La militarización de Ciudad Juárez que inició en marzo de 2008 con el llamado Operativo Conjunto Chihuahua,es parte de la supuesta “guerra contra el narcotráfico” encabezada por el presidente Felipe Calderón, una guerra que para mucha gente, es sólo un instrumento con el que Calderón pretende legitimarse como primer mandatario, después de que llegara al cargo con una muy dudosa victoria electoral en el 2006. [leer más]
El hecho es que de pronto, las calles de Ciudad Juárez se comenzaron a convertir en el escenario de lo que parecía ser un estado de sitio. Las tanquetas, los camiones transportando soldados, los retenes y las denuncias ciudadanas en contra de los militares, al poco tiempo formaban ya parte de la cotidianidad. Sin embargo, los crímenes con lujo de violencia, asaltos, secuestros, extorsiones y ejecuciones parecían acrecentarse en lugar de disminuir con la presencia militar, y efectivamente, todo empeoraba o por lo menos seguía igual, porque el ejército era sólo eso: una presencia, el símbolo de una autoridad incapaz, no digamos de terminar, sino de controlar al crímen organizado, un “bulto” pues, pero al fin y al cabo, el símbolo del presidente de México en contra de los cárteles que asolaban a esta ciudad fronteriza, donde se desplegaba una movilización militar nunca antes vista, no sólo en Ciudad Juárez, sino también en otras partes del país. Pero esta ciudad, de entonces a la fecha, ha sido la imagen de México que recorre el mundo (lo mismo que sucedió con los asesinatos y desapariciones de mujeres), y en esta imagen, está la de un presidente que se enfrenta con su ejército y sus fuerzas federales al crímen organizado.
Las fuerzas militares entran en escena, como “respuesta” a una guerra ya existente de años atrás entre los cárteles del narcotráfico por el control de “la plaza” o la ruta mas importante del tráfico de drogas hacia los Estados Unidos.
El sicariato, sin embargo no se ve intimidado ni por las fuerzas militares, ni por los actuales operativos federales que se realizan en las calles de la ciudad.
Lo que también se ha hecho evidente en esta “guerra”, es la exhibición que hace el crímen organizado, de quienes, desde sus posiciones privilegiadas de poder, lo han amparado, le han vendido protección como parte de sus elevadas prácticas de corrupción. Esto es parte del contenido de los noticieros y por lo tanto, ampliamente conocido, basta revisar las notas periodísticas que dan cuenta de policías o agentes federales involucrados en secuestros, asesinatos, extorsiones, narcotráfico, o de jueces que liberan a criminales confesos. Resulta ser muy significativo en todo esto, que sólo el 1% de los crímenes cometidos en esta ciudad lleguen a una sentencia, cualquiera que ésta sea.
En agosto de 2010, las agencias de noticias dieron a conocer que en Ciudad Juárez se manifestaron 250 policías federales contra sus mandos, a quienes acusaban de corrupción y nexos con el crímen organizado. Los policías denunciaron que eran obligados a extorsionar a la gente. En la nota publicada por la agencia EFE, se refiere lo siguiente:
“Los policías se rebelaron contra varios mandos, en particular frente al comandante Salomón Alarcón, a quien acusan de "sembrarles" armas y droga (ponérselas para que puedan ser detenidos) si no le obedecen. Un agente que prefirió no identificarse denunció a su jefe, conocido como El Chamán, a quien acusan de realizar diversas extorsiones y dijeron que no le importan la corporación, su prestigio y mucho menos la ciudadanía”.
Vale reconocer en este insólito caso, que no todo está perdido y que no todos son corruptos dentro de las corporaciones, sin embargo, este hecho revela un sistema enfermo incapaz de cumplir con la misión para la que fue creado, incapaz de emprender una lucha contra la delincuencia y menos contra el crimen organizado, porque estos son los policias federales que vigilan la ciudad.
Entonces nos preguntamos, ¿en contra de quién es esta guerra?
En Ciudad Juárez todos los días hay asesinatos, nada los detiene, ¿le importa esto al presidente? ¿De qué ha servido “su guerra” si cada vez hay más huérfanos, viudas y padres que sufren la irreparable pérdida de un ser querido? ¿De qué ha servido, si cada cada vez son más los jóvenes ejecutados?
Desde la llegada de las fuerzas militares a Ciudad Juárez el promedio de asesinatos ha ido en aumento cada año, además, este hecho dio pie a la diversificación de las conductas delictivas como el secuestro, las extorsiones, los asaltos, robo de vehículos y todo esto con lujo de violencia, muchos de estos delitos los han cometido grupos como los “zetas” que lo mismo operan con el ejército mexicano que con los cárteles de las drogas.
Esta violencia se está incrementando debido a la tolerancia y la impunidad por parte de los tres niveles de gobierno, muestra de ello es que desde la llegada de los soldados, en el estado han ocurrido una serie de asesinatos contra varios activistas, además de los que se cometieron en contra de dos periodistas de la prensa local.
Así ha cambiado Ciudad Juárez, con la militarización, la ciudad que hace 40 años era el lugar de las oportunidades y el empleo, y hasta hace apenas unos cuantos años lo seguía siendo, se ha convertido en la ciudad mas violenta del mundo.
Y mientras no hagamos nada por cambiar el rumbo de la historia, si aún se le sigue apostando a la militarización en lugar de entrarle al verdadero cambio social, las cosas seguirán avanzando por donde van, o sea que mientras sigamos pensando que el cambio vendrá de arriba hacia abajo, es decir del Estado a la sociedad, nos va a “cargar patas de cabra”. Pero si asumimos el poder que tenemos como pueblo y que aún no hemos hecho valer, si nos damos cuenta que uno de nuestros mayores enemigos es la pasividad frente a la corrupción, frente al crimen organizado, frente a la simulación y la impunidad, entonces podremos ver que detrás de todo esto, se encuentra el enemigo más grande y poderoso: un sistema capitalista neoliberal, que es el espacio de poder donde se manifiestan todos los hechos que hoy nos aquejan. Ese es el punto hacia donde debemos dirigirnos para transformarlo. Claro que nuestro inicio está en lo local, en lo que ahora está a nuestro alcance, en la unidad, en la denuncia, en retornar a un Estado de derecho y en preguntarnos: ¿contra quién es esta guerra que ha emprendido el presidente Calderón? o quizá ¿a quién beneficia esta guerra?
Hasta aquí, mi reflexión, con el deseo de que muy pronto lleguen mejores tiempos y pueda entonces platicar sobre los cambios sociales anhelados que acontecen en esta frontera.
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