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Ciudad de México, 16 de
julio (SinEmbargo).- Un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York, en
Estados Unidos, sostuvo que el uso de plásticos para calentar comida en el
microondas podrías estar relacionado con el desarrollo de la diabetes.
Investigaciones
anteriores ya habían aportado indicios a las personas sobre los riesgos de usar
plásticos dentro de este aparato. La razón es la liberación de toxinas al
momento de recibir el calor que tienen estos recipientes, que pertenecen al compuesto
orgánico “Bisfenol A”, presente en los plásticos.
De
acuerdo con este nuevo trabajo, estas sustancias al ser ingeridas causan
resistencia a la insulina y propician la presión alta, dos factores que están
documentados por médicos por propiciar el desarrollo de diabetes.
La
investigación liderada por Leonardo Transande, un profesor de medicina de la
citada casa de estudios, examinó los componentes del plástico que se han usado
en la última década y concluyó que “el calentamiento de estos recipientes
realza la contaminación”.
“Examinamos
los niveles de ftalato de diisononilo y diisodecilo [ambos componentes del
plástico] en la orina de los niños y adolescentes que participaron en la
Encuesta del Examen Nacional de Salud y Nutrición entre 2009 y 2012, para estimar
si estos niveles estaban asociados con la resistencia a la presión sanguínea”,
explicó Transande al portalMedical Research.
Estos
componentes se liberan debido a la forma en que los microondas funcionan.
Los
aparatos cuentan con un magnetrón, un cilindro a través del cual los electrones
son afectados por campos magnéticos y eléctricos. En el proceso se emiten
pequeñas ondas de radiación de aproximadamente 2450 megahertz, que crean
fricción y por ende calor.
Pese
a que Transande consideró que los niveles socioeconómicos y demográficos
jugarían un rol significativo en el desarrollo de la diabetes, cree que este
trabajo da evidencia suficiente para aseverar que estos químicos podrían ser
“el tercer factor para la extensión de esta epidemia”, en declaraciones a la
revista Sciences Times.
De
acuerdo con el profesor, al calentar la comida sería mejor utilizar un
recipiente de vidrio o cerámica y entre otras medidas, algunos recomendó evitar
el contenido de botellas de plástico y lavar los tuppers en el lavaplatos,
porque podrían tener fugas de estos componentes.
Este
estudio fue hecho sobre otros previos que analizaron toxinas ambientales que
podrían afectar el metabolismo.
En
el 2014, una investigación apuntó que durante el embarazo los fetos expuestos a
elevados niveles de estos químicos plásticos tienden a tener seis puntos menos
de coeficiente intelectual que el promedio de niños. El trabajo de la
Universidad de Columbia sería el primero en vincular la exposición al ftalato y
las habilidades cognitivas.
Y
más atrás, en 1989, el uso de microondas para calentar la leche de los bebés
generó una polémica, cuando la Universidad de Minnesota publicó un trabajo
sobre posibles cambios en la leche. Al parecer calentarla en el microondas
redujo la cantidad de vitaminas de este líquido.
“El
pasar por el microondas las fórmulas para bebés convirtió a determinados
aminoácidos en sintéticos. Además, uno de los aminoácidos convertidos es
conocido como una neurotoxina y una nefrotoxina [ambos nocivos, para el sistema
nervioso y los riñones], respectivamente”, dijo la investigadora Lita Lee al
medio estadounidense The Lancet, en
aquel momento.
A
pesar de este historial, vale decir que la Administración de Alimentos y
Medicamentos (FDA, por su siglas en inglés) que regula las políticas de salud
en Estados Unidos no ha hecho un pronunciamiento hasta el momento sobre los
daños en humanos que pueden derivar del microondas, además de la advertencia
que hizo en el 2010 sobre riesgos de esterilidad ante las ondas de este
aparato.
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