por José Miguel Cobián
Pasó la semana santa, y aparentemente no hubo graves problemas ni novedades en el gobierno, en particular, no vimos que se aprovechara el asueto y la distracción para hacer algún movimiento brusco en la legislación o el tipo de cambio. Eso es ganancia.
De cualquier manera hubo algunas noticias tristes. Por ejemplo, la información de la UNAM en el sentido de que el salario ha perdido más del 40% de su poder adquisitivo en este sexenio. La implicación es grave para el PAN, pues mientras ellos presumen de que en este sexenio no ha habido devaluación como en los últimos sexenios priístas, ahora resulta que sin devaluación del peso, los trabajadores han visto devaluado su salario. Esto se debe a que en la propaganda política siempre se manejan verdades a medias y se ocultan las mentiras. En este caso particular, independientemente de que lo diga la UNAM, la realidad la sienten miles de trabajadores en sus bolsillos.
A nadie importa la paridad peso-dólar cuando no alcanza el dinero para comprar lo básico. Los gobiernos panistas han tenido la suerte de que todas las monedas se han devaluado, unas más y otras menos, pero el dólar en particular ha sufrido una pérdida fuerte de poder adquisitivo. Esto significa para el peso buenas nuevas, pues así el gobierno puede presumir que no ha habido devaluación, considerando a la población tonta e ignorante, como para no darse cuenta de que el dinero alcanza para mucho menos que al principio del PANATO.
Esto nos lleva a otra reflexión. Espero que Luis Pazos y los ideólogos económicos del PAN algún día reflexionen al respecto. La historia económica de las naciones demuestra que las exportaciones siempre apoyan a la economía de una nación, pero que para que exista estabilidad tiene que desarrollarse un mercado interno suficientemente poderoso para enfrentar los vaivenes de la economía mundial. Esto que los priístas neoliberales jamás entendieron, tampoco lo han entendido los panistas. A pesar de la transición del año 2000, todavía padecemos un mercado interno muy débil, y una política de desarrollo económico basada en el debilitamiento del ingreso de los trabajadores, bajo el supuesto de que una vez que los empresarios acumulen capital, ellos van a generar más empleos y por la fuerza del mercado, los salarios van a elevarse.
Si no hay un mercado interno que consuma, la economía mexicana siempre será débil. Y para haber consumo interno se requiere que la población tenga ingresos suficientes como para consumir más allá de lo básico para sobrevivir. Curiosamente la economía mexicana está llegando a un punto contradictorio para las políticas públicas. Los mismos empresarios requieren un mercado interno poderoso, y mientras en la presidencia del empleo se tenga un record de desempleados, y los asalariados perciban sueldos de subsistencia, será imposible consolidar un mercado interno activo que permita sustentan el crecimiento económico, ante el poco dinamismo interno por las actividades de exportación.
Un buen amigo decía que no es paradoja, que es ¨parajoda¨, porque el egoísmo de la clase empresarial, y la falta de visión de los funcionarios públicos, implica que jamás consolidaremos un mercado interno poderoso, y eso es ¨parajoda¨, es decir, para joderse.
Hay algunas ciudades en México que con una incipiente clase media o una clase política bien pagada muestran la eficiencia de un mercado interno con capacidad de compra. Generalmente las capitales de los estados y las ciudades más grandes del país. Mientras el resto languidece en un ambiente económico de supervivencia más no de desarrollo. Salvo por un pequeño aspecto. La lucha contra el crimen organizado tendrá que pasar después de este sexenio (porque estos no pueden), por la creación de empleos y oportunidades de movilidad social para todos aquéllos que hoy ni estudian, ni trabajan, ni se mantienen. Y no hablo de jóvenes, sino también de más de un millón de adultos mayores, que pronto también serán atractivos reclutas para el crimen, ante la falta de oportunidades para encontrar un trabajo digno y remunerador.
La economía influye brutalmente en el resto de la sociedad. Algún día nos daremos cuenta y nos preocuparemos más por el otro, el de junto, el del barrio, el de la ciudad perdida, el de la colonia ¨pobre¨. Es el único camino para sacar adelante a nuestro México, antes de que se balcanice o llegue la tercera guerra intestina, esa que algunos dicen ya comenzó, hoy no por ideología y sí por mercados y aspiraciones económicas.
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