Ciento veinticinco millones de pesos es la friolera suma que según medios y especialistas, lleva gastados el joven gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, en promover su imagen y logros, de cara al Primer Informe de actividades. Pareciera que Chiapas, uno de los estados más pobres y lacerados del país, puede permitirse tal dispendio.
Hace algunos días, en las páginas interiores de un importante diario, aparecían dos planas de la sección nacional -de a 250 mil pesos cada una- como evidencia del despropósito que implica gastar así, a manos llenas, ensalzando al gobernador chiapaneco. Poco texto, muchas más fotos de Velasco con su señora madre, con su novia Anahí, saludando a Miguel Ángel Mancera, vitoreado por las etnias indígenas, en la plenitud del pinche poder.
Han de ser figuraciones mías, pensé en un principio. No puede ser que a Manuel, con quien me unen amigos mutuos y lazos generacionales al estar ambos en la treintena, se le estén yendo así las cabras. De él tales amigos, se refieren como una persona sensata e inteligente que tiene muchísimas ganas e impulso para resolver los conflictos ancestrales que aquejan a su estado, Chiapas, y que en la práctica está resultando un buen mandatario. "Manuel es un tipazo, deberías conocerlo", dicen.
No dudo que lo sea pero francamente, no estaba yo tan equivocado. Y es que en el periférico sur capitalino, pululan los espectaculares de Velasco. Lo mismo ocurre en el Estado de México y otras entidades del centro del país. En cines de lujo, como Cinépolis VIP y Cinemex Platino, al público no le queda más que ver los anuncios del gobernador. "Carajo, hasta en Youtube sale el escuincle", me escribe una tuitera.
Y así sucede en innumerables publicaciones, canales de televisión, publicidad y menciones disfrazadas en mesas de opinión y análisis. La idea es sencilla: posicionar al gobernador más joven del país, como una figura nacional. En tanto, los modos son burdos y se nota, a kilómetros de distancia, el dispendio.
Con Enrique Peña Nieto, quién lo diría, en la forma sus estrategas fueron más cautos. No era en un principio, tan evidente, a donde quería llegar. A Manuel Velasco, las prisas por querer ser, le podrían resultar muy caras. En el mar infestado de tiburones donde nada, hay otros muchísimo más experimentados, que también quieren ser, llegar, y que harán lo humanamente indispensable, para lograrlo. Comerse a uno de su misma especie, por ejemplo.
Extraviados el recato y la sensatez de los primeros tiempos, justo así comenzó la deuda de Coahuila: por las ínfulas de grandeza y el culto a la personalidad de un hombre, Humberto Moreira, y el paso de su nombre a la historia. Sin embargo, en estas épocas de inmediatez, sobresaturación de contenidos informativos y las redes sociales en el marco de un país con cuarenta millones de personas viviendo en diferentes grados de pobreza, aunque existan logros y el ímpetu que sus amigos dicen tiene el gobernador de Chiapas, en este país, precisamente, tales dispendios no se justifican. Irritan. Irritan, lastiman y causan muchas suspicacias.
Porque no, apreciable Manuel, ya no son los tiempos del carro completo, las matracas y el culto a la personalidad. Porque brillando y destacándote entre muchos de tal forma, por dispendioso, cuando faltan cinco largos años para que el poder de Enrique Peña Nieto comience a eclipsarse, no es la mejor de las decisiones. Acuérdate de Miguel de la Madrid, estimado Manuel, quien de su casa hizo una fortaleza y ahí murió, y justificaba la soledad: "En México, el poder es muy celoso. Pertenece a un solo hombre" decía y tú, Manuel, en doce meses ya comienzas a hacerle sombra al presidente de México.
No Manuel, por ahí no va la cosa. Por más que hagas y que logres, aunque siembres y recojas los frutos de tus buenos deseos y amor a México, a tu estado, Chiapas, donde como en ningún sitio del territorio se palpan las enormes desigualdades y el fracaso colectivo por hacer del país un lugar más justo y halagüeño para las generaciones que nos precedan, tus hijos y mis hijos, ahí mucho menos y de cara a los chiapanecos, apreciado Manuel, puedes plantarte, mirarlos a los ojos y no saber qué responder cuando te pregunten, con legítima indignación como hoy lo hago, lo siguiente:
¿Es verdad, señor gobernador, que mientras miles mueren de hambre, usted se atrevió a gastar diez millones de dólares en promoción personal?
Piénsalo Manuel, y ya nos dirás si estamos o no exagerando.
Twitter @patoloquasto
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