Javier Duarte de Ochoa no ha tenido un buen gobierno y ya se habla de que vive sus últimos meses al frente del Poder Ejecutivo de Veracruz.
O sea, palabras más, palabras menos, que en noviembre deja de ser gobernador.
Duarte ha resultado ser un mal experimento político, impuesto por Fidel Herrera Beltrán, su antecesor, en el gobierno de Veracruz para tapar la corrupción, el desfalco a las arcas públicas que reinó durante la fidelidad y por las ambiciones del oriundo de Nopaltepec, en tierras de Cosamaloapan, por prolongar su poder en un sueño transexenal, utilizando a quien creyó sería su títere, pero que finalmente lo mandó a volar.
El gobierno duartista ha sido una decepción y tiene paralizado a Veracruz, sin dinero y con obras que no satisfacen a nadie. La inseguridad cada vez está peor y la violencia desatada por los bandas criminales mantienen atemorizada a la población y contra la pared al gobierno estatal.
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