiene. No debe extrañar que las colonias de antorcha tengan más atención que las demás… Ellos se organizan y exigen, mientras el resto solicita y suplica. No son consentidos, más bien son temidos. Y los políticos les son leales por temor no por convicción, además de que el voto de los Antorchos puede significar la diferencia entre una victoria y una derrota en una elección municipal o de diputado local o federal.
@jmcmex
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