El autor se sumerge en un mundo desconocido para presentarlo a través de la crónica, el reportaje y los recursos narrativos que ya han caracterizado sus obras y nos sitúa en el campo de batalla de esa guerra situada en los estados fronterizos del norte del país. Porque cuando se dice "guerra" no se está haciendo uso de la retórica o del sensacionalismo para describir lo que pasa en la región. Se trata de una guerra en serio, en la que ha habido masacres, desplazamientos forzados, fosas clandestinas, prisioneros, combates, leva, magnicidios, mucho dolor y muchas mentiras. Además de muchas muertes, como en cualquier guerra. Muchas más de las que hasta ahora se conocen.
El reino de 'Los Zetas' y el 'negocio' de hacerles la guerra
- El periodista Diego Enrique Osorno presenta 'La guerra de los Zetas'
- 'Combatir a Los Zetas se ha convertido en algo lucrativo', asegura
Una letra recorre Tamaulipas, el estado mexicano del que menos se habla. La gente de esta frontera, en el noreste de México, tiene miedo incluso de pronunciarla porque el cártel que se identifica con ella, "se ha colado hasta en los sueños de la gente", dice el periodista Diego Enrique Osorno, autor de 'La guerra de los Zetas' (Grijalbo).
Allí el crimen organizado hace que una matanza de 72 inmigrantes solo sea un breve en la página cinco de un periódico local; hay pueblos que tienen bajo su tierra una población de muertos tan vasta como la de vivos; y las ofertas de empleo criminal se cuelgan de los puentes ("Grupo operativo Los Zetas te quiere a ti, militar o ex militar. Te ofrecemos buen sueldo, comida y atenciones a tu familia", decía una de 2011).
Buscar un sentido a todo este horror e intentar explicar qué son Los Zetas, un cártel que cambió profundamente el escenario del crimen organizado en México, es uno de los objetivos del nuevo libro de Osorno (Monterrey, 1980), un viaje por lo que llama "la frontera de la necropolítica", esa región que se extiende por Tamaulipas y parte de Nuevo León donde han tenido lugar los mayores "estragos" de la guerra iniciada por Felipe Calderón en 2006.
Tras hablar con alcaldes, periodistas, obreros, militares, pandilleros, vecinos de todo tipo, Osorno llega a la conclusión de que la de Calderón además de fallida, "no ha sido una guerra contra el narco sino una guerra contra los Zetas y sus aliados" en la que hasta la Marina ha utilizado "los métodos de humillación" de ese cártel, como cuando cubrió de billetes el cadáver del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, afirma en entrevista con ELMUNDO.es.
Pioneros
"La primera vez que yo hablé de Los Zetas fue en un operativo del ejército del año 2000 en la zona de Tamaulipas fronteriza con Texas y mi jefe me dijo que qué hacía inventando nuevas bandas", recuerda. Ahora, los quesurgieron como el brazo armado del Cártel del Golfo, son un grupo independiente y atípico, "una empresa de mercenarios en auge, con una estructura horizontal, ranchos de entrenamiento y un sistema de comunicación a lo largo del Golfo de México, cuyo principal negocio es el control del territorio mediante la violencia, para que cruce todo lo ilegal, desde la droga a personas o recursos energéticos".
Pero a pesar de que se les considera pioneros de una forma de matar mucho más sanguinaria, Osorno cree que su violencia "se ha exagerado". "No son locos que hacen todo por un festín de sangre, detrás de esa visión hay intereses políticos y económicos. Combatir a los Zetas se convirtió en algo lucrativo, ha sido un negocio para un grupo de personas que pasó de la narcopolítica a la necropolítica, la que inició Calderón, por eso había que potenciar esa creación fantasmagórica".
Los Zetas se convirtieron así en lo peor de lo peor, en un "pretexto para cualquier cosa": hay policías que detienen a ladrones y los presentan como Zetas; jóvenes que engrosan sus filas para tener un arma y llevar a cabo sus propias venganzas; y policías y militares que llaman Zeta a cualquier víctima colateral para justificar su muerte. "¿Un Zeta es el nombre con el que se camufla todo objetivo de limpieza social?"se pregunta Osorno en las páginas del libro.
Pero lo peor, en su opinión, es la "psicosis" y el pánico que ha cubierto Tamaulipas, considerado por todos los expertos un estado fallido dentro de México porque allí la ley no la marcan las autoridades sino los cárteles. "Hasta lo que piensas te da miedo y la estructura de silencio es tremenda. Obviar la realidad se ha convertido en una técnica de supervivencia para todo el mundo y sobre todo para los periodistas locales, los más abandonados de todo el país".
Política de silencio
Las causas de este silencio Osorno las encuentra en la política. Según cuenta, la llegada del PAN al gobierno federal hizo que el país se convirtiera "en una confederación de autoritarismos donde muchos jefes policiales quisieron reafirmar su poder frente a la Ciudad de México o los narcos de Sinaloa". Tal vez por eso, no cree que sea coincidencia que Los Zetas nacieran el año de la alternancia política en México, el 2000, y que pronto pasaran de ser el círculo protector del Cártel del Golfo a sus más fervientes enemigos y una 'empresa' delictiva en pleno auge.
"Los Zetas rompieron los pactos nacionales del narcotráfico, dijeron que 'la plaza' es para quien la trabaja" y proliferaron en los estados que siguieron gobernados por el PRI con estructuras "anquilosadas" que impedían visibilizar lo que allí pasaba, explica el autor. Tamaulipas es el mejor ejemplo, con dos ex gobernadores actualmente acusados de vínculos con el crimen organizado. "Allí la tragedia es doble, ocurren masacres, no hay información e incluso votaron por un muerto en las últimas elecciones... (El candidato del PRI Rodolfo Torre Cantú ganó los comicios de julio de 2010 aunque le asesinaron días antes de las votaciones. Su hermano lo sustituyó).
Sobre el futuro, el periodista que dice pertenecer a esa 'Generación Z', los que han crecido marcados por este grupo, quiere ser relativamente optimista. "La violencia puede pararse con política aunque el narcotráfico siga ahí". No cree que ni las últimas detenciones de la cúpula del Cartel del Golfo y las supuestas divisiones dentro de Los Zetas de las que se ha hablado últimamente vayan a cambiar nada. "Este gobierno ya no puede hacer nada. La pelota está en el tejado de la nueva administración. Ojalá que igual que Calderón utilizó la guerra para legitimarse Enrique Peña Nieto pueda utilizar la paz aunque sea de forma populista para hacer lo mismo".
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