El PRD busca renovarse;
Carlos Navarrete dejará la presidencia nacional de dicho partido a menos de un
año de haber llegado al cargo, para dar paso a una “dirigencia emergente”, que
concluiría su periodo en 2017. Las principales corrientes internas del
sol azteca plantean una seria de medidas y acciones urgentes, a discutir
durante su consejo nacional de este fin de semana, donde se contempla la
posibilidad de una renovación en las dirigencias de los tres niveles, desde el
nacional, estatales y municipales, para reposicionarse rumbo a los comicios del
2018.
El
Consejo Nacional que sesiona este fin de semana aprobará la convocatoria a un
Congreso Nacional a finales de septiembre u octubre, en el que se tomarán
medidas urgentes “para el reencuentro de las izquierdas” y la rectificación del
PRD como fuerza opositora.
La
dirección nacional debe sustituir de inmediato a las direcciones que están
secuestradas por los gobiernos locales, advierte el documento que elabora una
comisión encargada de plasmar las propuestas que se presentarán a los
consejeros nacionales este fin de semana.
Con
el acuerdo de Navarrete de dejar la dirigencia nacional, las corrientes
perredistas definieron la urgencia por reconstruir el diálogo con los
personajes de la izquierda, como el propio Andrés Manuel López Obrador o
Cuauhtémoc Cárdenas, posición que, coincidieron, ya no puede encabezar el
actual presidente nacional.
“El PRD debe promover un amplio frente opositor con miras a las
elecciones de 2016, 2017 y 2018, para enfrentar al PRI y a su principal aliado,
el partido Verde. Este frente político-electoral debe buscar a los partidos de
izquierda, a personalidades de organizaciones progresistas de la sociedad
civil, así como también al PAN, revisando estado por estado, según su propia
circunstancia, para decidir en dónde puede ser posible, lo que implica iniciar
desde ya los contactos y la localización de posibles candidatos”.
Aunque
se propuso también anticipar la renovación, previo a las elecciones de 2018, el
acuerdo avanza en el sentido de nombrar una dirección que concluya el mandato
de Carlos Navarrete y Héctor Bautista, y en 2017 realizar de manera normal el
proceso electoral interno.
Carlos
Sotelo, líder de Patria Digna e integrante del Comité Ejecutivo Nacional, aseguró
que la dirección emergente deberá concluir el periodo de Navarrete pero
no permanecer más allá de 2017. Reveló que en ninguna de las negociaciones
entre corrientes se ha puesto sobre la mesa algún nombre para ocupar la
presidencia del PRD, pero consideró que su principal cualidad deberá ser la
capacidad de diálogo con todas las expresiones de la izquierda nacional.
El
análisis elaborado con la opinión de todas las corrientes y la mayoritaria,
Nueva Izquierda, reconoce que el PRD “ha llegado a un límite. Los resultados
electorales son evidentes y hay que dar ya, impostergablemente, un vuelco a
esta situación”.
El
partido “cerró las filas a nuevos militantes y personalidades de la sociedad,
que no ve atractivos para acercarse al PRD, al identificarlo como un partido de
corporaciones”, razón por la que fue castigado en las pasadas elecciones, de
manera particular en el Distrito Federal, “al ser percibido como parte del
statu quo”.
En
este escenario, “el PRD está obligado a diseñar urgentemente una estrategia
integral en la perspectiva de las elecciones para gobernador y una intermedia
local en 2016, así como las de 2017, en la cual la más importante sea la de
gobernador del Estado de México”.
A
lo largo del documento de nueve hojas se detallan las fallas, prácticas,
lastres y errores internos hacia la sociedad en que ha incurrido el PRD en los
últimos años, que de acuerdo al documento, llevó al anquilosamiento del partido
y a la pérdida de la confianza entre el electorado, que no ve a los perredistas
como una opción atractiva de izquierda, como quedó demostrado en los pasados
comicios.
El
análisis agrega que los gobernantes perredistas “no fueron observados por la
dirección nacional para verificar el cumplimiento de los compromisos hechos en
campaña. Además, invariablemente, las direcciones estatales quedaron
subordinadas a estos gobiernos”.
Los
grupos parlamentarios en los estados “no fueron sujetos de un seguimiento y
vigilancia de su actuación, ni por la dirección nacional ni por las dirigencias
estatales, y terminaron actuando como si fueran autónomos del partido”.
Además,
las dirigencias estatales fueron causantes del retroceso “político y electoral
en más de la mitad del país”, pues actúan en función de los gobernadores de
otros partidos, “lo que derivó en un abandono de la vida interna y externa del
PRD”.
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