“En algún lugar que podría estar cerca de
cualquier lugar, un joven decidió un día alcanzar la luna con una piedra. Cada
noche, el joven lanzador de piedras lo intentaba incansable hasta que la fatiga
lo vencía. Al conocer su historia, todo el pueblo se mofó de él. El muchacho no
tardó en convertirse en objeto de todo tipo de burlas y desprecios, a los que
nunca hizo caso. Al llegar la noche, lanzaba piedras tratando de acertarle a la
luna. Como es lógico, nunca logró alcanzarla, aunque siempre tuviera de
compañera de trasnoche a la esperanza. Pero, nadie fue capaz de lanzar las
piedras tan lejos… como el joven que trataba de pegarle a la luna”.
No, mi intención no es agarrar a pedradas a mi amiga y cómplice de cada noche, simplemente, quise compartirles esta metáfora, aplicable a muchas facetas de nuestro diario andar, porque explica perfectamente lo que toda mi vida he intentado, ya que, desde siempre, yo no he soñado con lograr lo que todo mundo sueña, sino con lograr lo que nunca nadie ha soñado.
Creo en lo imposible, aunque sea imposible seguir creyendo en muchas cosas. He hecho de lo complicado un estilo de vida, voy contra corriente, no escucho negativos, me valen madres los cuestionamientos carentes de visión progresista y de entusiasmo, le apuesto siempre al corazón a pesar de los porrazos que da la razón. Me dejo llevar por mis pasiones, tomo los caminos largos e intrincados sin miedo a perderme, pues estoy convencido que no hay mejor manera de descubrir el derrotero correcto, que perdiéndonos caminando, intentando.
Créanme que no lo hago con el afán de complicarme la existencia, en verdad muchas veces me gustaría que todo fuera más sencillo, que el camino fuera de bajadita, pavimentado, seguro, que la carga fuera más ligera. Empero, la ausencia de retos, de peso, de dificultades, adormece nuestro instinto, apendeja nuestros sentidos, conforma, mas no reconforta, a nuestro espíritu.
Prefiero sentirme vivo que cómodo, prefiero vivir en una constante lucha que en una tranquila desesperación. Sí, he dejado mi alma en tantas cosas que, a veces, temo perderla, pero nunca dejaré de intentarlo, nunca dejaré de lanzarle piedras a la luna, porque sé que puedo ser vulnerable por mis miedos, pero indestructible por mis sueños.
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