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Hace poco más de dos años que asistí como fotógrafo a una entrevista hecha a Javier Duarte, gobernador de Veracruz. Hoy, días después del multihomicidio en el que fueron asesinados Rubén Espinosa, Nadia Dominique Vera Pérez, Yesenia Atziri Quiroz Alfaro, Nicole y la señora Alejandra, aquel episodio vino a mi de inmediato. Así que escribo estas líneas porque me parece necesario mostrar cómo es el autor intelectual de esta injusticia.
Luego del viaje hacia Boca del Río, el auto se detuvo afuera de un edificio blanco de 5 o 6 pisos, discreto, pero con mucha seguridad privada vigilando la entrada y salida de vehículos; ya en el lobby, muchos hombres vestidos de paisano no dejaban de hacer ruido con sus radios. Esta era la antesala de uno de los departamentos de lujo, propiedad del gobernador, usado para cuando al Señor le apetece descansar o comer algo casero. La puerta del elevador abría directamente en la lujosa sala, sofás traídos seguramente del extranjero, libros que nunca se abren, adornos lujosos, cuadros de pintores reconocidos, silencio y calma. El departamento contaba con varias habitaciones listas para que Duarte o sus invitados las usaran, aunque a decir del personal de limpieza, casi nadie venía, pero eso sí, la comida siempre tenía que estar lista, por si acaso.
Desde la ventana se apreciaban las aguas del Golfo de México, una playa privada y solitaria. Había un telescopio bañado en oro apuntando su mirilla hacia el horizonte. ¿Desde este lugar se habrá decidido que el fotógrafo Rubén Espinosa debía ser asesinado? Porque eso hace el poder, llena de lujos y ambientes tranquilos las más grotescas e inhumanas ideas. Porque lo que no se logra con las ideas se gana con el crimen y la violencia. Me tomé un refresco sin saber que en los siguientes dos años la vida de muchas personas, periodistas honestos, sería arrebatada por el dueño y señor de este y quién sabe cuántos más departamentos.
Al final, la entrevista sería en el centro de convenciones de Boca del Río, así que nos trasladamos rápidamente por la costera hasta llegar al inmueble. Entramos y de inmediato los filtros de seguridad consiguieron interrogarnos, se trataba del Estado Mayor Presidencial (EMP), quienes después nos condujeron hasta una sala de espera. Limpia y silenciosa, sillones de piel, y desde un mostrador atendido por una joven señorita se nos informó que el Señor Gobernador tuvo un ligero retraso pero que ya viene en camino, que se encontraba terminando un acto protocolario y que hacía lo posible por llegar pronto. Nos pidió una disculpa. Tanta amabilidad proveniente de estos ambientes me descontrola, casi ni acepto el vaso de agua que nos ofrecieron.
Tres horas después, una mujer que no era la que atendía esa suerte de mostrador, nos indicó que el señor estaba por llegar. Nos alistamos y en 5 minutos una comitiva entró a la sala de espera. En ella, caminaba Javier Duarte rodeado de militares, la encargada de comunicación del gobierno estatal y algunas personas más. Se secó la frente con un pañuelo, nos pidió que fuéramos a una oficina que estaba al final del pasillo y nuevamente ofreció una disculpa por la espera. Antes de entrar a la oficina, dos elementos del EMP nos revisaron superficialmente y observaron el interior de mi maleta sin detenerse mucho.
Tras esa supuesta revisión, dos sujetos más, vestidos con pantalón de mezclilla azul y camiseta tipo polo de color gris nos detuvieron para una segunda revisión, está sí con más detalles. Mientras abrían mi mochila, revisaban mi cámara y los lentes que llevaba, me preguntaron por las tarjetas SD en donde guardaría mi trabajo, me preguntaron por las libretas y su contenido; al responder me fijé en un escudo que llevaban grabado en la parte izquierda de las camisetas: se trataba de un escudo dividido en tres partes, en una está el estado de Veracruz, en el otro un rifle de asalto AK-47, los famosos «cuernos de chivo» y en la tercera parte, una letra Z. Se me acabó la respiración cuando me di cuenta de quiénes me estaban revisando. La verdadera seguridad del gobernador.
A lo largo de la plática guardé silencio, mi trabajo era tomar las fotografías que luego acompañarán al texto del periodista. Ubiqué los ángulos en la habitación, trate de que la luz blanca de los focos ahorradores no me arruinara las tomas, y me coloqué en distintas posiciones tratando de no interrumpir. No fue fácil hacer estas fotografías, no había nada que invitara a una composición propositiva, por lo que me concentré en el rostro de Javier Duarte, en sus gestos y en su modo de moverse y colocarse a lo largo de más de una hora de entrevista.
Al gobernador de Veracruz no le gustan las fotos, y se molesta en extremo cuando una foto que se publica no le favorece. Lo sabía de antemano y sabía que un gesto de más o un mal ángulo podía hacer ver ridículo o nefasto –más de lo que es– a este funcionario público cada vez más conocido por la represión contra la prensa honesta y crítica. A la revista mandé unas cuantas fotos que mostraban a una persona concentrada en lo que se hablaba en el momento, pero ahora muestro las otras tomas, las que hacen ver realmente a la persona que mandó matar a 17 periodistas y desaparecer a otros 4. Alguien tosco, sin gracia, con gestos que provocan desconcierto, alguien turbio se descubre de inmediato.
Los contenidos de la charla fueron por demás complejos: el estado de la gobernabilidad en Veracruz, el surgimiento de algunos grupos de autodefensa que velan por la seguridad de las comunidades asediadas por las extorsiones de los Zetas, el asesinato de Regina Martínez, la permanencia del PRI en el poder en la siguiente gobernatura. Mi trabajo, repito, era el de fotografiar al señor, pero mi deber, fue el de recoger, con la memoria y con algunos apresurados apuntes, algunas de las declaraciones más cínicas y perversas que he escuchado directamente de políticos mexicanos:
Aquí en Veracruz no hay nada de autodefensas ni nada de esas chingaderas, los pocos que había ya los aplastamos o los vamos a aplastar porque este estado es el más seguro del país. Cualquier ciudadano puede salir a toda hora, no pasa nada. Esto no es Guerrero o Michoacán, allá Aguirre y Vallejo son unos pendejos que no saben poner orden y garantizar el Estado de derecho. Mucho trabajo me ha costado controlar a Veracruz y ahora nada se mueve sin que estemos enterados. No vamos a permitir que ningún grupo violente el orden y las decisiones de mi gobierno.
A Regina Martínez la mataron por asuntos pasionales, la procuraduría del estado ya está realizando las investigaciones y se tiene a un detenido, así que todo está clarificándose. Ella tuvo la culpa de que la mataran, se aisló y nadie pudo evitar este ataque porque estaba sola en su casa y sin amistades. Ella realizaba una importante labor periodística pero se salió del carril y le pasó eso por relacionarse con gente que no debía. En Veracruz existe libertad de expresión y de prensa, hay garantías de trabajo, todas esas acusaciones contra mi gobierno vienen de gente que quiere desestabilizar al estado, nosotros somos los primeros en garantizar que ningún periodista sea agredido ahora y en adelante.
Digamos que al siguiente gobernador ya le pavimentamos el piso y llegará con una alfombra roja; no ha sido fácil pero nuestra estrategia ha sido eficaz: primero creamos partidos satélite en todos los espectros, a la derecha, al centro y a la izquierda, con esto aseguramos la división de la oposición y al momento de la elección estos partidos creados por nosotros declinarán y se unirán al PRI, entonces llegaremos fuertes y con mayoría al poder,porque el partido seguirá gobernando Veracruz por mucho tiempo. Si Miguen Ángel Yúnez echa pleito y hace declaraciones en mi contra, que lo siga haciendo, pero allá, en la Ciudad de México, aquí no le vamos a permitir que ensucia nuestra imagen como gobierno.
Salimos de la entrevista con el estomago revuelto y un enorme coraje. Los últimos en despedirnos y darnos las buenas tardes fueron los sujetos de camiseta gris, aquellos que tienen el escudo con la Z. Atrás quedó el gobernador y sus mentiras, su historia creada para legitimar sus perversos actos, su ambición de poder y sus cuentos, como aquel en el que afirma que en la entidad lo único que se roba son Gansitos y Frutsis.
Mientras bajábamos las escaleras para salir a la avenida costera pensé en la lista de periodistas asesinados en este gobierno y no reparé en que dos años después la lista sería más grande y que el terror habría llegado con claridad hasta la Ciudad de México, en donde además del asesinato de Rubén Espinosa, también fueron asesinadas 4 mujeres, entre ellas la activista Nadia Vera, quien a través de videos y entrevistas denunció la represión del gobierno de Duarte ante cualquier disidencia o crítica proveniente del sector estudiantil.
Hasta el día de hoy han sido víctimas de agresión por parte del gobierno de Veracruz las y los periodistas: Noel López Olguín, Miguel Ángel López Velasco, Misael López, Yolanda Ordaz de la Cruz, Regina Martínez Pérez, Guillermo Luna Varela, Gabriel Huge Córdova, Víctor Manuel Báez, Esteban Rodríguez, Irasema Becerra, Víctor Manuel Báez Chino, Gregorio Jiménez, Octavio Rojas Hernández, Moisés Sánchez Cerezo, Juan Mendoza Delgado, Armando Saldaña Morales y Rubén Espinosa (asesinados); y Manuel Gabriel Fonseca Hernández, Miguel Morales Estrada, Sergio Landa Rosado y Tomás David Matus (desaparecidos).
No fue esa la primera vez que me encontré bajo el mismo techo con un asesino, pero definitivamente, es de las que más rabia me ha provocado. Porque el Señor Gobernador de Veracruz, priísta distinguido es, a todas luces, un asesino y uno de los políticos con mayores vínculos con los Zetas.
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