Peña y Rivera en el Vaticano. Foto:
AP
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MÉXICO, D.F. (apro).- Para el historiador y doctor en ciencias políticas Iván Franco Cáceres, hace tiempo ya que el arzobispo de Yucatán, Emilio Berlié Belaunzarán, actúa en favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no sin haberse relacionado igualmente con el Partido Acción Nacional (PAN) que gobernó durante doce años, con “los grandes señores del poder económico” o con las mafias del país, según convenga a sus intereses.
En el número 1898 de la revista Proceso, del 17 de marzo, el
investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Yucatán y
miembro del Sistema Nacional de Investigadores, explica en entrevista con el
reportero Rodrigo Vera cómo el jerarca católico forma parte del “brazo
católico” del gobierno de Enrique Peña Nieto.
El también antropólogo ha seguido la historia del arzobispo desde que estuvo como obispo en la ciudad de Tijuana, Baja California, y escribió el libro El PRI y sus obispos. El caso Berlié. De hecho, aun antes de que Peña Nieto llegara a la presidencia anticipó que con toda seguridad el sacerdote se pondría al servicio del político para allanarle el camino.
Berlié es uno de los personajes que aparece en una fotografía publicada en las ediciones 1819 y 1820 de Proceso, junto al llamado zar del juego Juan José Rojas Cardona, políticos panistas y personajes como Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México. Franco Cáceres –quien desarrolló en su tesis doctoral el tema de las relaciones Estado-Iglesia–, sostiene que los escándalos por sus vínculos con las mafias en los que se han visto involucrados los altos jerarcas católicos como el propio Rivera, Onésimo Cepeda, arzobispo de Ecatepec; Juan Sandoval Íñiguez, exarzobispo de Guadalajara; y el propio Berlié no son nuevos.
Ahora se conocen más por la naturaleza de la época, porque
son exhibidos en los medios de comunicación o por los espacios de opinión
crítica que han ganado ciertos grupos de la sociedad. Pero la historia de la
iglesia, particularmente la católica, demuestra que ha tenido una relación
“bastante cuestionable”, con los poderes económicos y políticos, “es un
patrón”. Incluso identifica como características frecuentes de los jerarcas católicos,
en México, Latinoamérica y el mundo, provenir de familias ricas, estar
vinculados a las clases políticas y ahora también a las mafias.
Siempre se dan, enfatiza, situaciones que les permiten jugar sus propias posiciones políticas. Es el caso de Berlié y los otros personajes que aparecen en la fotografía, que lo mismo apoyan al PRI, que al PAN e incluso al Partido de la Revolución Democrática (hasta Andrés Manuel López Obrador, dice, tuvo que mandar su carta al semanario), porque la lógica de los dirigentes religiosos es “pellizcar recursos en donde los hay… es como un reparto de utilidades”.
Editado por Araucaria, el libro de 179 páginas es una investigación sobre Berlié, desde su llegada a Yucatán. Está dividido en cuatro apartados: I. Berlié y el poder político (el PRI), II. Berlié y el poder político (el PAN), III. Berlié y la grey católica, y IV. Berlié y el campo cristiano.
Narra desde su salida de Tijuana, debida según el especialista Elio Masferrer –quien prologa el volumen– a presiones de Estados Unidos al gobierno mexicano por las “notorias relaciones de estos grupos mafiosos con obras que beneficiaban a la Iglesia católica bajo el mando de Berlié…”; su llegada a Yucatán en el gobierno de Víctor Cervera Pacheco, su influencia en la salida del PAN y el retorno del PRI con Ivonne Ortega, hasta las perspectivas que el obispo se hizo desde la campaña de Peña Nieto a la presidencia.
Hace un breve perfil del religioso nacido en Aguascalientes el 4 de noviembre de 1939 y evoca las razones de su salida del norte del país:
“El 8 de junio de 1983, el papa Juan Pablo II lo preconizó III Obispo de Tijuana y recibió la consagración episcopal el 25 de julio del mismo año. Le correspondió enfrentar en la diócesis tijuanense varios escándalos relacionados con lavado de dinero así como el episodio del crimen político de Luis Donaldo Colosio, lo que marcó mucho su presente y futuro político y pastoral, ya que por aparentes presiones del poder político norteamericano el Estado mexicano se vio obligado a trasladarlo a la arquidiócesis de Yucatán.”
Añade:
“Berlié sentiría, con el cambio, que podía mantener sus aspiraciones de ascenso a Roma, pese a que la realidad política dictaba que se le estaba castigando por sus vínculos con los grupos de lavado de dinero y del narcotráfico del norte del país. El 15 de marzo de 1995, el papa Juan Pablo II lo designó XI Obispo y IV Arzobispo de la Arquidiócesis de Yucatán, y tomó posesión el 29 de abril de ese año.”
El historiador cuenta que se interesó por Berlié porque uno de sus temas de investigación son las relaciones Iglesia-Estado en Yucatán, desde 1940 hasta el 2000. Al indagar sobre su paso por Tijuana encontró información periodística de medios como el semanario Zeta “muy fuerte”. En algunos, dice, de plano le preguntaban: “Señor, ¿usted está involucrado con las mafias?”
El que calla…
En su libro menciona otros casos de escándalo que involucran directa o indirectamente a Berlié. El Diario de Yucatán, por ejemplo, lo ligó nuevamente con intereses del narcotráfico, como lo hizo Por Esto! con el entonces gobernador panista Patricio Patrón Laviada, lo que fue significativo para el triunfo de la ahora exgobernadora Ortega:
“En ambos casos esos señalamientos, mientras no fueron desmentidos de forma contundente por los dos personajes, resultaron factores importantes para que fracciones y grupos se desligaran de las instituciones en las que participaban activamente.”
Menciona el investigador otro caso consignado en el libro, sobre un fraude del Sistema Coopera, en la Caja Crescencio A. Cruz en donde salieron a relucir los nombres tanto de Patrón Laviada como del mismo Berlié, que afectó a numerosas familias de escasos recursos. Otro capítulo, “Sacerdotes inversionistas”, habla sobre un fraude cometido por la empresa de asesoría financiera MexForex en Mérida, dado a conocer el 2 de octubre de 2009 por la prensa local.
Hace un recuento: Berlié siempre ha trabajado con la mira en sus ascensos. Ha querido ser cardenal (incluso en algún momento se le consideró entre los posibles sucesores de Ernesto Corripio Ahumada), pero también ha aspirado a ocupar un dicasterio, que son los ministros más directos del Papa en el Vaticano. Y dice en su trabajo, al comentar que el obispo deberá retirarse al cumplir 75 años de edad:
“Falta ver si el tiempo canónico y el político lo permiten. Mientras tanto, tal parece que Berlié espera con paciencia el giro político que ya se dio en la entidad hacia el PRI pero a nivel presidencial. Entonces podría signarse su suerte y destino hacia arriba de la pirámide burocrática de la jerarquía católica o en todo caso terminar como su inmediato antecesor en la misma arquidiócesis.”
A Franco le queda clara la estrecha relación entre Peña Nieto y Berlié. Cita un texto de la columnista de El Universal, Katia D’Artigues, publicado el 26 de enero de 2010, en el cual comenta que Peña Nieto fue al Vaticano a “anunciar” su boda con “La Gaviota”, y añade casi al final que Berlié fue quien cabildeó con gobernadores para evitar la aprobación del aborto.
Factor clave
Tras subrayar que Peña Nieto no oculta su catolicismo, expresa que si Berlié logró hacer esos amarres a nivel del Congreso para las leyes anti-aborto, significa que también que cuenta con clientelas en favor del PRI. Yucatán, agrega, no tiene un peso político a nivel nacional pues no representa ni siquiera el 1% del electorado y sin embargo los poderes de la entidad lograron que tuviera un arzobispado, y desde ese cuerpo sí tiene un peso en la vida política, a tal punto que le ha dado a Berlié la capacidad para negociar con Peña Nieto desde antes de convertirse en candidato presidencial.
El libro habla también de la relación de Berlié con el Opus Dei, de cuya Universidad Panamericana es egresado Peña Nieto, así como con Los Legionarios. El historiador narra que si bien es cierto que los nombramientos de los jerarcas los hace el Vaticano, son “palomeados” por los altos políticos. Cuando se nombró a Berlié como arzobispo, él fue a agradecer a Marcial Maciel, porque era ya para entonces “una especie de operador del Estado”, por su vínculo y cercanía con Juan Pablo II.
–¿Continuará entonces la relación de los poderes político, religioso, económico, y ahora hasta del narco y el delincuencial?
–Eso creo, definitivamente.
Hay, dice, un pequeño grupo de religiosos, como el fallecido obispo Samuel Ruiz, Raúl Vera o Alejandro Solalinde, que defienden las causas sociales, en una lectura “ortodoxa de la causa del carpintero de Nazareth”. Pero agrega irónicamente que, en general, las causas del carpintero se perdieron “cuando el carpintero murió” y este pequeño grupo de religiosos es la excepción que confirma la regla.
Los sacerdotes que se oponen a la Iglesia jerárquica, antidemocrática, terminan perseguidos, sobre todo con Juan Pablo II y Benedicto XVI, o son movidos de sus sedes, o cooptados por los movimientos sociales, como el actual presidente de Paraguay, Fernando Lugo, quien abandonó el sacerdocio para unirse a la causa y terminó siendo presidente.
–Se dice que “la Iglesia siempre ha sido aliada de las peores causas”. Ahora qué México está azotado por las mafias, ¿es fiel a su historia?
–Yo creo que sí porque es la Iglesia dominante… Si hacemos un recuento de cuál es la Iglesia que realmente ha dominado en este país, es la Iglesia de la jerarquía; es la Iglesia que dialoga, se involucra y se compromete con el Estado represor; es la Iglesia que sólo en ciertas coyunturas apoya el voto, la limpieza electoral o a ciertos candidatos; pero al mismo tiempo, si no le conviene mejor se calla.”
Agrega que es claro que en México hay un movimiento de grupos católicos tratando de remontar las jerarquías de la Iglesia católica, pero el problema es que en el país, como espacio político, es muy difícil articular un movimiento nacional en 32 entidades distintas. Ni siquiera la revolución mexicana tuvo una dimensión nacional. Entonces estos sectores religiosos terminan limitando sus acciones a su región o espacio inmediato.
Franco Cáceres acaba de publicar un nuevo libro sobre el tema titulado Política y actores religiosos en Yucatán, editado por Grafisma. Dividido en seis capítulos, el volumen de 130 páginas se daría a conocer el domingo 24 de marzo en el Hotel Plaza Mirador en el Centro Mirador en la ciudad de Mérida. Y está organizando una presentación en la Ciudad de México, para abril o mayo.
El primero capítulo “Nacionalismos atormentados”, describe las alianzas de los partidos PRI y PAN con la jerarquía católica para frenar el avance de los movimientos liberales en favor del aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y los derechos humanos.
En el segundo aborda nuevamente la figura de Berlié, con el título “Berlié, jerarca del poder”, donde recupera nuevamente su paso por Tijuana y cómo ha repetido el esquema de operación en Yucatán, en contra de los grupos que incluso dentro del catolicismo se han expresado en favor de los derechos humanos.
“Un capítulo de la democracia cristina de Yucatán” es el título del tercer apartado, en el cual se presenta la biografía política de Pedro Góngora, quien aunque se formó dentro de los espacios católicos se separó de la iglesia y hasta llegó a ser candidato del PAN sin militar en el partido.
Al cuarto capítulo, “Evangelizar en territorio católico. La iglesia maronita en Yucatán” es un resumen sobre la iglesia ortodoxa en Yucatán y reúne entrevistas al cristiano maronita Cosme Andrade, quien ha trabajado para recuperar la tradición de varios descendientes de libaneses que llegaron a la entidad desde mediados del siglo XIX y que se fueron convirtiendo al catolicismo por falta de espacios para ejercer su religión.
En “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y Testigos de Jehová ¿hermanos incómodos?”, que forman los capítulos cinco y seis, Franco aborda el desarrollo de dos iglesias “pseudo cristianas” que han crecido en el área urbana de Mérida, en su opinión, como “una estrategia de grupos norteamericanos testigos de Jehová y mormones” que han incrementado sus seguidores al punto de reunir en sus eventos hasta 15 mil ó 20 mil personas.
FUENTE: PROCESO
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