Fragmento de Cuadernos de Lanzarote (1993-1995)
Que se
privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla
Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se
privatice la catedral de Chartres, que se privatice el Descendimiento de la
cruz de Antonio da Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de
Santiago de Compostela, que se privatice la cordillera de los Andes, que se
privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y
el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que
pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos
abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense
los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas
mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo... Y,
metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos.
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