Un hecho, la reforma energética sin oposición. Foto: Ronaldo Schemidt / Agence France-Presse/ Getty Images - See more at: http://www.losangelespress.org/un-dato-escalofriante-de-la-privatizacion-de-pemex/#sthash.3N9BJQEz.dpuf |
Alberto Buitre*
La fórmula para reventar a México es sencilla: más pobreza,
mayor violencia. No hace falta ser un estadista para entender que un paliativo
a los problemas de un país sumido en la barbarie es proporcionar al pueblo
empobrecido el mínimo de desarrollo humano. Pero tampoco hace falta demasiado
para entender que Enrique Peña Nieto no es un estadista; de tal manera, desde
su puesto como títere de los monopolios, administra la mejor operación que
acabará por mandar al carajo lo que queda de nación, vía la reforma energética,
la privatización de los hidrocarburos.
Los técnicos
hablarán. Expertos como la geóloga María Fernanda Campa, el geopolítico Alfredo
Jalife Rahme, y hasta Manuel Bartlett han publicado libros, cualquier cantidad
de ensayos y presentado varias ponencias advirtiendo la estupidez técnica y
constitucional de esta privatización. Palabras de expertos para oídos expertos.
Pero yo soy
periodista, y más aún, poco sé de petróleos bitumisosos o exploración en aguas
medias. Sin embargo sí sé de pobreza y sus causas. Por eso me quedo con uno de
los datos más escalofriantes de la Reforma peñista: Con PEMEX –vendido a manos
privadas–, México se quedará sin el 60 por ciento del gasto social que aún
proviene del petróleo. Esto significa que de un plumazo, tantos más millones de
personas en este territorio sufrirán el aumento imbatible del costo de la
salud, la educación y los servicios públicos, como el agua, el gas y la
electricidad. Tal encarecimiento ocasionará que muchas empresas, medianas y
grandes, eliminen trabajadores de sus nóminas o dejen de contratarlos para
sanar el bache en sus ingresos. Aumentará la carencia, la pobreza, cundirá la
desesperación.
De por sí México
arrastra con más de 150 mil muertos producto de la fallida “guerra contra el
narco”. De por sí el 60 por ciento de la población mexicana padece ya la
pobreza y de este porcentaje, la mitad carece de lo indispensable para comer,
según cifras de la propia Secretaría de Desarrollo Social ¿Y cómo estima el
"ilustre" Peña y su horda de brillantísimos secretarios, paliar el
desfase presupuestal, producto de la privatización petrolera? Fácil: aumentando
impuestos.
La propuesta del
Banco de México para homologar el IVA en todos los mercados asciende al 17 por
ciento. Al menos de manera oficial. Y dicen que no es IVA; que es “impuesto al
consumo”. Y agregan que son recursos para “combatir la pobreza”. ¿En serio?
¿Combatirán la pobreza aumentando el precio de los productos indispensables
para vivir? Y sin embargo, la reforma va. Algunos diputados como Ricardo Cantú
del Partido del Trabajo, advierten que el aumento del IVA se elevará hasta el
23 por ciento; incluídos alimentos y medicinas. Además, el Impuesto Sobre la
Renta (ISR) que actualmente se cobra en una tasa del diez por ciento
proporcional a los ingresos, se plantea que se eleve hasta el 30 por ciento.
El halo de
maldad que arrastra la privatización de los hidrocarburos impactará de lleno en
la clase trabajadora que no tiene seguridad social. Empleados y empleadas de
los ámbitos público, privado, y sobre todo, independientes –los freelancers;
una capa que ha crecido en México a raíz de la reforma laboral, la cual liquida
el derecho de contrato y estipula el salario por horas de la fuerza de trabajo
de una persona. Son quienes deben pagar mes con mes al Sistema de
Administración Tributaria (SAT) de la Secretaría de Hacienda más de la mitad de
sus honorarios en impuestos: 17.5 por ciento de Impuesto Empresarial a Tasa
única (IETU); 16 por ciento de IVA; 10.6 por ciento de IVA retenido y 10 por
ciento de ISR, más impuestos estatales.
Y aún si el
aumento de ISR hasta del 30 por ciento –se maneja que hasta del 37–, únicamente
será para quienes ganan 500 mil pesos, lo que sucederá es que las empresas
simplemente dejarán de contratar personal o aprovecharán al máximo la Reforma
Laboral para prescindir del pago de prestaciones. Entonces habrá como nunca una
clase trabajadora empobrecida.
¿Y qué hacer? Se
diría que hace falta ir al corazón de la reforma: la fuerza de trabajo que
mueve a Pemex; es decir, sus trabajadores. Son ellos quienes tienen el poder de
frenar la iniciativa apoderándose de la producción. Pero con un Sindicato de
Petroleros en manos del PRI, charro contumaz y corrupto hasta la médula,
cualquiera pensaría que no hay más que conformarse con que se dé la batalla
legislativa para impedir la privatización. Pero para eso los monopolios
dictaron la creación del Pacto por México; la concertación del PRI, el PAN, el
PRD y otros partidillos satélites que harán las veces de bisagra de una
negociación que ya estuvo firmada en diciembre del 2012, en aquel fastuoso
evento en el Castillo de Chapultepec, a los ojos de Carlos Slim y Emilio
Azcárraga.
Por supuesto que
nos queda la calle. Por supuesto que nos queda la palabra. Sin embargo, no
existe mejor fórmula para atacar las reformas capitalistas que yendo a su
centro creador: la producción; y de eso se encargarán sus trabajadores. Porque
Romero Deschamps no es el Sindicato de Petroleros, como tampoco es eterna su
vida. Cierto, la reforma está; pero está equivocado quien crea que la lucha
contra la privatización se acaba con una firma de Peña Nieto. Revertir la
privatización de este como de todas las empresas concentradas, es una causa que
se contará por décadas, si es necesario.
@AlbertoBuitre
*El autor es
Premio Nacional de periodismo en México
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