Un periodismo "a la Aristegui" es lo que en este momento menos desea el gobierno, escribe el historiador en el periódico Reforma.
El caso de la periodista Carmen
Aristegui “es hoy un indicador de la naturaleza que va adquiriendo el actual sistema
mexicano. Se suponía que México ya habría concluido su tránsito
del autoritarismo priista clásico a algún tipo de democracia, pero realmente no
es el caso y un neoautoritarismo podría estar en
nuestro futuro”, escribe este jueves, en su columna del periódico Reforma, el historiador Lorenzo Meyer.
Sobre la salida del aire del
programa de la periodista, apunta que ”negar a un público masivo el acceso
a una fuente cotidiana de información crítica es una forma de restarle poder a
ese conjunto de ciudadanos que recurrían a la información y análisis como los
generados por Aristegui y su equipo para definir su posición en el juego de la
política”:
“No es aventurado suponer que
el despido de la conductora incómoda fuera una forma en que “Los Pinos” se
cobró el costo en legitimidad que le ocasionó la investigación sobre la mansión
de la familia presidencial (la “Casa Blanca”). Sin embargo hay en esto algo más
que venganza. En el proceso electoral en curso está en juego el afianzamiento
del control del Presidente y su partido sobre el Congreso y otras estructuras
de poder… Un periodismo “a la Aristegui” es lo que en este momento menos desea
el gobierno, y menos aún su efecto de cara al largo plazo, pues entonces
dificultaría más el proyecto neoautoritario”, abunda.
Además, Meyer expone la ruta
judicial que ha tomado el asunto.
Y concluye: “La incertidumbre
sobre la forma en que la muy endeble y poco confiable institucionalidad
jurídica mexicana va a resolver “el caso Aristegui” será un poderoso indicador sobre el rumbo que tomará el
sistema político mexicano. Si la posición de la empresa, que es
la posición del gobierno, prevalece, entonces podemos suponer que el
neoautoritarismo habrá dado un paso más en su consolidación. Si, por el
contrario, David lograra prevalecer sobre Goliat, entonces se podría abrigar
cierto grado de optimismo en relación a un futuro mejor y menos injusto que el
presente. Por hoy, la moneda está en el aire”.
(Con información del diario
Reforma)
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