Por Pedro
Miguel*
Una
posible explicación de la masacre perpetrada el viernes 31 de julio en un
departamento de la colonia Narvarte, en esta capital, fue proporcionada con un
mes de antelación por el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, en un
discurso que pronunció en Poza Rica: Lo digo con total conocimiento de
causa: lamentablemente la delincuencia tiene puentes, nexos, con notarios
públicos, empresarios, funcionarios públicos… Lamentablemente, algunos de los
colaboradores, trabajadores de los medios de
comunicación tienen vínculos con estos grupos. Y también están expuestos ante
esta situación. Así lo dijo, ante comunicadores de la localidad que fueron
congregados para escuchar al mandatario, quien no tuvo reparos en presentarse
como una víctima de las circunstancias:
Se los
digo por ustedes, por sus familias, pero también por mí y por mi familia,
porque si algo les pasa a ustedes al que crucifican es a mí. Pórtense bien.
Todos sabemos quiénes andan en malos pasos. Dicen que en Veracruz sólo no se
sabe lo que todavía no se nos ocurre. Todos sabemos quiénes de alguna o de otra
manera tienen una vinculación con estos grupos. Que nos hagamos como que la
Virgen nos habla es otra historia. Pero todos sabemos quiénes tienen vínculos,
quiénes están metidos con el hampa. Pórtense bien, por favor… Y
luego, con toda sinceridad, ofreció protección: quienes sientan que
tienen algún riesgo, búsquennos, para poder protegerlos, para poder cuidarlos.
Quienes verdaderamente no tienen ningún vínculo, y se los digo con toda
claridad, no tienen nada de qué preocuparse. Pero quienes sí, preocúpense,
porque vamos a sacudir, les repito, vamos a sacudir fuertemente el árbol.
De esa
manera, Duarte de Ochoa lanzó un ataque preventivo en contra de la
honorabilidad de las siguientes víctimas de la persecución contra periodistas
en Veracruz: si algo les pasa es porque tienen nexos con la delincuencia. Él,
Duarte de Ochoa, es inocente: si algo les pasa a uno de ustedes, repito,
su familia la va a pasar muy mal, van a sufrir, los van a llorar, pero al que
van a crucificar es a mí, al que van a acusar es a mí, cuando yo, como dicen,
ni vela en el entierro tengo.
Luego
hizo alusión a la manera en que actúan los criminales: son gente mala; son
gente que no tiene principios, que no tiene valores, que en algunos casos ni
siquiera el dinero es lo que los mueve, sino el poder, y no les importa
machacar ni pasar por encima de nadie… Son gente que no tiene corazón, no tiene
alma; en muchos casos hasta parecen animales… (http://is.gd/tASi5D).
La
alusión a machacar y pasar por encima recordó a varios de
los presentes la muerte de Juan Mendoza Delgado, director del
portal Escribiendo la verdad, y quien fue capturado y atropellado (en
ese orden) por desconocidos. Ahora, esa gente que no tiene
corazón evoca el comportamiento del comando de ejecución que se introdujo
en el departamento de la calle Luz Saviñón, sometió a las cinco personas que
allí se encontraban, las torturó, violó a las mujeres y luego mató a los cinco
con disparos en la cabeza.
El
guión es casi perfecto: como ocurre con los 13 o 14 informadores caídos en
Veracruz en los cinco años que lleva Duarte en el poder, si Rubén Espinosa
Becerril fue asesinado en forma bárbara es porque alguna relación tenía con la
delincuencia organizada. Si no, no habría tenido nada de qué preocuparse.
Ya en
2012 la procuraduría estatal había explicado los asesinatos de los trabajadores
de medios Ana Irasema Becerra, Gabriel Huge Córdoba, Guillermo Luna Varela y
Esteban Rodríguez, cuyos cuerpos fueron abandonados en bolsas en un canal de
aguas negras en Boca del Río, como represalia por haber sido “los causantes de
la muerte de otros periodistas, asesinados por la organización delictiva autodenominada Los
zetas”. De esa manera el duartismo buscó aplicar la teoría de se
matan entre ellos del calderonato al ámbito de los informadores. Así se
esclarecen muchos asesinatos de un solo golpe porque víctimas y victimarios son
la misma cosa.
Un
problema es que la antropóloga y activista Nadia Vera Pérez, una de las
asesinadas en la Narvarte, responsabilizó hace ocho meses a Duarte y a su
gabinete de cualquier cosa que pudiera sucedernos porque,
dijo, son los que están mandando directamente a reprimirnos (http://is.gd/mm1qMO). En cuanto a Espinosa
Becerril, desde el 15 de junio se hizo público que había debido salir de la
entidad (http://is.gd/jhmybY), y el 9 de julio el
propio fotógrafo relató in extenso en una entrevista la persecución
de que era víctima por el gobierno estatal (http://is.gd/KjgQUg).
Tales
antecedentes ponen en un grave problema a los gobiernos de Enrique Peña y de
Miguel Mancera porque ambos fueron escandalosamente omisos en su obligación de
preservar la integridad de los asesinados. Será tal vez por eso que el
procurador capitalino, Rodolfo Ríos Garza, sospecha que se trató de un caso de robo
y no ve ningún elemento para que la procuraduría federal se moleste atrayendo
el caso. En cuanto a Javier Duarte, parece ser que tuvo la precaución de
autoexculparse un mes antes y de ofrecer pistas clarividentes de lo que habría
de ocurrir el 31 de julio en un departamento de Luz Saviñón 1909, colonia
Narvarte: según sus propias palabras, el gobernador sabe, con total
conocimiento de causa, que la delincuencia tiene puentes, nexos, con
notarios públicos, empresarios, funcionarios públicos… y uno que otro
periodista de esos que no se portan bien.
México, Regeneración. 4 de agosto del 2015.
Blog de Pedro Miguel navegaciones.blogspot.com
Artículo publicado en La Jornada , la foto es de Hugo Sad.
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